La
piel
es el órgano más grande que tenemos, aunque no nos preocupamos por sus males tanto como al corazón. Sólo le damos los cuidados necesarios para deslumbrar estéticamente.
Pero, ¿y los codos, rodillas y tobillos? Las más desmerecidas son estas zonas duras a las que no prestamos demasiada atención. Llega el verano y nos encontramos con una cara y manos lindas, pero los que se mantuvieron escondidas quedaron en ruinas.
Este es el momento para empezar a recobrar esa piel de durazno, y deshacernos de la muerta y gris. Antes de que el verano te sorprenda, empezá a trabajar con piedras, y cremas revitalizantes. Una vez que el calorcito y el mar salado te ataquen va a ser imposible un trabajo de emergencia.
A la hora de bañarte cede unos minutitos extras a estas zonas en decadencia. Hay que pasar por tres pasos, como si fuesen una vieja pared. Rasquetear, remover y reparar. Es fundamental no pasar de largo ningún momento del proceso.
Con paciencia y voluntad estas zonas tan duras y ásperas lucirán como el resto de tu divino
cuerpo.
Para empezar frota una piedra pómez.
Con movimientos suaves y constantes para raspar, las células muertas sin lastimarte. Después usa un producto exfoliante para barrer estas impurezas que liberaste. Te conviene elegir entre la variedad de métodos a tu alcance. Con guantes energizantes y espumas, esponjas vegetales, o geles exfoliantes.
Este paso barre los pedacitos de piel que habías ablandado, y estimula el nacimiento de la piel nueva.
Una vez salida del agua hay que nutrir la superficie que agrediste. Después de toda limpieza profunda son esenciales los humectantes y nutrientes para que la piel no quede reseca.
Aplica una crema bien densa o crema de ordeñe. Masajea bien hasta que se absorba. Repetí esta secuencia por lo menos dos veces a la semana y llegaras diez puntos a la playa. Pero mi mejor consejo es que no dejes de hacerlo en todo el año una vez por semana.
Fuente: www.mujerbonita.com