Estimada Verónica:
He leído muchos artículos
tuyos, y verdaderamente me fueron útiles, tengo una consulta personal a la que
no le hallo respuesta ya que no esta en mi quizás… ¿O sí?… Soy viuda hace
tres años, he encontrado una pareja algo más joven que yo; tengo 42 y él 35.
Estoy bien, me siento atendida, querida y respetada… sólo me faltan algunas
cosas, me gustaría que él fuera mas cariñoso, que me hiciera cariño y que me
dijera cuánto siente por mí, se lo reclamo ¡¡y él se ríe o lo toma como que soy
pesada, que le pido más de lo lógico!! Y yo… necesito ser acariciada y
besada… Por lo que leí de tus artículos….es algo lógico mi pedido y también
algo normal esa reacción masculina, él es un buen hombre, me gusta, lo deseo…
¿¿Cómo hacer para que me entienda?? ¿Para que le dé importancia a lo que le
digo? ¡¡He intentado todo!! Soy de hablar de explicar, de fundamentar, y jamás
hiero ni hago sentir mal al otro, es más, yo haría el amor todos los días, pero
no lo logro tampoco, su trabajo es cansador, y no me permite ni buscarlo, esta
situación me hace sentir algo insegura y golpea mi autoestima.. aunque no dudo
de sus sentimientos.. quiero mas, de todo… más….
Un beso enorme y te felicito
por el bien que haces a tanta gente, hasta pronto…
SUTIL
Hola, Sutil.
Muchas gracias por tus
palabras y por reconocer mi aporte. Si mi trabajo sirve aunque sea sólo a una
persona, entonces tiene sentido y me resulta reconfortante.
Con respecto a tu consulta, vamos por partes.
Lo primero y más inmediato
que me surge decirte es que sí, que la respuesta está definitivamente dentro
tuyo. Que íntimamente, nuestro ser interior siempre sabe la respuesta y muchas
veces intentamos engañarnos, lo que en realidad es sólo un intento porque
realmente sabemos “la verdad”.
Lo que cuentas es una situación habitual. Algunas de nosotras necesitamos mimos,
atención y reconocimiento constante de parte de nuestra pareja y a veces él no
siente esa necesidad con la misma intensidad que nosotras (En ocasiones la
situación es inversa, por supuesto).
Suele suceder que en algunas
parejas hay disparidad en cuanto a la necesidad de afecto y de contacto físico.
A veces es posible “negociar”; otras, es más difícil. Uno de los miembros de la
pareja lo necesita más que el otro. Uno es el “buscador” y el otro el “buscado”.
Es un juego que se establece
entre ambos y del que, a menos que tengamos conciencia y disposición al cambio,
es difícil salir. (Hay un libro muy interesante, divertido y esclarecedor sobre
este tema, que me gusta recomendar, que se llama “De a dos. Pasos hacia la
intimidad”, de Eileen MacCann y Douglas Shannon, de la Ed. Era Naciente.)
Las personas que suelen desempeñar el papel de “buscadoras” tienen una historia
que ha contribuido a hacerles sentir que necesitan constantemente el
reconocimiento de los demás, que sin el afecto de los otros “no existen”, que
para sentirse valoradas y queridas las personas a su alrededor (el asunto
empieza, claro, con el papá y la mamá, que probablemente estaban un tanto ajenos
durante su desarrollo y crecimiento) deben registrarlas y dar cuenta de ello,
diciéndoselo y expresando el afecto en la misma medida que ellas lo hacen (y por
eso “lo buscan”).
Solemos encontrarnos con personas que son complementarias; es decir, l@s
buscador@s nos encontramos con buscad@s y viceversa. Y así se instala un
sistema, un círculo vicioso que puede llegar a ser muy difícil de romper. Los
buscad@s, por su parte, tienen una historia al revés.
Es decir, es probable que en su infancia sintieran acoso, o que sus personas más
allegadas (generalmente papá y/o mamá) “les estaban encima” y entonces su
instinto es “huir”, alejarse, para preservar su propia intimidad.
Estas situaciones forman parte de lo que se llama el mapa del amor, que
se configura en nuestros primeros años y que determina la forma en que vamos a
relacionarnos afectivamente con los demás.
El modo en que se estructura el mapa del amor define en gran medida el
tipo de pareja que elegiremos, para que se “adapte” a esto que aprendimos de
pequeñ@s y que necesitamos para “sentirnos en casa”.
El problema de este juego
entre buscadores y buscados es que por lo general, aunque está muy instalado (no
solamente en las parejas, aunque es en este vínculo que se manifiesta con mayor
intensidad) genera insatisfacciones, molestias y muchas veces conflictos que, de
no ser atendidos con conciencia, pueden llegar a generar la ruptura de este
vínculo particular, para re-comenzar nuevamente en otra relación y repetir
historias.
Es lógico que sientas que tu autoestima baja y que necesitas más de lo que te da
tu compañero. Y lo más probable es que él sienta (como te manifiesta) que lo
acosas, que eres “pesada” y que quiere que lo dejes tranquilo. Sus acciones
probablemente tenderán a la distancia (la que él puede soportar): estará muy
cansado por el trabajo, no le da para “otra vez hacer el amor”, no quiere que le
estés encima todo el tiempo.
Y tú necesitas su calificación, sus caricias, que te diga que te quiere y cuánto
significas para él. Pero la realidad es que esto se ha convertido en un juego,
en un círculo. Él no puede actuar de otra forma y para ti sigue siendo muy
importante (y doloroso cuando no ocurre) su reconocimiento.
La única solución para esta situación es un profundo trabajo interior. Poder
aprender a llenar tú misma tus propios “huecos” emocionales, y que el encuentro
con la otra persona sea para compartir llenuras y no para satisfacer vacíos.
No es fácil, lo reconozco. Es todo un desafío. El proceso suele comenzar con la
toma de conciencia inicial y luego se desarrolla (a veces más lentamente de lo
que nos gustaría) a través de un camino de autoconomiento y autocuidado.
El objetivo es que aprendamos a estar bien con nosotras mismas (también sirve
para los varones buscadores, obviamente) y que podamos disfrutar el encuentro
con el otro, sin ansiedades.
Es bastante difícil que tu compañero pueda darte más de lo que te da, por más
que se lo pidas. Su configuración emocional así lo predispone y es probable que
tú sigas necesitando más y más de lo que te da.
Entonces, lo que puedo decirte en esta situación es que si puedes, disfrutes lo
que tienen, así como está. Es posible también re-aprender a relacionarse. Es
decir, aprender a ser un poco la “buscada” para romper el círculo y que el flujo
de energía se modifique.
Dejarte buscar, no ser proactiva, dejar espacio para que él necesite el
contacto contigo. No es fácil. Inicialmente, es posible que te resulte forzado,
no natural. Pero vale el esfuerzo de intentar resguardar la pareja que tienen,
si a ambos les satisface y les hace bien. Lo importante es que debe ser una
actitud de ambos.
Por supuesto, si en un sistema (como es una pareja) uno de los integrantes hace
un cambio, eso repercutirá en el funcionamiento general y puede haber una
modificación.
Si no, si te resulta más doloroso que placentero, entonces tendrás que
replantearte si esta es la relación que quieres tener.
Es un camino complejo y con obstáculos, pero vale el esfuerzo para vivir cada
vez más instantes de plenitud.
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