Decían los antiguos que ser es elegir. Y los modernos, decir, no
decimos nada porque nos pasamos el día atareados: eliges un coche, eliges un
trabajo (o el trabajo te elige a ti), eliges una pareja, eliges un plato de
cocina. Y así nos pasamos todo el santo día.
Pero en estas fechas muchos padres andamos con una elección más importante
que otras, una que se nos cuelga de la cabeza y no nos deja con facilidad.
Los traslados, mudanzas e insatisfacciones a veces nos obligan a cambiar a
nuestro hijo de colegio, y eso nos aboca a una búsqueda peligrosa, larga, llena
de gentes que intentan convencernos de que no, de que su centro es el mejor…
¡hay agentes dobles por todas partes! y nosotros solo somos unos padres que
buscamos lo mejor para nuestros hijos.
Primera etapa: en búsqueda
de un buen centro
Bien pertrechados de paciencia, la búsqueda tiene que empezar en nuestra propia
casa. ¿Qué nos conviene más a todos? Hay que hacerse las siguientes preguntas y
poner todas las respuestas en una balanza. ¿Qué nos importa más: que esté cerca
de casa, o que tenga un alto nivel académico?
· ¿cómo es nuestro hijo? Si es un chico inquieto e imaginativo, un
colegio estricto va a generar un choque importante. Tenemos que valorar si
queremos que la educación de nuestro hijo vaya por ahí.
· ¿dónde tiene que estar el centro? Y ahí tenemos que ver quién le
recoge, qué horarios tenemos, si trabajamos y nos conviene mejor un centro que
esté camino del trabajo… Si el barrio es tranquilo, podemos empezar la
búsqueda por el centro más cercano. Para obtener una relación de colegios, lo
mejor será acercarnos al ayuntamiento de turno. Allí obtendremos una guía con
todos los centros de la ciudad. En capitales muy grandes, y, si lo que queremos
es un centro cercano, porque con ello tu hijo tendrá amigos cercanos, del
barrio, con los que pueda quedar por las tarde, entonces quizás sea más
practico ir primero a la junta del distrito.
De todas formas, si tu prioridad está en el nivel de estudios del centro, los
colegios que disponen de más recursos suelen contar con un servicio de
autobús escolar. (Si finalmente te decantases por uno de ellos, asegúrate
de su funcionamiento, de que los niños estén bien vigilados entre que salen
de clase y se suben al autobús, para que no ocurran hechos tan angustiosos como
los que
nos relató Esther García).
· ¿Queremos aprovechar el centro más allá de las horas de clase? Por ley,
los niños tienen un horario educativo muy definido, pero, desde hace ya algún
tiempo, varios centros intentan diferenciarse y destacar organizando por las
tardes un abanico de actividades extraescolares con los que los niños pueden
completar el día. Apuntarle a actividades, es algo muy positivo para él, siempre
y cuando,
sepamos elegir sabiamente
(aquí también) y no le sobrecarguemos de horas.
· ¿Publico o privado? El debate sobre esto es interminable y, solo se
responde con una palabras: da igual cómo sea, lo importante es que sea bueno.
Hay colegios públicos buenísimos y hay privados lamentables, el dinero hay que
saber gestionarlo y no es una varita mágica que todo lo solucione.
Lo que sí está claro es que los centros privados deben contar con mejor material
y, debido al esfuerzo económico que hacemos por él, podemos tener con ellos un
nivel de exigencia mayor. Si lo pagamos, es para que nos de algo más que un
centro público, si no, no tiene sentido.
Un privado o concertado debe tener un nivel de aprobados en selectividad
superior al de los públicos, y contar con un equipo de psicólogos y pedagogos
que estén encima de los niños, haciéndoles un seguimiento más personalizado.
Esto es lo exigible a un privado si lo que buscamos en él es calidad.
Si lo que buscamos es una
moral determinada
y a nuestro gusto, debería
ser un centro que le diera mucha importancia a las convivencias, que fomentase
el desarrollo social del niño, y que, por muy definida que tenga esa moral, se
adapte bien a las inquietudes y impaciencias de un niño. Si no corremos el
riesgo de que, a una determinada edad, nuestro hijo, en su interior, se vaya
distanciando más y más de las creencias que imparte el centro.
Recoge en un papel todas tus
respuestas y preferencias y valóralas.
Nuestro consejo es que busques siempre un centro acorde con la casa, con vuestra
forma de ver la vida. La educación es más efectiva cuando los profesores y los
padres se coordinan convenientemente, por eso es importante que ambos nos
movamos en los mismos círculos.
Llevar al niño a un colegio donde le enseñen valores diferentes de los de casa
puede ser muy enriquecedor a partir de una edad en la que, más o menos,
nuestro hijo ya tenga establecida un poco su personalidad y sus valores
morales… de ver a los demás siempre se aprende, pero para ello, primero
tenemos que saber muy bien quienes somos. Ahora que son pequeños, lo que más
les conviene es una estabilidad, que todos estemos de acuerdo y le enseñemos
de la misma forma… las dudas y las preguntas ya nos las irá sacando él a su
propio ritmo.
Por eso, para coordinarnos bien el centro y el hogar, asegúrate de que te va a
ser fácil poder tener una reunión con el tutor que le asignen, fíjate en los
cauces de participación que le deja el centro a los padres. Como bien dice el
experto en educación Feliciano Robles, la escuela ideal sería una en la que por
la mañana fueran los niños, pero por la tarde fuera escuela de padres, y que
profesores y padres se juntasen para decidir cuál es la mejor forma de educar.
Mientras la escuela ideal llega, podemos tratar de buscar lo más parecido a
ella.
Segunda etapa: “Los otros”
(una imprescindible referencia)
Para esta misión necesitaremos IMPRESCINDIBLEMENTE las opiniones de otros, de
otros padres, de otros chicos. Hay que investigar al centro, y en esto, como los
jueces y los periodistas, conviene que contrastemos mucho nuestras impresiones.
Busca entre los vecinos o en la Asociación de Padres y Madres de Alumnos las
opiniones de otros padres que “hayan pasado por el colegio”… ellos o sus
hijos. Serán una buena medida. Tampoco es descabellado que, si nuestro hijo
conoce algún niño que vaya a alguno de los colegios que tenemos en mente, le
preguntemos un poco qué hacen en clase mientras le invitamos a merendar.
Una
opinión oportuna
“Al principio de resistía a
que Marina fuese al Ruiz de Alarnes. Parecía un colegio muy malo, estaba muy
viejo, y, no se, pero eso me dio muy mala sensación. Era el colegio que nos
habían asignado, pero intenté que nos dieran otro. Al final, una vecina me dijo
que estuviera tranquila, que su hijo había estudiado ahí y que, pese al aspecto
exterior, los profesores eran allí los mejores. Tenía razón”. María Dolores,
madre de Marina y nueva vecina de Algeciras.
Tercera etapa: La visita al
lugar de los hechos
Cuantos más alumnos tengan en el centro, más fuerza pueden hacer los
responsables de cada colegio. Esto lo saben muy bien, así que estarán encantados
de poder hablar contigo de su colegio. Aprovéchate de ello.
Pide que te muestren las instalaciones y ten una charla con el profesor o con el
director. Para esa charla, es bueno que te prepares el día de antes anotando
en una libreta TODAS tus dudas e inquietudes (así que, cuanto mayor sea la
libreta, mejor). No se trata solo de hablar de las instalaciones del centro.
Interrógales también sobre qué opinan ellos de la educación, de los
chavales difíciles… si han tenido
algún caso de bullying,
cómo actuarían de tenerlo, si pretenden darles a los niños los
mejores conocimientos o si también se preocupan de sus habilidades sociales, de
enseñarles a convivir y a expresarse.
Lo dijimos al
hablar de las guarderías
y aquí, hasta cierto punto, también nos vale: no temáis que os vean como
pesados. Estamos hablando de dejar a nuestros hijos en otras manos, y ahí,
toda precaución es poca. Además, el poner a los responsables del centro un poco
a prueba tampoco es una tontería: ellos están acostumbrados a tratar con niños,
así que deben ser gente con paciencia y gran facilidad para explicarse
claramente. Hablar con ellos nos va a dar una buena medida de ello, de su saber
escuchar (o no).
¿Qué haría usted si el niño
se pone malo? ¿Y si ocurriera un accidente? ¿Quién vigila a los niños en el
patio? ¿Acuerdan algunas medidas para los alumnos con más dificultades para
aprobar? ¿Con qué facilidad puedo hablar con su tutor?
Te ofrecemos 10 preguntas
imprescindibles para este encuentro.
De cómo nos respondan sacaremos una idea muy cabal del funcionamiento del
colegio, por ello, en esta aventura de elegir el colegio, no evitemos este
paso, tan fundamental como los anteriores para encontrar, etapa a etapa, el
ansiado tesoro de nuestra búsqueda: un buen sitio donde “eduquen” a nuestro
cachorro. Busquemos a la persona adecuada… ¡y deseémonos todos mucha suerte!
Fuente:
SomosPadres