Todas las crisis, por profundas que sean, pueden ser capitalizadas como
experiencias de signo positivo. Podemos convertir las crisis en motor de
nuestros cambios.
Cada persona es única e irrepetible, por lo tanto, debe encontrar sus propios
caminos de salida de la crisis. A través de este libro he querido señalarle cómo
poner en marcha el motor de su existencia en crisis, para que usted solo sea el
encargado de poner la primera, la segunda y …la quinta.
A veces, los miedos y las ambivalencias hacen decaer nuestras defensas Es
fundamental tener un alto voltaje de “gammaglobulina emocional” a modo de
prevención.
Tener proyectos genera endorfinas, acrecienta la energía para salir adelante y
le da un sentido a la vida. Son estímulos naturales que están a nuestra
disposición y hay que aprovecharlos.
Para elaborar proyectos existen técnicas precisas. No se trata de hacerlo de
cualquier manera, porque si sus proyectos no tienen un resultado positivo, no
hará más que incrementar sus sensación de frustración.
Cuando se sienta desanimado y crea que la crisis por la que atraviesa es
insuperable, recuerde que:
– La crisis lo desafía a que sea el protagonista de su propia vida y no un mero
espectador. Si usted sufre y pelea, es porque acepta el desafío y esa aceptación
es índice de vitalidad y salud afectiva.
– Pese a sus fantasías al respecto, los cambios no obrarán la “disolución de su
personalidad”. Que algo muy profundo cambie no significa que su “esencia”
personal cambiará. A nivel emocional y espiritual, como sucede a nivel físico,
“nada se pierde, todo se transforma”.
– Lo importante es
centrarse sólo en las fortalezas y no en lo negativo que tenemos.
– Recuerde que, a
mayor problemática externa, hace falta mayor capacidad de resiliencia, por lo
cual en la actualidad es sumamente importante fomentarla.
– Las oportunidades
sólo aparecen cuando les damos paso en la vida. Tenemos que estar abiertos a
ellas.
– Usted debe tomar
conciencia de que el camino que lo conducirá a la salida jamás es lineal y que
puede haber retrocesos y que también los retrocesos pueden capitalizarse.
Con el tiempo, si pone la debida atención, usted irá conociendo sus propios
“ruidos” tan bien como conoce los de su auto. Sabrá entonces reconocer cuáles
son las razones que le impiden alcanzar el éxito y sostenerlo, por qué se
“boicotea” sus logros, por qué se desalienta.
Podemos tener una actitud más activa ante la vida no permitiendo que ésta “nos
suceda” como un destino inevitable, sino modelándola como una arcilla que, a
pesar de que siempre oponga resistencia a la presión de nuestras manos, a la
larga acabará teniendo nuestra impronta, la forma particular que hayamos
conseguido imprimirle.
En los últimos años, una especie de gran cataclismo ha conmovido las energías en
todos los niveles. La crisis global que atraviesa el mundo no sólo incluye
vertiginosos cambios políticos, sociales y climáticos, sino que también afecta a
la familia, a la pareja y al individuo.
Estas crisis, que podríamos denominar “de última generación”, ponen en marcha un
círculo vicioso o una especie de espiral que se retroalimenta permanentemente.
Pero la buena noticia es que podemos convertirlas en oportunidades de
crecimiento y emerger fortalecidos de ellas.
En general, los seres humanos difícilmente hacemos un replanteo de nuestras
metas cuando vemos que todo sale tal como esperábamos. La acción nos lanza hacia
delante, y a veces ni siquiera nos ponemos a pensar en los demás.
Por eso se dice que las crisis tienen un lado positivo, y es que nos ayudan a
tomarnos más tiempo para revisar cómo hicimos las cosas, e incluso nos llevan a
solidarizarnos y buscar soluciones mancomunadas. No olvidemos que después de un
gran desencuentro puede devenir el encuentro.
Y para eso es necesario que, como si se tratara de un libro, cerremos algunos
capítulos de nuestra vida a fin de poder abrir otros nuevos.
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