Más
allá de lo que sugiere la evidencia científica, la verdad es que muchas de las
personas que hacen dieta (y, por algún motivo, muchas de las personas que guían
a estos en sus primeros pasos en las dietas) suponen que los productos lácteos
engordan y, por lo tanto, los eliminan, completamente o en gran medida, de sus
hábitos alimenticios.
Gran
error.
Esta
idea es una especie de
leyenda urbana muy difundida en nuestra sociedad, pero que no tiene demasiado
basamento en la realidad.
Si
bien los productos lácteos engordarían (ya que tienen calorías y tienen
“crema”, que es alta en tenor graso), lo cierto es que los productos lácteos son
ricos en calcio, con lo cual en realidad colaboran en la lucha
contra la obesidad, tanto para reducirla como para prevenirla.
A
diferencia de la leyenda urbana anterior que, aún con cierto visos de verdad
no tiene asidero en la realidad, los estudios científicos (en gran numero y
realmente muy recientes) demuestran esto que hemos venido diciendo.
Los
productos derivados de la leche son una importante herramienta cuando son bien
utilizados, y permiten sacar una gran ventaja, que no puede ser de ninguna
forma dejada de lado, cuando estamos haciendo dieta.
El consumo de productos
ricos en calcio como leche, quesos, yogures u cualquier otro que podamos
pensar, nunca debe estar ausente de nuestro plan para perder peso.
Gran
Diferencia
Hasta
el momento hemos hablado, en forma un tanto abstracta, de que el calcio puede
ayudar a eliminar la grasa corporal, a perder peso, y de que lo puede hacer en
forma importante, no sólo un poco.
Pero,
¿de cuánto estamos hablando?
De
acuerdo a los estudios disponibles, estamos hablando de porcentajes tan elevados
como hasta un setenta por ciento (si establecemos el aumento de la dosis
ingerida de calcio por día en el equivalente a dos pociones diarias de
productos lácteos, en un adulto medio) para la prevención de la obesidad.
Parece muchísimo, ¿no? Bien, en realidad lo es. Lo cual demuestra qué tan
importante puede ser el calcio como herramienta en el combate de la obesidad,
que ha sido llamada más de una vez la “epidemia moderna”.
El
calcio puede ser el arma definitiva, si lo usamos bien, para ajustar nuestro
organismo como si fuese una máquina de quemar grasa, de ponerlo en un estado de
combustión mucho más efectivo de lo habitual.
Para
esto, por supuesto, lo mejor es utilizar productos lácteos descremados, ya que
reúnen las características positivas del alto contenido de calcio, pero no
tienen los puntos negativos que nombramos anteriormente, básicamente, el alto
contenido de calorías y el alto tenor graso.
Los
estudios demuestran, además, que el calcio que se obtiene de los productos
lácteos es mucho más efectivo en la función de la quema de grasas que el calcio
que se obtiene de otras fuentes.
Pacientes
que sufrían de obesidad (o sea, en este caso no era cuestión de prevenirla,
sino de encontrar una ayuda para solucionarla) sometidos a una dieta rica en
calcio, y que tenían como fuente de calcio el consumo de yogur bajas calorías, demostraron tener una mucho mayor perdida de grasa corporal que
aquellos que estaban sometidos a una dieta pobre en calcio.
Además, también
fue mayor la reducción de grasa del cuerpo que en pacientes cuyo calcio
provenía de otras fuentes de calcio, no incluidas en los productos lácteos.
Funcionamiento
del Calcio Lácteo
Está
probado, entonces, que el calcio es un quemador de grasas excelente, y
también que es mucho más efectivo cuando proviene de productos
lácteos que cuando proviene de otras fuentes (como podría ser, por ejemplo, la
cáscara de huevo, de muy alto contenido en calcio).
La
pregunta ahora es a qué se debe esto, por qué debería un tipo de calcio funcionar
mejor que los otros, porque no son todos iguales. Esta es la pregunta que tiene
ocupados a los investigadores en estos momentos.
La
teoría más popular es ese aspecto apunta a los nutrientes que tiene la leche,
más allá del calcio propiamente dicho.
Lo
que se supone es que los otros nutrientes de la leche actúan a la vez que el
calcio, en unidad, para reducir la grasa de una forma mucho más eficiente de lo
que podrían hacerlo en soledad cualquiera de ellos.
En
particular, las miras apuntan a ciertas sustancias que se encuentran en el
suero de la leche, llamadas glicomacropéptidos, los cuales, entre otras
características que tienen, tienen una bastante particular: crean una sensación
de saciedad en quien los consume.
Por supuesto, el sentirse lleno tiene como
consecuencia que se consume menos alimentos y, por lo tanto, se consumen menos
calorías.
Consecuentemente, las proteínas que se encuentran en el suero de la
leche y en el producto lácteo en sí mismo, así también como en sus derivados,
podrían tener una gran importancia en estos procesos, y serian los responsables
directos de la mayor efectividad del calcio derivado de productos lácteos.
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