El paradigma del cuerpo joven

Asume lo que eres y no lo que quieren que seas: no hay otro camino para el bienestar verdadero y la felicidad

Algunos
autores llaman “Paradigma del cuerpo joven” al que en la sociedad actual
impone que es
imperante ser, verse y estar joven y atractivo, dentro de ese encuadre pocas
veces podrá figurar un adulto mayor, además de la marginación publicitaria que
sólo lo toma en cuenta a modelos con cuerpos jóvenes y estéticamente delgados,
muy lejos de los abuelos con sus arrugas y defectos. 

Esto explica la gran
oferta y demanda que en estos tiempos representa el mundo físico-culturista,
que impone el mantener una imagen atlética, a la vez, se hace sentir al adulto
mayor que no tiene nada que ofrecer al mundo actual.
 

Las personas pueden llegar a ser adultos mayores en plenitud,
manteniendo su crecimiento psíquico, ya que la mejor doctrina sobre la
personalidad y su desarrollo nos enseña que, hace muchos años que ésta se halla
siempre en proyecto y nunca termina de crecer. 

Eric  Erickson considera la ancianidad como la etapa de la integración
vs. la desesperación, defendiendo dignamente el propio estilo de vida contra
las amenazas físicas y económicas. 

Se dice que una persona logró la integridad
cuando aceptó la realidad, su propia realidad y la de la vida, dejando atrás
falsas ilusiones, es la congruencia para demostrar que se alcanzó la
espiritualidad… sin embargo, varios de nosotros no llegan a liberarse de sus
objetivos no realistas y los sentimientos de fracaso, frustración y decepción
de uno mismo que resultan de todo ello conducen, inevitablemente,  a un sentimiento de desesperación.
 

Lo importante es que el individuo acepte
y asuma lo que él es en verdad, y no lo que los elementos estresantes y
ansiógenos de la sociedad le pretendan imponer. 

Por esto, se impone la
necesidad de incluir en los programas universitarios y de otras organizaciones,
los planes que permitan entregar a todo ser humano la formación que necesita
para aprender a envejecer, a desarrollar la auto-estima y aprender a manejar
las propias emociones que le llevar una a una mejor calidad de vida. El éxito
es vivir esta etapa de la vida como un período de crecimiento.
 

Felicidad y muerte parecen dos términos
mutuamente excluyentes; la felicidad como todo anhelo y aspiración de todo ser
humano, es la base de las motivaciones, desde que se nace hasta la muerte. 

¿Es
posible la felicidad cuándo en la vida se incluye el horizonte de la muerte? La
muerte tiene sentido cuando la vida está llena de sentido, la felicidad
consiste no sólo en estar bien, sino en estar haciendo algo que llene la vida;
la felicidad es inseparable del sentido de la vida, y la muerte da sentido y
valor a cada minuto de la vida. 

El horizonte de la muerte obliga a seleccionar
bien los elementos vitales para la vida, a organizar la propia escala de
valores diferenciando bien entre fines y medios; lo que es importante de lo secundario
solamente. La perspectiva de la muerte ayuda a ser libres, a no apegarse en
demasía, a no ejercer dominio posesivo sobre las personas, mismos que pueden
ahogar las ansías de libertad y felicidad.
 

El ser humano es mortal, pero su vida
está abierta a la inmortalidad, a la pretensión de inmortalidad. 

Lo que “yo
soy” es mortal (se refiere a la materia, a lo finito), pero “quién yo soy”
consiste en pretender ser inmortal (referente al ser espiritual que todos
somos). 

Todo mundo está seguro de que morirá, pero nadie puede estar seguro de
que con la muerte terminará absolutamente su realidad. La seguridad de la
muerte no es, ni puede ser, la seguridad de la aniquilación… del grado y el
tipo de esperanza en la perduración depende el sentido de la felicidad.
 

El sentido de la vida y la felicidad
brotan de ese sentido de amor que se encuentra alojado en la esencia del ser
humano; la condición humana, según el filósofo Julián Marías, reside en que el
hombre es intrínsecamente amoroso, es realidad amorosa. 

Sólo se sienten
realizadas las personas capaces de amar en entrega generosa. Parece comprobado
que los hombres y mujeres que más aman, son los que viven mejor el sentido de
la vida y de la muerte; es necesario poder amar y siempre tener a quién amar.
     

Basados en el sentido de la vida, que es
satisfecho por el amor incondicional, el desafío es entonces, construir una
sociedad en la que todas las generaciones tengan igual lugar. 

Sería un
despilfarro y un desperdicio prescindir de los adultos mayores, que son un
capital humano cada vez más necesario, para ayudar a los jóvenes a
desarrollarse y realizarse como personas.

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