Es muy común encontrarse, en todas las revistas que apuntan al publico adolescente o a lo que se ha dado en llamar la “mujer moderna”, con tests y pruebas que nos sirven para conocer hasta los detalles más íntimos de nuestra personalidad, desde si somos personas que se sienten más cómodas en la ciudad que en el campo hasta si nuestra creatividad es mayor que nuestra capacidad de emprender nuevos proyectos, pasando por todas las otras posibilidades que nos podamos imaginar.
Y, por supuesto, un lugar más que destacado en estas pruebas esta ocupado por los tests relacionados con asuntos amorosos, desde aquellos que nos dicen si estamos con la persona ideal hasta aquellos que nos dicen qué tipo de persona somos en la cama (nuevamente, con cientos de otras posibilidades en el medio).
Probablemente todos hemos tomado uno de estos exámenes alguna vez en nuestra vida. Son esos que suelen comenzar con un “Test para saber si eres…” y que contienen una serie de preguntas con opciones múltiples y al final hay que sumar el puntaje obtenido y sobre la base de esto se da un resultado (que suele incluir una explicación completa de la personalidad de la persona que está tomando la prueba, algo así como: “Eres una persona callada pero que tiene mucho que decir”). Por supuesto, hay muchísimos modelos distintos, pero ese es el más básico y el que con más regularidad nos encontraremos.
En general, hay una tendencia a descreer de este tipo de pruebas, al menos de aquellas que aparecen en revistas. Por lo general no creemos en ellos y los hacemos simplemente para tener un poco de diversión y ver qué tan errados o acertados en sus definiciones están, pero siempre con la idea de que no son algo para ser tomado en serio y de que de ninguna forma nos guiaremos por sus resultados para decidir hacia qué lugar se dirige la relación en la que estamos.
Esto está bien y, a la vez, está mal. Está bien porque no hay que creer al pie de la letra en ellas si no sabemos cómo están hechas ni por quien, ni qué tan serias son. Esté mal porque puede llevar a descreer totalmente de todo tipo de test por el estilo, cuando hay algunos administrados por los psicólogos que son muy serios y cuyos resultados tiene un basamento científico que a esta altura ya no se puede discutir.
Por ello, el objetivo de esta nota es dar un breve repaso a este tipo de examen y tratar de acercar una idea más clara de a que habría que prestarle atención y con cuales no deberíamos ni preocuparnos, cuando es bueno dudar y cuando podemos confiar en ellas.
Revistas vs. psicólogos
Lo primero que debemos decir es que si le preguntamos a cualquier psicólogo por los tests que aparecen en las revistas, probablemente sentirá que estamos haciendo un ataque a su profesión o comenzará a hacer una serie de chistes sobre la simpleza y poca seriedad de los tests las revistas para mujeres.
Esto marca claramente la posición que tienen todos ellos al respecto, especialmente considerando que este tipo de examen del que estamos hablando son parte de la practica psicológica cotidiana y que su utilización de la forma correcta es muy importante a la hora de realizar ciertos diagnósticos.
Para decirlo de una forma más simple, los psicólogos ciertamente saben sobre qué están hablando cuando se refieren a este tema. Y si la mayor parte se encuentra en una especie de guerra continua con estas pruebas es simplemente porque sienten que le quitan seriedad a su profesión.
Pero si dejamos de lado la actitud de los psicólogos, igualmente deberíamos cuestionarnos cuánto hay de real en estas pruebas. Y la respuesta es que no hay una verdad absoluta, sino que, como muchísimas otras cosas en la vida, depende de una cierta cantidad de factores.
El valor de una prueba de este tipo no es intrínseco, no es que por el solo hecho de tener preguntas y respuestas ya podemos hablar de su validez o de su falta de la misma; sino que depende pura y exclusivamente de quién la haya diseñado, cómo la haya diseñado, qué preparación tenga esa persona y con qué objetivo lo haya hecho.
No es lo mismo una prueba inventada por un redactor que debe llenar dos paginas de una revista que una preparada por un psicólogo (o, aun mejor, por un grupo de psicólogos) para poder realizar un diagnostico, como no es lo mismo si el fin es simplemente un entretenimiento o poder mejorar en algún aspecto nuestra vida. Cuanto más importante que sea el resultado final que se espera, más serios deberían ser los métodos que se utilizan para la elaboración del test.
De esto podemos deducir fácilmente que hay una serie de pruebas a las que es mejor no prestar demasiada atención. Nos referimos a aquellas escritas por un periodista con fines puramente de entretenimiento; y una serie en la que sí podemos confiar y utilizar con tranquilidad para ayudarnos en nuestra vida, aquellas que han sido realizadas por un psicólogo o un consejero matrimonial y en la cual se ha invertido tiempo y conocimientos científicos.
Cuando nos referimos a que las primeras aparecen en revistas no queremos decir que las segundas no lo hagan también. Simplemente que en las revistas podemos encontrar los dos tipos, mientras que en una consulta psicológica sólo encontraremos las más serias.
Preguntas clave
Cuando estamos en la consulta de un psicólogo, las preguntas que este pueda hacer son preguntas muy meditadas, que apuntan a encontrar una reacción o una respuesta en particular, de una gran importancia para que la persona que está tratando de solucionar un problema pueda encontrar a través de esa respuesta una “insight”, un momento de descubrimiento en que se dé cuenta de algo que ya sabía pero que de forma consciente no había sido capaz de analizar y de poner en funcionamiento. Por lo tanto, no hay preguntas ociosas, sino que ellas deben apuntar a temas importantes, no buscar simplemente un divague o que el psicólogo se entere de un chisme.
En los tests de amor pasa lo mismo. Cuando son serios y pueden realmente aportarnos algo, las preguntas que incluyen tienen que ser preguntas que apunten a situaciones básicas y de gran importancia en la relación de pareja o en la forma en que nos relacionamos con los demás seres humanos.
Algunos ejemplos de este tipo de preguntas podrían ser: “¿Cómo nos sentimos cuando tenemos que pasar tiempo juntos, en soledad?” o “¿Cuál seria nuestra reacción ante una presunta infidelidad?” o bien “¿Cómo es la comunicación en nuestra relación? ¿Podemos hablar de cualquier cosa?”.
Este tipo de preguntas pueden darnos un vistazo distinto y muy interesante sobre cómo estamos paradas en la pareja y qué podemos esperar de ella. Si nos encontramos con ellas, lo más probable es que podamos confiar en lo que el test nos dice.
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