Amor querido:
Desde aquí te envío esta carta, a vos, habitante caprichoso de mi
corazón.
El motivo es recordarte la pureza de este sentimiento. No es
importante verte, ni tocarte, ni escucharte, ni disfrutarte; en este
amor puro lo maravilloso es que existas.
Tal vez los humanos tengamos impregnados en nuestros genes un mandato
que nos indica que todo lo que vive en el amor tiene que ser palpado,
observado y saboreado, casi nada de eso ocurre entre nosotros, pero de
todos modos nos conmovemos al sabernos vivos.
Quiero decirte esto en Navidad porque es un tiempo donde los
corazones se hacen grandes para dar espacio a un gran nacimiento, que
ello no nos sorprenda egoístas en el crecimiento de este bellísimo
sentimiento.
Te propongo que nos ayudemos mutuamente a mantenernos firmes en la
pasión, mantenernos sanos en la disposición hacia el otro, ser felices
sabiendo que cada uno esta inserto en el pensamiento del otro.
Esta realidad que incita a mantenernos inconmovibles ante la
desesperación y el desencanto, es la misma que nos mantuvo unidos estos
años. Brindemos con alegría, porque esta Navidad nos sorprenda inalterables en los buenos sentimientos, en la dulzura, en a belleza de
lo irrealizable. Soñemos juntos con este amor.
Te espero siempre, a la vuelta del pensamiento, donde duermen las mas
bellas emociones”
Diciembre de 2003
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