Hagamos un poco de memoria,
pensemos en como estábamos físicamente hace algún tiempo y en como estamos
ahora. Fijémonos en cuanto peso hemos ganado. Y hagámonos una pregunta: ¿cuánto
tiempo tardamos en ganarlo? ¿Fue algo muy rápido o tardamos mucho tiempo? ¿Fue
cosa de un par de semanas o de muchos meses?
La respuesta es, sin lugar a dudas (y salvo que estemos embarazadas), que
tardamos unos cuantos meses -o años- en llegar a nuestro estado de sobrepeso
actual. Esto nos debe dejar ver, como algo obvio, una cosa: así como el peso
tarda en ganarse, también tarda en perderse. No se puede hacer de la noche a la
mañana, ambos son procesos que necesitan de mucho tiempo para cumplirse.
Lo primero que se pierde es peso líquido, que es lo tamben lo primero que luego
se gana. La primer semana perderemos mucho peso, pero luego empezaremos a perder
menos, estabilizándonos en alguna cantidad (que probablemente sea menor que la
que nos gustaría). Y luego nuevamente empezaremos a perder más. Es como si
fuésemos tomando envión y cada vez nuestra aceleración fuese mayor. El tiempo es
un factor vital para llegar perder peso en la medida que deseamos y de una forma
estable.
La paciencia es la clave. Si no tenemos la paciencia necesaria para esperar que
el proceso se ponga en marcha, nunca lograremos nada, sólo deprimirnos y dejar
la dieta antes de lo necesario.
Por supuesto, esto no quiere decir que debemos esperar eternamente por el efecto
de nuestra dieta y nuestro programa de ejercicios. Si luego de un par de meses
no estamos obteniendo ninguna clase de beneficio, deberíamos analizar lo que
estamos haciendo y buscar algo que se adapte mejor a nosotros y que nos pueda
realmente dar resultados. Lo que estamos buscando es una tendencia estable,
donde no haya cambios bruscos en lo que perdemos de una semana a la otra, sino
que sea algo constante.
Para ayudarnos en esto, es una buena idea tener un control escrito de lo que
comemos y de lo que perdemos y ganamos de peso, para ver en qué momento fallamos
y dedicarnos a aquello que nos da resultado.
Promesas Vacías
Todos hemos visto o
escuchado, seguramente, miles de propagandas en la televisión o en la radio que
nos hablan de soluciones casi sobrenaturales al problema del sobrepeso, de
pastillas que nos ayudan, inhibidores del hambre, pociones mágicas, preparados
milagrosos, artilugios varios y dietas con las que perder cientos de kilos por
minuto.
Bien, todo esto es una gran mentira que debería acabarse, son tan sólo promesas
vacías que pueden hacer mucho más mal que bien y que de ninguna forma y bajo
ninguna circunstancia deberíamos escuchar, por más que nos digan exactamente lo
que queremos oír y nos juren que los resultados son más que asombrosos.
Exactamente como lo
escuchan. Así que si estaban pensando en realizar alguna compra o en probar
algún remedio de estos, mejor olvídenlo. No sólo van a estar cuidando su salud,
sino que además se van a ahorrar dinero y no le van a dar de comer a mentirosos.
La única forma de realmente perder peso (y mantenerlo, que es aun más
importante) es el trabajo duro, el seguir las dietas y el ejercitarse, poniendo
todo nuestro esfuerzo en ello.
Y aprender, por supuesto. Aprender cómo funciona nuestro cuerpo, por que es
importante que hagamos determinadas actividades, por qué tales alimentos nos
sirven y tales no, cómo ganamos masa muscular y cómo perdemos grasa, qué función
cumple cada parte de la alimentación.
No necesita ser un
aprendizaje detallado y pormenorizado. No queremos ser médicos ni especialistas.
Tan sólo queremos tener armas para que no nos engañen con falsas propuestas y
para poder realmente actuar de forma que beneficie a nuestro cuerpo.
Para Toda la Vida
Esto es
probablemente lo más difícil de escuchar, lo que más nos va a afectar
negativamente antes de comenzar una dieta o un programa de ejercicios, pero que
luego descubriremos que no es tan tremendo ni tan terrible, una vez que nos
hayamos acostumbrado. Nos referimos al hecho de que el cuidado del cuerpo es
algo para toda la vida, que nunca se acaba.
Supongamos que ya hemos
hecho la dieta, perdido peso, que estamos en el mejor estado físico de nuestras
vidas, que nunca nos sentimos tan bien. ¿Cómo sigue esto? Bien, puede decirse
cómo no sigue. No sigue volviendo a los viejos hábitos que en un primer lugar
nos habían llevado a un exceso de peso, no sigue volviéndonos sedentarios una
vez más.
En realidad, también puede decirse como sigue. Y esta es la parte que nadie
quiere oír: sigue esforzándonos en la misma forma que hasta ahora, con
ejercicios y cuidado en las comidas. Tal vez un poco menos, ya que ahora la
intención no es seguir bajando, sino tan sólo mantenernos, pero aun así con
sacrificios y esfuerzo. Puede parecer muy malo dicho de esta forma, pero tiene
también sus recompensas en lo bien que nos sentiremos.
No hay forma de llegar al estado físico perfecto y detenerse allí. La salud del
cuerpo es un compromiso a largo plazo, un plazo tan largo como nuestra vida, si
realmente queremos estar bien y en forma. Volver a la decadencia física es mucho
más sencillo que ponerse en forma, nunca nos olvidemos de eso. Y ponerse en
forma de nuevo luego de una recaída es aun más difícil que seguir esforzándonos
en mantenernos en estado.
No va a ser fácil. Mantengamos esto en la cabeza. Pero como ya dijimos tiene sus
recompensas, en una larga vida, llena de salud, energía y bienestar.
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