Hablando de sexo con su médico

El sexo suele ser considerado casi tabú, un tema que uno no se siente cómodo discutiendo con nadie. Pero es importante hacerlo, al menos con el médico.

La consulta al médico  suele transcurrir por cauces bastante
habituales, y las preguntas, más allá de alguna ocasión particular, no suelen
cambiar mucho. Supuestamente, el médico 
conoce todo sobre uno. O debe conocerlo, para poder realizar su trabajo
(lo cual es de nuestro mayor interés, después de todo) correctamente.
Pero, y contradiciendo a toda lógica, el tema del sexo suele ser dejado de
lado, aún con el profesional que nosotros mismos hemos elegido para ser nuestro
mayor confidente.

La gente parece poder contarle todo
a su médico , pero tiene problemas para plantearle, durante una visita de
rutina, una pregunta sobre su sexualidad.

La no-consulta 

Los
últimos meses han sido difíciles en el área sexual. Mantener la erección se ha
hecho prácticamente imposible. O la menopausia ha disminuido el deseo sexual a
prácticamente nada.
Las dos situaciones son posibles y tienden no sólo a arruinar el goce sexual,
sino también a crear conflictos en la pareja, a separar una unión duradera.

Ahora, nos encontramos en el consultorio del médico de cabecera o del
ginecólogo, haciéndonos un chequeo de rutina. En realidad, aunque el chequeo es
importante, lo único que realmente gira en nuestra cabeza es la pregunta con
respecto al tema sexo, el único tema que nos tiene realmente preocupados.

Sin embargo, nunca hemos hablado de nuestra vida íntima con el médico, y no nos
parece apropiado o nos da miedo. Así que, cuando la oportunidad llega, no
decimos nada y el problema continúa.

Este tipo de situaciones son comunes, se ven todo el tiempo: tanto los hombre
como las mujeres tienen problemas discutiendo sus asuntos “privados” con su
médico  de cabecera, por miedo o
vergüenza.

Y
muchos lo aceptan. Más de un sesenta por ciento de los hombres y las mujeres de
más de 25 años sufren de este problema. Y muchos suponen que este tipo de
consulta podría hacer sentir incomodo al médico . 

¿Y del otro
lado?
 

Y esta no es una idea tan
descabellada como podría parecer a simple vista. De hecho, muchos médicos se
sienten incómodos al tratar temas íntimos con sus pacientes.
No por una cuestión de vergüenza, ciertamente, sino porque este tipo de temas
necesita de un importante nivel de experiencia y habilidad, además de confianza
con el paciente. Un nivel de confianza que no es fácil de adquirir.

Y más considerando que la mayor
parte de los médicos clínicos no tienen el nivel de experiencia necesario en el
área de las disfunciones sexuales y otros problemas por el estilo. Es algo que
se debería enseñarse en las escuelas de medicina, una forma para lidiar con
este tipo de consultas con cierto nivel de comodidad, para no dejar al paciente
aún más inseguro o con la sensación de que quien debe ayudarlo está tan
confundido e incómodo con la situación como él mismo.

Esto es especialmente importante
con los pacientes de edad más avanzada, que son los más propensos a sentir
vergüenza al hablar de su situación sexual; y quienes más tratan de evitar el
tema.

El problema agregado de
la edad
 

Cuando
el paciente es de edad avanzada, se suman nuevos problemas a la situación ya
comentada.

Por un lado, son pacientes que
tienden a ser más reservados y a sentir aún más que el tema sexual es un tema
del que es inapropiado hablar. Y, además, suele ser gente que ha estado viendo
al mismo médico  por un largo tiempo,
que tiene una relación estable y casi de amigo con su galeno.

Uno pensaría que este tipo de confianza haría la discusión de cualquier
situación más confortable y sencilla, pero en realidad suele ser justo lo
contrario: la gente suele encontrar más simple hablar de su vida sexual con un
completo extraño.

¿Por qué? Probablemente porque en el caso de la relación estable se agrega la
idea de que sabe mucho de nosotros, y se tiene miedo a arruinar la imagen que
la otra persona tiene de uno.


Otro factor que puede crear
incomodidad es la diferencia de edad a favor del paciente que suele haber en la
gente mayor. Los médicos suelen ser una generación más jóvenes que sus
pacientes mayores, lo cual evoca la imagen de estar hablando de sexo (¡de lo
más íntimo!) con un hijo o una hija.
 

Problema de generación 

Y, por supuesto, la educación es
otra pieza clave en esta situación de silencio perpetuo. Las inhibiciones
creadas durante el proceso de formación de la personalidad son las más fuertes
que existen.

Mucha gente mayor creció con la idea de que el sexo es algo de lo que no debía
hablarse, algo en lo que mejor ni pensar. Era un tema del que no se discutía
abiertamente cuando eran jóvenes, ni en el seno familiar, ni en el escolar, ni
en los medios.
Y eso pesa aún hoy, cuando hay una mayor apertura general al tema sexo y la
disfunciones sexuales no son un tema tabú. Estas inhibiciones crean verdaderas
paredes imposibles de atravesar para el paciente cuando se relaciona con su
médico.

Además, si bien la mayor parte de los adultos mayores de 45 son sexualmente
activos, la idea establecida socialmente y que se refuerza continuamente por
los mecanismos represores típicos de toda sociedad es que la gente mayor no
tiene sexo. O que, al menos,  no debería
tenerlo.

La hombres de edad que piensan en sexo son considerados “viejos verdes”,
mientras que la idea de una anciana teniendo sexo es una imagen socialmente
inaceptable.
Esto genera que, alguna gente mayor, sienta que puede ser violentamente
ridiculizada o dejada de lado de alguna forma si lo reconoce y si habla de sus
preocupaciones sexuales.
 

Hablando de sexo 

Tocar el tema con tu médico es
importante. Algunos doctores hacen preguntas al respecto, sabiendo que esto
puede ser más fácil para el paciente.

Pero si el tuyo no lo hace, es importante que propongas el tema y hagas tus
preguntas. Por ejemplo, todo síntoma que incluya dolores,  picazón, problemas para orinar o cualquier
tipo de ardor debe ser comentado al médico . Puede ser una enfermedad de
transmisión sexual o algún otro problema de salud.

También es importante comentarle
cualquier tipo de problema con el funcionamiento sexual, ya sean disfunciones
eréctiles, imposibilidad de llegar al orgasmo o falta de deseo. Puede ser que
sea algún problema médico lo que lo está generando y, en el caso de que no sea
así, tu médico siempre puede derivarte a un especialista en el tema, quien
seguramente podrá revisarte y encontrar una solución al problema.


¿Cómo abordar el tema?

Siempre lo mejor es ser directo, ir directamente al punto, sin perder el tiempo
dando vueltas y gastando la paciencia del doctor.

La cuestión debe atacarse de
frente, con un simple “Tengo una pregunta sobre sexo que me gustaría hablar con
Ud.” o algo por el estilo. El médico será, casi con seguridad, receptivo a este abordaje. No se conoce, por
lo menos, ningún médico que haya huido ante una pregunta de estas
características.

Y, aún si el médico no se mostrara especialmente dispuesto a ayudar, incómodo o
simplemente dubitativo, el paciente siempre tiene la posibilidad de pedirle
que, en caso de no poder ayudarlo, lo derive a un especialista que se pueda
hacer cargo de esa situación que él no puede encarar. 

El profesional correcto 

Los
pacientes tienen que tener en cuenta que el médico clínico puede tratar de
ayudar, pero no dar consejos sobre sexo.

Si bien cada vez más de ellos
muestran interés en tener conocimiento para encargarse de estos temas y poder
ayudar, no son especialistas en el área.

Si el paciente tiene problemas con su relación, no siente deseo sexual con su
pareja, pero no por una causa médica, o cualquier otro problema
psicológicamente complejo, la persona para consultar es un especialista en
terapia sexual o un psicólogo con experiencia en el área. 

El momento es
importante
 

Hay
dos momentos claves para que el paciente saque a relucir sus dudas en el área
sexual: uno es al comienzo de la visita, cuando el médico  pregunta sobre la salud en general y sobre
los motivos de la visita en particular.
El otro momento es durante el examen físico.

El primer momento es obviamente favorable porque el galeno esta preguntando
específicamente por los motivos de la visita.

El segundo, tiene la ventaja de que la situación de examen físico, durante la
cual el paciente esta semi-desnudo y el médico esta en contacto táctil directo
con él, crea un nivel de intimidad superior al habitual entre el médico  y el paciente.
Como ejemplo, una mujer recibiendo un examen pélvico podrá consultar a su
médico  sobre por qué durante el examen
no siente dolor pero sí lo siente durante el sexo.

El momento menos apropiado es, por supuesto, cuando uno está a punto de partir
del consultorio.
Las preguntas intimas importantes (o cualquier pregunta, en realidad) no deben
ser hechas con la manija de la puerta en la mano, como si uno estuviese
tratando de escapar de la respuesta.

Las respuestas en estos casos no serán especialmente apropiadas, con un médico que
ya se está preparando para el siguiente paciente y que se ve sorprendido por
una pregunta compleja cuando pensaba que la visita había terminado.
 

Actitud

Finalmente tengamos en cuanta que
toda situación es más fácil cuando la actitud adoptada es la correcta. Es
necesario mantener el respeto por uno mismo siempre y nunca sentirse
avergonzado de tener una sexualidad.

Después de todo, no es algo de lo que uno debiera avergonzarse.

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