Dice el doctor:
– Me temo que tiene usted la enfermedad de Tuner.
– ¿Y eso
es grave doctor?
– Todavia no lo sabemos Sr. Tuner.
–
Desnúdese.
– Pero doctor, es que me da vergüenza.
– Tranquila mujer,
apagaré la luz.
– Esta bien … ¿Y dónde pongo la ropa Dr.?
– Aquí junto a
la mía.
– Doctor, entonces ¿no hay más remedio que operarme? Desde
luego.
– ¡¡Pero si no tengo nada!!
– Mejor, así será más fácil la
operación.
– Doctor, es que no me decido a operarme.
– ¿Por
que?
– Es que es una operación carísima.
– Y a usted qué más le da, ¡¡ si
la van a pagar sus herederos!!
– Doctor, mi hija no se encuentra
bien.
– Dígame, ¿su hija esputa y excrementa?
– Mi hija es puta, pero no
escarmienta.
– Doctor, no puedo dormir. Si me echo del lado izquierdo
se me sube el
hígado, y si me echo del derecho se me sube el riñón.
–
Pues, acuéstese boca arriba.
– Entonces se me sube mi marido.
–
Doctor, me tiemblan mucho las manos.
– ¿No será que bebe demasiado
alcohol?
– Qué va, ¡¡si lo derramo casi todo!!
– Veo que hoy tose
usted mejor.
– Sí doctor, es que he estado toda la noche
entrenándome.
– Doctor, tengo molestias en los gitanales.
– ¿En
los gitanales? Querrá usted decir en los genitales.
– No sé, doctor, yo como
los veo morenos y con el pelo rizado…
– Doctor, mi marido ya no es
lo que era. ¿Puede usted hacer algo para
dejármelo como un toro?
– Por
supuesto, desnúdese y empezamos por los cuernos.
– Doctor, ¿cuánto
tiempo me queda de vida?
– … 5, … 4, … 3, … 2, …
– Lo
siento, le queda poco tiempo de vida, tendrá usted que dejar el
alcohol, el
tabaco y el sexo.
– ¿Y así viviré más doctor?
– No, pero se le harán los
días más largos.
– Doctor, ¿cómo ha ido la operación de mi
mujer?
– ¿Operación? Pero, ¿no era una autopsia?
– Doctor, vengo a
que me osculte.
– Ráspido en el arsmario.
– Doctor, tengo complejo
de fea.
– De complejo nada.
– ¿Desde cuando tiene usted la
obsesión de que es un perro?
– Desde cachorro, doctor.
– Doctor,
tengo diarrea mental.
– ¿Y eso?
– Pues, verá usted, cada idea que tengo la
cago.
– Su mujer está en las últimas.
– ¿De su enfermedad?
– No
de las listas de espera.
– Doctor, ¿qué puedo hacer para que este año
mi mujer no se quede embarazada
en vacaciones?
– Llévesela con
usted.
– Doctor, me duele la pierna izquierda.
– Eso es por la
edad.
– Pues la derecha es igual de vieja y no me duele.
En un
chequeo médico de empresa:
– Desnúdese señorita.
– ¿Otra vez? Si otro
colega suyo me ha reconocido hace cinco minutos y me ha
dicho que estoy
estupenda.
– A mí también me lo ha dicho, por eso quiero
comprobarlo.
Dos granjeros hablando sobre la monta de sus vacas:
–
… y entonces cuando parecía que mi toro no iba a poder con las reses
del
Dionisio, apareció el veterinario con un tónico que lo arregló
todo.
Le dio una dosis y tenías que haberlo visto, en una hora montó tres
veces a
todas las vacas.
– Oye, ¿y qué tónico es ese?
– No sé, pero
sabe a menta.
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