La palabra dieta esta hoy en día en la boca de
todos. La mitad de la población mundial parece estar intentando perder peso o,
algunos, ganarlo. O simplemente cambiar la alimentación.
Lo cierto es que la utilización de la frase “me voy a poner a dieta” es un
error, ya que siempre estamos en algún tipo de dieta, nuestra propia
alimentación es un tipo de dieta. Pero en el sentido que se utiliza
habitualmente, la dieta es el empleo razonado de ciertos alimentos en un sujeto
sano o enfermo.
Bien, la experiencia nos demuestra que no siempre el simple hecho de ponernos a
dieta es suficiente para bajar de peso. Por un lado, es cierto que siempre
debería acompañarse los cambios en la conducta alimentaría con un programa de
ejercicios adecuado que permita la quema de energía, para terminar con los
reservorios de grasa.
Pero, tan importante como el
adecuado trabajo físico, es encontrar el correcto régimen de alimentos que nos
sirva para terminar con nuestro problema, la combinación alimentaría adecuada
para nuestro tipo de organismo, para nuestro metabolismo particular.
La mala selección de la
dieta tiene como resultado prácticamente inevitable el fracaso en lograr nuestro
objetivo. Y con todo el esfuerzo y las privaciones que una dieta normalmente
acarrea, lo cierto es que no nos gustará mucho pasar semanas en dieta para
seguir exactamente igual que antes, o, con un poco de suerte, perder un par de
kilos.
Hasta acá, un comentario
sobre
las dietas en general y por qué es importante la correcta selección de las mismas.
Aun con sus fallas, siguen
siendo el camino más elegido (y fácilmente seguido) para perder peso. Por lo
tanto, lo que debemos asegurarnos es de seleccionar las dietas correctamente.
Aquellos que ya han tratado
con más de una tendrán una idea de cuáles les resultan más útiles y por qué, y
qué tan efectivas a corto y largo plazo son aquellas que han probado. Para ellos
la selección, por lo tanto, será más fácil.
Pero, ¿y aquellos que no
tienen la suficiente experiencia? Bien, para ellos, hemos preparado una pequeña
reseña sobre los tipos de dieta más comunes que se pueden encontrar en la
actualidad, junto con sus principales ventajas y desventajas.
Dieta de los jugos
Es una dieta que parte de la premisa de que durante
una semana deberemos sólo tomar jugos naturales, tanto de vegetales como de
frutas (aquellos que sean de nuestra preferencia).
Esta dieta no permite la
utilización ni de azúcar ni de ningún tipo de edulcorantes, sal o aditivos, sólo
jugos totalmente puros y naturales, o, como mucho, diluidos con un poco de agua.
Por supuesto, los jugos no
naturales están absolutamente prohibidos, así que olvidémonos de los que vienen
en sobrecitos.
A favor:
Los resultados son muy notorios y aparecerán realmente como satisfactorios, ya
que el consumo de calorías es muy bajo, tirando a casi nulo. Pero la mayor parte
de la pérdida es en peso líquido, en agua, con lo cual, así como se lo pierde
muy rápido, se lo recupera también muy velozmente.
Sumado a esto, podemos decir que mucha gente
piensa que los jugos naturales tienen poderes “rejuvenecedores” y que este tipo
de dieta permite que el cuerpo se limpie de impurezas. Además, suele tener muy
buen efecto sobre el estado de la piel.
En contra:
Como se pueden imaginar, lo
que se está planteando en esta dieta es un cambio extremo en la conducta
alimentaria, prácticamente un ayuno total. Esto tiene severos efectos sobre el
metabolismo, cambiando su velocidad de una forma particularmente violenta. Y
meterse de esta forma con el metabolismo suele no ser una buena idea.
Y, para hacer la vida un poco más complicada,
que nunca viene mal, volver al consumo de comida sólida luego de esta dieta no
es simple. El estómago ha perdido el hábito del consumo de sólidos y
necesita un tiempo para volver a adaptarse a ellos. Deberemos hacerlo
lentamente, tratando de no sobrecargarlo ni forzarlo con alimentos de difícil
digestión o poca “suavidad” para el proceso digestivo.
Conclusión:
Como dijimos, jugar con el
metabolismo de forma tan extrema no es una buena idea, y aun lo es menos si no
contamos con la asistencia de un médico o de un experto en nutrición y dietas.
El ayuno no es bueno en ninguna circunstancia
por tiempos tan prolongados y es una forma de buscarse problemas si no tenemos
una idea clara de lo que hacemos, científicamente aprobado (visita al médico).
Y, para terminar de demoler
esta dieta, luego de la misma lo más probable es que empecemos a ganar peso
nuevamente, aun si mantenemos una alimentación más cuidada o comemos menos.
¿Por qué? Porque el cuerpo
ha sufrido de una crisis en su alimentación y eso es el tipo de cosas contra las
que le gusta protegerse. Por lo tanto, luego del mal momento tratará de mantener
en reserva suficiente energía para cualquier nueva hambruna.
Y lo hará con el método que
posee: aumentar los depósitos de grasa en nuestro cuerpo. Tan simple como eso.
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