Aprendiendo a envejecer

Aprender a envejecer significa potenciar las capacidades y aceptar las limitaciones, aceptando lo que puede ofrecer la vida y pensando en el presente y en el futuro...

La prolongación de la vida exige que cada individuo y la sociedad adopten una perspectiva de vida e incluir ciclos vitales ignorados antes, por lo que es necesario aprender a envejecer; lo que significa potenciar sus capacidades y aceptar sus limitaciones, significa aceptar lo que puede ofrecer la vida, por lo que es importante pensar en el presente y en el futuro, y lograr que sea una etapa más del ciclo vital; logrando situaciones de desarrollo satisfactorias y actualizadas, que proporcionen los aprendizajes adecuados para gozar esa etapa en forma sana y satisfactoria. 

El aprendizaje debe ser individual y social, siendo recomendable iniciarlo a temprana edad, sin discriminación ni actitudes que limiten la participación, involucrando valores desde el hogar, la escuela, la sociedad civil y gubernamental, para que los aprendizajes encuentren la mejor oportunidad en la vida cotidiana y con una imagen positiva de la ancianidad, y percibir esa etapa como  parte de un proceso y sirva para comprender que el deterioro puede compensar y enriquecer al adulto mayor, y se fomente el “aprender a ser”, “aprender a conocer” y “aprender a hacer”, dentro de una convivencia armónica. 

Aprender a conocer, es adquirir los conocimientos para comprender el mundo que rodea a los adultos mayores, con las características del envejecimiento, asumiéndolas como naturales y superables. 

Aprender a hacer, es aplicar conocimientos para realizar actividades adecuadas, que reconocen las necesidades de las limitaciones y adquirir otros conocimientos que compensen esas limitaciones. 

Aprender a vivir con los demás, es descubrir a las otras personas, con las que hay interacción, para comprenderlas y adaptarse, reconociendo los cambios de roles que amplíen las experiencias, que evitan la soledad y el aislamiento. 

Aprender a ser, es aprender a integrar todo el ser, incluyendo el aspecto de la espiritualidad, es un estado de armonía interior; la educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona, respetando su propia personalidad, con desempeño autónomo de responsabilidad personal; para el adulto mayor es descubrir y desarrollar intereses y habilidades que amplían su mundo y le permita re-interpretar su experiencia de vida y proyectarla en roles significativos y satisfactorias. 

Es así, como el adulto mayor, hoy debe tomar conciencia de que vivimos en una sociedad de transición, con respecto a la imagen cultural del anciano, asumiendo el rol en el cambio de la imagen social tradicional.  

La modificación de las actitudes con los adultos mayores, debe sustentarse en valores de equidad y solidaridad intergeneracional y en principios de auto-valencia y envejecimiento activo; prevención y flexibilidad en el diseño de políticas, descentralización y subsidios del Estado y su rol regulador.  

Cuando los adultos mayores se asocian, superan la soledad y el aislamiento, el abandono y la decepción; así viven en mejores condiciones, las mujeres están más dispuestas a socializar, aunque los hombres, al principio, se resisten a superar sus prejuicios y pudores; cuando se deciden lo hacen para siempre.   

En el tiempo actual, los adultos mayores sienten y viven la soledad, magnifican sus enfermedades para llamar la atención, entonces la tarea es facilitar la convivencia y elevar su auto-estima.  

El principal factor que empeora la calidad de vida es la marginalidad social, derivada de factores, como la soledad, falta de integración, despreocupación por parte de la familia y nula actividad laboral.  

Las nuevas tecnologías aumentan su rezago; sin embargo, las generaciones actuales de adultos en plenitud están abriendo brechas y caminos, son el parte-aguas, y lo están haciendo muy bien!

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