En
los últimos años hemos comprobado que el
sector de la población que ha experimentado un crecimiento más importante ha
sido el de las personas mayores. Los últimos datos recogidos en el Informe
2002 del Inserso “Las Personas Mayores en España”, revelan que
actualmente hay en España casi 7 millones de personas mayores de 65 años, lo
que supone el 16,9% de la población total y la expectativa es que este fenómeno
se acentúe en un futuro; según un reciente informe de Naciones Unidas, en el año
2050 España será el país con la edad media más alta, por entonces habrá en
nuestro país 13 millones de personas mayores de 65 años, el 31,1% de la
población.
Salvo
contadas excepciones, la inmensa mayoría de estas personas están jubiladas y
cobrando una pensión. Estas pensiones son para el 80% de los jubilados su única
fuente de ingresos, muchas veces, insuficientes (la pensión no contributiva se
sitúa en torno a los 276,3 € -45.972 ptas-, y la pensión media está en
646,47 € -107.563 ptas-).
Muchas
otras personas requieren de costosos cuidados médicos y geriátricos, lo que
provoca que se den situaciones complicadas al no poder afrontar sus, cada vez más
elevados, gastos con unos ingresos tan exiguos.
Un
estudio realizado por la Fundación Caja de Madrid sobre las Necesidades y
Recursos para la Tercera Edad destaca que, más
de la mitad de las personas mayores de 65 años manifiestan “vivir con
estrecheces” y aproximadamente un 6% afirman “necesitar ayuda para acabar el
mes”.
Sin
embargo, gran parte de estas personas son propietarios de su propia vivienda
(aproximadamente un 72%) a la que no le sacan ningún rendimiento.
Una
fórmula que viene a resolver en gran medida este tipo de situaciones es la Renta
Vitalicia. Esta figura legal, muy implantada en Francia, Gran Bretaña o
Estados Unidos, consiste en un contrato mediante el cual, la persona mayor
percibe una pensión durante el resto de su vida a cambio de la cesión de la
propiedad de su vivienda, pero manteniendo el uso y disfrute de la misma.
De esta forma, el vendedor consigue rentabilizar su patrimonio, adquirido tras años
de ahorro y esfuerzo, obtiene unos ingresos vitalicios adicionales a su pensión
y, sin tener que abandonar su hogar, aumenta su calidad de vida en su entorno más
familiar.
La
Renta Vitalicia es, en definitiva, una alternativa para que las personas mayores
se garanticen unos años de jubilación con sus necesidades médicas,
asistenciales y por supuesto, de ocio, cubiertas.
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