Esto
ha sido posible gracias a la combinación de dos circunstancias: por un lado,
los nuevos avances tecnológicos, que han permitido analizar los efectos sobre
el organismo de distintos
tipos de ejercicio y según diferentes parámetros
(como intensidad y tiempo); por otro, la realización de numerosos estudios
epidemiológicos capaces de evaluar objetivamente le relación entre actividad física
y salud en el ser humano.
El
resultado de todo ello ha sido el reconocimiento generalizado de que existe una
relación entre práctica habitual de actividad física y aumento en la
esperanza de vida.
Esto se debe al efecto beneficioso del ejercicio sobre los
factores de riesgo relacionados con las enfermedades crónico-degenerativas.
Igualmente, se ha estimado que unas 250.000 de las muertes que vienen produciéndose
en los Estados Unidos anualmente, un 12% del total, se deben a la falta de
actividad física habitual.
Más
específicamente, hoy existen suficientes pruebas científicas para afirmar que
la actividad física habitual
Desde
el descubrimiento de las endorfinas se han realizado numerosas investigaciones
sobre su acción en el sistema nervioso central. Aparentemente las endorfinas
son el vehículo del placer, la euforia, la felicidad y el alivio del dolor.
Ya
que estas sustancias tienen la tarea de conectarnos con el placer al recorrer
nuestro cuerpo cuando estamos enamorados, admirados por algo bello o cuando
disfrutamos de una buena comida o de un buen momento, deberíamos estimular su
producción para provocar la mejor de las adicciones: estar vivos.
¿Cómo lograr la producción de
endorfinas?
Sorprendentemente
la risa resulta un remedio eficaz contra el dolor ya que aumenta la secreción
de endorfinas cerebrales.
La
estimulación de los sentidos: vista, olfato, tacto, oído y gusto es otra
manera de sentirnos bien, a través de la secreción de endorfinas que de ello
surge.
El
ejercicio físico es un mecanismo muy importante para conseguir que suban las
endorfinas, otorgando una incomparable sensación de bienestar.
Existe,
además, un reconocimiento generalizado sobre la relación entre práctica
habitual de actividad física y aumento en la esperanza de vida. Esto se debe al
efecto beneficioso del ejercicio sobre los factores de riesgo
relacionados con
las enfermedades crónicas.
Ciertos estudios han demostrado que sobre 250.000
muertes producidas en los Estados Unidos anualmente, un 12% del total se deben a
la falta de actividad física habitual. Hoy contamos con pruebas científicas
que nos permiten aseverar que la actividad física como hábito de vida produce:
Los
efectos benéficos del ejercicio