Joseph
Haydn (1732-1809),
máximo exponente de la Viena clásica, es sin dudas uno de los grandes
exponentes a conocer, hablando de la historia de la
sinfonía, del cuarteto de cuerda o de la sonata
para piano. En el desarrollo de la ópera, sin embargo, Haydn es una figura
estimable e incluso genial pero un tanto marginal.
Las
trece partituras que nos han llegado han sido siempre material periférico hasta
su redescubrimiento a mediados de nuestro siglo, sobre el escenario y
particularmente en discos. Estas datan de los años 1768-1791. Haydn hizo tres
incursiones en el campo de la opera buffa:
Lo speziale, Linfedetá
delusa y La canterina. Abordó la opera seria cuatro veces: L”isola
disabitata, Armida, Acide y L”anima del filosofo ossia Orefeo ed Euridice
(compuesta en 1791 para Londres pero no representada hasta 1951 en
Florencia).
Haydn
hizo seis ensayos en la opera semiseria, un estilo que combina elementos
serios y de farsa: Le pescatrici, L”incontro improvviso e Il mondo de la luna
(ambas basadas en Goldoni), La vera costanza, La fedeltá premiata y Orlando
Paladino (basada en el Orlando furioso de Ariosto).
A
Haydn no le habría importado que sus obras escénicas quedaran relegadas
durante tanto tiempo, pues él mismo las consideraba críticamente composiciones
que "he proyectado para el lugar"- el teatro del Prícipe Esterházy
en Hungría, un pequeño cortesano en una remota provincia- y
"condicionadas a nuestras fuerzas", que consistía en una pequeña
compañía italiana.
La
emperatriz María Teresa fue una gran admiradora de las representaciones de
Haydn en la ópera de Eszterháza. Escribir óperas para el teatro de su
principesco patrón era aceptado como una de las obligaciones del Kapellmeister.
Hijo de un carretero
de Rohrau, en la frontera lingüística entre Austria y Eslovenia, permaneció
al servicio del príncipe durante tres décadas, lejos de los grandes centros
musicales, antes de que le llegara la fama europea, primero con las sinfonías
escritas para París y luego con las sinfonías y oratorios en Londres y Viena.
La grandeza de Haydn
reside en la música instrumental comparativamente abstracta antes que en la
capacidad dramática.
Sus óperas desbordan de música suntuosa y melódica,
pero tienden a ser prolijas e incluso los libretos carecen de un impacto dramático
particular. Las situaciones escénicas están anegadas en música pero no están
cristalizadas en la música.
Por otra parte, los círculos cortesanos de Eszterháza
querían que les divirtiesen, no que les edificasen; deseaban cocerse en una
profusión de melodías y deleitarse con voces agradables e ingeniosas.
Hacia
1955 el promotor berlinés Walter Felsestein rescató a Giovanni
Paisiello (1740-1816) de los polvorientos archivos. Este compositor del
sur de Italia, a quien Mozart admiraba, había escrito Il barbiere di
Siviglia ovvera La precauzione inutile en San Petesburgo en 1782, basándose
en la comedia que Beaumarchais había escrito en 1775.
Este dramma giocoso concentra
el ingenio burlesco de la obra con su crítica social pre-revolucionaria, en
diecisiete breves números musicales. La comedia de Paisiello quedó oscurecida
por Il barbiere di Siviglia de Rossini en 1816.
Un ameno sucesor de
Pergolesi, el italiano Domenico Cimarosa (1749-1801), fue autor
de partituras de considerable éxito a fines del siglo XVIII, especialmente en
Viena, donde sucedió a Antonio Salieri como director de música de la corte.
Su
Il matrimonio segreto (Viena,1792) fue la única ópera cómica de
finales del siglo XVIII que se hizo un lugar en el repertorio junto a las obras
escénicas de Mozart.