Un
alumno de veinte años, molesto, me contaba que la noche anterior, mientras
estaba bailando con una chica en un boliche, un tipo se paró con los brazos
cruzados al lado de ellos, que danzaban tranquilos, para mirar a la piba
fijamente. Y que eso le pasa seguido.
Mi vecino Roli, que ya pisa los 80,
bufando como toro en la corrida, narró una anécdota parecida que le ocurrió en
un bailongo de tangos cuyos habitúes tienen más años que las galochas. Mientras
escuchaba estos testimonios recordé algo que he vivido más de una vez.
Yo me pongo de novio y mi media
naranja enseguida me quiere presentar a su mejor amiga y su novio. Y cuando
llega su “hermana de la vida” descubro que su pareja es un marsupial que no le
quita los ojos de encima a mi novia ni para pestañear. Ese tipo de situaciones
incómodas en la que un fulano descarado observa sin disimulo y como hipnotizado
a una mujer acompañada por su hombre, con la misma intensidad con la que un
mendigo hambriento se para frente a la vidriera de una confitería fina, es
continua.
Todos sabemos
que el deseo, propio o ajeno, es inquietante, inesperado e inevitable. Pero no
sólo somos parte de una sociología animal, también devenimos en seres sociales,
o al menos yo creía eso hasta hoy.
Quiero decir,
si es cierto que el “Ello freudiano” que nos habita es el motor del infantil
quiero Todo ya y nada me importa, en contraposición deberían frenarnos la
conciencia moral, las normas, los valores aprendidos, los cuales tendrían que
llevarnos a desarrollar cierta estructura de mora de nuestros impulsos,
simplemente por consideración hacia el otro, que en definitiva, es el reflejo de
nosotros mismos.
Pero este nuevo varón “canchero” y
narcisista, se jacta de no tener escrúpulos, de ser un trasgresor y de
establecer sólo vínculos contingentes o casuales.
Puede sin
tapujos darle un “piquito”imprevisto a la hija de su mejor amigo en el día de su
boda, o tirarse un lance con su propia suegra o con la monja del curso
de catecismo de su nietito, y de palparle de pronto el trasero a la esposa de su
socio de toda la vida.
0bviamente que para este sujeto
emocional que vive a las órdenes de sus pasiones, y al que Lipovetsky bautizaría
“Hipermoderno”, Dios está pasado de moda, y a los Diez Mandamientos habría que
“aggiornarlos” en una versión 2004, a saber:
“No dejarás que palabras como ética o
respeto te impidan ser un hombre libre”. “No permitirás que cuentitos moralistas
sobre el amor al prójimo eviten que te conviertas en un envidioso perseguidor de
parejas felices”.
“Ninguna
versión sobre el complejo de Edipo deberá detenerte y menos, hacerte reflexionar
sobre tu poderosa atracción por las mujeres de otros” y así sucesivamente.
Tal vez
se esté gestando una nueva versión de hombre, un hedonista perverso, preso sin
saberlo de la melancolía de lo que no pudo ser, y frustrado por la desesperanza
de lo que ya nunca será.
Y
si aún no tienes con quien poner en práctica estos principios, inscríbete
en nuestro sistema
de Conocer gente
Es GRATIS !!
No pierdas tiempo en inscribirte, la
persona que estás buscando hace tanto tiempo puede estar esperándote allí !!