La
meta de este viaje fue la de establecer un record nacional en un viaje original.
Nunca antes había escuchado de la vuelta a la Argentina y mucho menos
en una moto chica y sin acompañantes en un lapso bastante rápido…
Ese
año lo pude concretar, y en este texto voy a sintetizar lo que viví solo en 24
días de aventura con un enduro Yamaha XT 225. Con mis palabras y sin cultura
literaria me atrevo a relatar una experiencia de mil anécdotas, la vuelta a la
Argentina en moto.
No
te asustes si se te pone la piel de gallina, no lo dudes y armá el equipaje
pero antes de viajar tomá en cuenta muchas cosas.
Una
nueva aventura se acercaba por hacer en mi vida, con mis veintitrés años
desafiaba una nueva travesía. Estaba muy seguro de lo que quería hacer y a la
vez sentía una sensación muy rara de pensar en algo que lo veía muy grande
para mi.
Era
ya jueves dos de enero y la hora de partida ya estaba encima, todavía no lo podía
creer, era muy extraño al ver a la
moto otra vez con semejante equipaje y tener en la mente un itinerario que si me
colgaba en pensar me asustaba.
Eran
las cinco de la mañana de un día Jueves 2 de Enero de 2003 y salía con rumbo
Este, ante una mañana fresca y despejada de nubes. Estábamos en pleno verano y
la luz del sol permanecía. Encendí el motor pensando que a partir de allí el
sueño se hacia realidad.
Era
demasiado el equipaje que portaba y lo aseguraba con apenas con sogas, tanzas y
una red que cubría todo y yo que trataba de acomodarme entre los tres bolsos súper
llenos. Es indescriptible esa sensación de nostalgia al dejar tu ciudad y que
no hay nada que te garantice tu vuelta, pero no tenia miedo, sabía lo que quería,
iba tras un record, un sueño que ya estaba comenzando. Muchas imágenes se me
venían a la cabeza, cosas entremezcladas, ideas y deseos, ansias infinitas.
La
costa atlántica
A
los primeros kilómetros no podía evitar caer lágrimas de alegría, y emoción
por lo que estaba haciendo. Los pueblos pasaban y pasaban hasta que en este
primer tramo tuve el primer encuentro con el ripio, que ese estuvo muy bueno,
era en la zona de las Sierras de Tandil en el que tuve que hacer un desvío de
ruta asfaltada que luego
retome a unos 50 Km. más. Este día complete más de 600 Km. hasta
llegar a la ciudad de Mar del Plata tardando siete horas.
Me
hospedé en un hotel que estaba a
100 metros. de la playa y pasé dos noches allí, podría decir que fue una de
las pocas ciudades que más disfrute debido a que no tenía tanto cansancio quizás.
El
día del tramo dos fue hasta Bahía Blanca. Allí me encontré con mis adorables
parientes. Ya a esta ciudad había viajado hacia mucho tiempo, en mas fue mi
primer viaje que realizaba en mi moto desde Junín en julio de 2001. En Bahía
también me quede dos noches e hice lo mismo de empezar la marcha cuando
aclaraba.
La
Patagonia
Ya
entraba a unos kilómetros más en la Patagonia
y mi tercer parada sería Puerto Madryn, una ciudad hermosa situada a orillas
del océano Atlántico en un golfo
muy grande, famosa por sus avistajes de ballenas. Los días se estaban haciendo
muy cansadores, y mi cuerpo ya lo empezaba a notar levemente, eran muchas horas
de manejo, de sol a sol quedándome un resto de tiempo
para pasear un poco, claro… desde la moto, sentía mucho cansancio al
caminar ya que este día había viajado nada mas que 13 horas sin parar luchando
contra el viento de costado y en contra.
La región patagónica esta cercada por vientos muy fuertes con ráfagas de
hasta 160 Km. p.h. El frío se hacia
notar y mas en la noche que baja demasiado la temperatura por ser verano, quedándome
una sola estadía allí, en esa ciudad. Esta estaba repleta de turistas y no había
más hospedaje vacío, por suerte llevaba una carpa y esta vez me salvó, le
esquivaba un poco pero terminé en un camping.
El
día cuatro hice noche en Rada Tilly, una ciudad muy especial, yo diría que fue
la ciudad con avistaje panorámico mas espectacular. Sobre un acantilado de 150
mts. con un camino de ripio uno va observando paisajes indescriptibles por su belleza y magnitud.
Aquí
la moto sufrió la rotura de la tripa de velocímetro con la que seguí así
todo el viaje. Los cálculos los hacía mediante el mapa y los carteles de la
ruta y a un calculo de lo que circulaba en cada ciudad.
El
día cinco termine en Río gallegos, llegando demasiado agotado con muchas horas
de viaje.
Al
otro día me tocaría la última etapa hasta un objetivo muy especial, llegar a
la ciudad más sur del mundo. Salí a las 8 de la mañana de un hotel que me había
recomendado un gentil chico en una moto donde la moto durmió en el living y
luego de un corto tramo de asfalto empezó la tortura para mi gusto que se hizo
rutina por unos días, no me quedaba otra, que ir por ahí, todavía no había
cambiado la cubierta trasera por uno de tacos y eso hacia mas desventaja el
equilibrio sobre esa superficie sarcástica para la moto.
El camino como todo el resto estaba mismamente mantenido pero las maquinas no
hacen milagros, solo lo podían emparejar que a veces parecía que era peor el
remedio que la enfermedad. Los camiones deterioraban demasiado la calzada
quedando huellas pronunciadas entre piedras muy grandes sumando el viento que
hacia una pesadilla el avance.
Unos
kilómetros más me encontré con las aduanas Argentina y Chilena. Esto deja
mucho que desear y da lastima el estado de nuestra aduana físicamente mientras
que la del vecino país totalmente diferente pero con una atención muy
deficiente hacia los Argentinos que tenemos que cruzar si o si por lo que llaman
su territorio.
Mas
adelante alcanzaba a un pelotón de motoqueros en Puerto Espora donde para
seguir hay que cruzar en un barco el Estrecho de Magallanes. Algo nuevo se
sumaba a mi aventura, erramos unos ocho más o menos y todos íbamos hacia la
misma dirección. Provenían la mayoría de la Capital Federal
y sus motos eran tres veces mayor que la mía pero nos manteníamos
parejos aunque el XT iba muy exigido como para poder seguirlos cercanamente.
Los días cada vez eran mas largos y teníamos un resto de día bastante
notable, seguimos y paramos en Río Grande, allí almorzamos y continuamos hasta
las 10 de la noche que era de día todavía.
Ushuaía,
ya era presente e historia, algo que te completa de orgullo al haber llegado en
condiciones muy tensas sintiendo alergia y mucha emoción. El viaje del día
seis había sido demasiado duro y con los chicos buscamos albergue en un camping.
Muchas descripciones que hacen a una de las ciudades mas pintorescas y clave de
nuestro país y que no podemos dejar de conocer.
El
punto mas austral es el parque nacional Lapataia situado a unos 12 Km. de la
ciudad, donde encontramos que el camino se corta en el que hay un cartel y un
mapa que indica donde estamos situados.
Rodeado de una naturaleza imponente, con caminos aledaños
que conducen a cascadas, rápidos, fauna libre y autóctona y un verde
reinante con contraste de montañas azules de picos blancos, una ciudad llena de
turismo europeo en casi su totalidad, con muchas cosas para seguir estando
muchos días, en la que yo solo me quede tres y de ahí en mas empezó el rally
con solo escalas diarias para seguir y no parar hasta Junín (B).
Emprendí
el viaje del día siete solo nuevamente y llegue a Esperanza, un pequeño
asentamiento rutero. Al otro día emprendí hasta El calafate a unos 150 Km.
para así buscar alojamiento y continuar hasta el Glaciar Perito Moreno que esta
a unos noventa más. Esa tarde me tomó de sorpresa un chaparrón que al rato
terminó pero ya estaba todo mojado aunque después me seque con el viento.
El
glaciar Perito Moreno, algo increíble que no debemos dejar de conocer, pude
estar un buen rato pero por el tiempo climático no pude permanecer más. Ese día
hice noche en El Calafate.
Un
día muy especial en su final. Partí a las seis de la mañana por carretera de
asfalto pero solo unos kilómetros nada mas hasta Río Bote y tome por la ruta
40 donde el ripio es el que predomina. Muchas horas y de muy difícil mantenerse
en ese suelo que agravado por el viento se hacia en partes insostenible seguir
la marcha y tenia que que rebajar hasta el segundo cambio.
La jornada culminaría en Bajo Caracoles pero un error de ruta en un cruze me
hizo perder un día de viaje. Llegue a San Gregores y cargue combustible pero me
desvié para la derecha en vez de seguir para la izquierda y la sorpresa fue
cuando me encontré con el océano Atlántico nuevamente frente a mi.
Esa
noche me quede en un puesto fijo cercano a Puerto San Julián donde un señor
muy amable llamado Carlos me brindo
alojamiento y comida.
Nuevamente
me encontré con la ruta 3 y retomando al camino que hacia unos días ya lo había
hecho en contraria dirección.
Lo
bueno de este equivoco de ruta fue que tuve ruta de asfalto un gran tramo aunque
tuve ripio otra vez, luego de pasar por la gran zona petrolífera llegué a Río
Mayo, un pueblo rodeado de montañas que hasta llegar a él hay que descender
unos cuantos metros pronunciados en muchas curvas donde hay que ir muy atento,
cualquier descuido sería muy
lamentable.
Al día siguiente pasé por Esquel, San Carlos de Bariloche , me desvié para
pasar por Junín de los Andes y San Martín respectivamente, retorné por la
misma ruta y seguí hasta Las Lajas (Neuquén) un pueblo muy pequeño al costado
del camino.
Día
a día por las noches sin importar el cansancio que me fundía preparaba los
bolsos con mucha ilusión y hasta hacía mis anotaciones diarias acerca del
viaje calculando distancias, sumando los gastos, kilómetros hechos y las horas
recorridas y sobre todo extrañaba mucho.
El entusiasmo cada vez era mayor y mejor, las ansias cada vez eran
incontrolables por seguir conociendo y avanzar por lo nuevo y apasionante de mi
país.
Ya
había dejado la Patagonia y el cambio climático se hacia notar cada vez más
en cuanto el calor, la geografía natural cambiaba notablemente, la
fauna, y hasta las costumbres de los pueblos, etc.
Dinosaurios
y desiertos
La indumentaria del viaje ya la cambiaba por ropa mas liviana ya que el excesivo
calor rondante a los cincuenta grados era asfixiante por la ruta semi desolada y
desértica, se trataba de la zona al Valle de la Luna donde se sitúa el Parque
Nacional Ischigualasto, un parque natural prehistórico considerado patrimonio
nacional casi único en el mundo por el relieve imperante y su gran cementerio
de dinosaurios.
Allí no pude estar en la excursión por el horario en que empezaba, pues era
muy temprano cuando llegué y todavía tenía que cruzar de la provincia de San
Juan a otras tres provincias más.
El
Norte
Luego de pasar por la ciudad capitalina de La Rioja y Catamarca seguí hasta San
Miguel de Tucumán visitando el Monumento Histórico de la Casa de dicha
provincia con mucha felicidad ya que era la casa que en la escuela te hacen
dibujar por la historia que entraña en su interior. Una ciudad que destaca
belleza reflejándose en su pintoresca arquitectura de apariencia colonial. Allí
presencié un gran diluvio mientras dormía esa noche que siguió
durante la mañana mientras algunas calles el agua pasaba el metro de altura y
cortaba los accesos.
Estaba
ya en pleno norte y las temperaturas eran muy extremas, los climas y los biomas
cambiaban para mi todos los días, los kilómetros pasaban y las provincias que
dejaba con mucho sin conocer, a mi paso podía valorar y llegar a impresionarme
por la naturaleza creada que a veces jugaba bastante en contra por las
condiciones que tenia que atravesarla.
Al
día siguiente llegaría a Abra Pampa a unas dos horas de La Quiaca donde pude
hacer limite centro, sur y norte.
Todo
era extraño y apasionante al llegar a una ciudad tan distinta de una a otra y
en menos de 24 horas y lo peor es que en minutos más ya estaría cruzando dos
provincias dejando La Puna y sus quebradas hasta la selva del Chaco.
Este día por supuesto fue muy agotador ya que no solo viaje con mucho sol y
lluvias torrenciales por Salta sino
que hasta por momentos la ruta en partes estaba muy destrozada al llegar a la
provincia de Santiago del Estero. Este día llegue a Taco Pozo, donde me aloje
en un hospedaje familiar a metros de la ruta.
La
mañana no era muy alentadora por el susto
de lluvias que amenazaba por todo el cielo cubierto, partiendo a las siete a.m.
siguiendo la recta que me llevaría a Resistencia, Corrientes y Posadas.
La Mesopotamia
El
ritmo diario de mas de 10 horas sin parar ya era una rutina que la sentía como
placentera y a la vez sacrificante pero me gustaba y no es que sea
masoquista, sabía que lo lograría porque nada es imposible solo que la
espera es el fruto de tanto deseo. Una vez más llegaba a Posadas debido a que
el año anterior ya había hecho este trayecto norte.
Este año me encontré con todo lo reflejado de un país de una economía
angustiante, lo notaba en el estado y los servicios de las estaciones de
combustible, en el estado de las rutas y cosas que me enteraba de la gente.
Me
faltaba completar el ultimo punto cardinal y este día ya estaba el Punto Este
de la Argentina en la ciudad de Puerto Iguazú. Algo majestuoso no pude dejar de
conocer y se trataba de las Cataratas del Iguazú, ese impresionante paisaje que
ofrecen estas moles de agua y que nos deja con la boca abierta. Aunque mi visita
fue muy corta ya que sino se me hacia de noche hasta retornar a Posadas.
Llegando a esta Capital me encontré con unos motoqueros provenientes de Brasil.
Éramos una caravana de mas de 10 motos que llegamos al mismo lugar, un
encuentro de motos en Posadas.
Una
experiencia que nunca la había hecho y que nunca pensé en hacerla. Me hice de
amigo de unos chicos y escuchamos un poco de rock & roll en vivo.
Estas
rutas estaban muy bien mantenidas por el cobro de peaje vial pero las motos como
en todo el país están exentas de abonar salvo la ciudad de Buenos Aires.
Locos
!!! no se imaginan el estado mío con veinticuatro días de locura, flaco con
siete kilos menos, barbudo, de contracciones por todo el cuerpo, la espalda, los
brazos, una
pierna
y el cuello que eso me mató. Pero no me importaba nada mas que acelerar y nada
mas para llegar pronto a mi Junín. Un sola parada más y mi sueño se cumpliría
otra vez.
Concordia,
Entre Ríos seria mi última ciudad por visitar. Me desperté tan distinto, y no
era por el lugar que a propósito era un hotel-asilo. Sabía que hoy era un día
especial, que lo había estado añorando todo el año, y durante el viaje.
Algo destacable fue mi suerte en no pinchar ningún neumático salvo el trasero
el Concepción del Uruguay (Arg.) pero no tuve problemas, fui con la moto a mi
costado a unos metros tenia una gomería y en una hora y media ya estaba
viajando las últimas horas.
El
regreso
La
emoción era indescriptible, no podía creerlo, la soledad fue mi amiga fiel en
todo momento. Esa tarde de Domingo a todo sol fue para mi muy importante, muchas
cosas vividas en pocos días y una aceleración que no podía fingir.
No pude dejar de visitar a quien me acompañó desde arriba que es la Virgen de
Luján, cuya figura pegada con cinta en el horquillón de la moto me guió
en toda la travesía. Luján, fue la última ciudad que pise, desde la
basílica a … mi casa.
Un
viaje de doscientas diez horas conduciendo más de trece mil doscientos kilómetros
en 19 etapas y 24 días en total y con un sueño hecho realidad, la vuelta al
contorno de Argentina en 225 c.c. en solitario.
Abril
de 2003
¡Haz conocer al mundo
tu tierra!
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