Ya esta aquí la fecha en que nuestros hijos salen de la escuela y empezamos a planear las vacaciones, tiempo, dinero y preparativos.
Para algunas personas el significado de unas vacaciones inolvidables es sentirse consentido en una lujoso Hotel de 5 estrellas que tenga restaurantes elegantes y spas de tiempo completo a corta distancia. Para otros, significa pasar unos días en el campo y durmiendo en un catre bajo las estrellas, o, relajarse en un hotel histórico o en un paradero en las montañas.
Si las vacaciones se convierten en un verdadero dolor de cabeza, es porque se maneja el concepto de vacaciones como sinónimo de salir de la ciudad, y esto resulta frustrante cuando la situación económica o laboral de las familias no se presta para ello.
Esta situación se genera porque los propios padres y los hijos, no contemplamos la posibilidad de otras opciones, la realización de otro tipo de actividades que nos hagan salir de la rutina, sin necesidad de gastar dinero e, incluso, endeudarnos.
Debemos tener conciencia que en nuestra ciudad, tenemos espacios de recreación que no frecuentamos con regularidad, como son los museos, el zoológico, las zonas arqueológicas y los bosques y parques, entre otras tantas opciones.
Otro de los elementos cruciales para vivir con intensidad, buscar momentos de descanso y tener tranquilidad durante el tiempo vacacional, es la planeación. La psicóloga Reynoso Zepeda, al abordar este punto, dice que «hay que dejar de lado la idea de que las vacaciones son el periodo ideal para no pensar, organizar, ni planear.
Cuando los padres, desde tiempo antes, se preparan diseñando actividades, de forma conjunta con los hijos, en las cuales se revisen intereses y gustos, no sólo se evitarán conflictos entre los miembros de la familia, sino que se aprovechará mejor el tiempo».
Debemos considerar también que las vacaciones son, precisamente, el momento ideal para convivir con los hijos y generar un nuevo ritmo de vida que propicie un nuevo aprendizaje mutuo, no necesariamente de tipo escolar, sino familiar. Se trata de aprender de los hijos, conocerlos más.
«Por ello, las vacaciones son para convivir, comprender y aprender nuevas pautas de relación con los hijos», abunda Reynoso Zepeda.
Asimismo es un momento propicio para promover la comunicación y la observación, un periodo para darnos cuenta de que nuestros hijos crecen –no sólo físicamente–, ya que los fines de semana no son un tiempo suficiente para detectar los intereses reales.
Empero, también, las vacaciones pueden darnos la oportunidad de compartir actividades del hogar, para que los niños se involucren en estas tareas, siempre bajo la consigna de que se hagan, no de forma coercitiva, sino que se planteen y realicen de forma dinámica, divertida y creativa.
En las vacaciones se presentan buenos momentos para compartir con los hijos, son oportunidades que bien aprovechadas van a dar lugar a un acercamiento con ellos. Se comparten actividades y momentos de ocio y surge de forma espontánea la conversación.
Así llegarán a conocerlos más y a establecer unos hábitos de comunicación y confianza que deben mantener tras las vacaciones.
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