En
las selvas tropicales del Amazonas, donde el clima es tórrido y la vegetación
exuberante, los indios Jíbaros han aprendido a sobrevivir en sus luchas con
animales feroces.
No pueden fallar el primer flechazo. El enemigo es rápido y no les concederá una
segunda oportunidad. Ellos mojan sus flechas en el jugo del terrible “Hupas”, un
árbol casi por completo desprovisto de hojas, que segrega una especie de látex
que es mortalmente venenoso.
Si usted pudiera observarlo, notaría que en torno al árbol las plantas no
crecen. Tampoco los animales se echan a dormir junto a su tronco maligno porque
morarían casi en el acto. La naturaleza, que es obra de Dios, lo creó para
cumplir alguna extraña misión en el delicado equilibrio ecológico, que tal vez
aún no comprendemos.
Lo que sí salta a la vista es que es un árbol solitario. Fácil de encontrar
porque crea un claro en la frondosa vegetación que hay a su alrededor. Quizá
usted no está interesado en ir al Amazonas por el solo motivo de conocer al
terrible “Hupas” destilando veneno y matando todo a su alrededor.
Pero si usted es observador, podrá ver su equivalente en el ser humano,
caminando lúgubremente por las calles de su ciudad, quejándose de todo, hablando
mal de todos… destilando su veneno.
Durante generaciones los profetas, filósofos, poetas y sicólogos han venido
repitiéndonos, en diferentes formas, la misma verdad: “El hombre es el resultado
de sus pensamientos”.
Sin embargo, el común de la gente no lo entiende aún. Esa es la razón por la que
hay tanta mezquindad, tanta intolerancia, tanto egoísmo en el mundo. Se dice que
el 98% de la gente, y posiblemente más, se deja llevar por pensamientos
negativos.
Quizá por eso hace muchísimos años, Horacio nos dijo: “Gobierna a tu mente o
ella te gobernará a ti”. Si nosotros sembramos pensamientos pesimistas, si
criticamos, condenamos y nos quejamos de todo, pronto descubriremos que
destilamos desaliento y lobreguez.
Y como el terrible Hupas del Amazonas, todo a nuestro alrededor se secará.
Nuestra vida será solitaria y triste, y el veneno acabará envenenándonos.
LO NEGATIVO:
Dejar que nuestro pesimismo destile su veneno.
LO POSITIVO:
Deliberadamente provocar pensamientos positivos para hacer nuestra vida más
agradable y productiva.
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