Cántale a tu hijo…….antes de que nazca

Hoy en día el canto adquiere una enorme importancia en la relación madre-hijo y se recomienda que desde el séptimo mes de embarazo la futura mamá le cante al bebé por nacer canciones infantiles sencillas de acuerdo al repertorio de su entorno cultural


En contra de lo que la mayoría de los especialistas creían en el siglo pasado,
se considera que el canto fue la primera expresión musical de la humanidad y que
la voz fue nuestro primer instrumento cuando surgió la necesidad de transmitir
las emociones que solo la música es capaz de interpretar.

 


No puede ser casualidad que las pinturas rupestres se encuentren en las cavernas
donde hay más sonoridad, mejor acústica, tal como lo demuestran estudios
científicos llevados a cabo en Francia, lo cual sugiere que estos antros
prehistóricos pudieron ser centros religiosos donde la música tenía un papel
preponderante.

 


Cada rincón del planeta tiene sus raíces musicales y sus tradiciones, pero el
lazo afectivo que profundiza el canto, es universal.

 


Siempre ha sido una prioridad de los padres el desarrollo del lenguaje y las
primeras palabras del niño o niña son motivo de alegría y a veces de un poco de
bien entendida envidia entre los progenitores (“mamá” o “papá”).

 


Esta prioridad y el desconocimiento de lo que puede aportar la música desde
edades tempranas ha hecho que se descuide una actividad enriquecedora que debe
desarrollarse desde antes del nacimiento, ya que nuestra voz está ahí, a la
mano, para tenderle a nuestros hijos un hilo de plata afectivo que al mismo
tiempo hará maravillas con su crecimiento neuronal.

 


Cantar, además de proporcionar placer a los padres, ayuda a estimular regiones
del cerebro trascendentales para el desarrollo infantil y promueve también una
aceleración de los niveles de madurez.

 


Un niño más despierto que hace cosas antes que otros de su misma edad y las
disfruta, porque el infante sano goza aprendiendo y los padres gozamos
enseñando.

 


Además, le otorgamos a nuestros hijos la posibilidad de encontrarse con el arte
más maravilloso, el que es capaz de producir un placer que llegue a las cumbres
de lo sublime: la Música.

 


Paulatinamente vamos a observar en el bebé intentos de canto que no deja de ser
un balbuceo a los seis meses y que se va transformando en algo parecido a una
melodía más adelante, ya que el niño no es capaz todavía de entonar
correctamente ni de imitar la entonación de lo que oye.

 


Normalmente esto se
produce a los tres o cuatro años, dependiendo del desarrollo particular, y
emerge la música que se ha sembrado en el joven cerebro, aunque hay casos de
canto entonado en niños de dos años y algunos pocos de menor edad.

Dije:
“la música que se ha sembrado” y, para finalizar, invito a los padres a que
siembren en sus hijos la música a través del canto temprano y sigan ese camino
de siembra y recolección de la belleza que les abrirá horizontes insospechados
en todas las ramas del saber humano.


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