Con gusto
les solicito publicar algunos poemas referentes a la violencia en Colombia, como
una estrategia de protesta frente a los actores en conflicto.
¡SILENCIO!
Por PEDRO
JESUS LIZCANO GARCIA (docente colombiano)
¡Haya
piedad, por Dios haya silencio!
Nadie se
atreva ahora a romper los crespones,
Del
mutismo de muerte que al lugar acompaña,
Ni
siquiera interrumpa el aura que circunda,
Esta
anchurosa casa, donde él un día vivió.
Todos
respeten píos, este vértigo eterno,
Fruto de
su imposible y temprana partida.
Dejemos
que el latido de nuestros corazones,
Transidos
por su ausencia inmensa, inevitable,
Muiste en
el silencio, la oración vesperal…
Era un
mancebo apuesto de apenas veinte años,
Vigoroso
y osado, destinado a triunfar,
Con un
caudal inmenso de sueños y esperanzas,
y un amor
sin reservas que lo esperaba ansioso,
para
juntar sus vidas, pronto, frente al altar.
Pero, la
guerra absurda que lo trastorna todo,
Lo enroló
en el ejercito de su amada nación,
Lo llevó
pronto al frente, a luchar según dicen,
“ a
defender su suelo, su heredad y sus glorias,
por la
ley, la justicia, por la paz y el honor.”
¿ Quiénes
lo asesinaron?… que sus paisanos fueron,
sindican
a un muchacho de la misma región,
que desde
el otro bando, pelea por una insignia,
que tiene
la guerrilla, que el mismo no comprende,
pero a la
cual defiende, con todo el corazón….
Que
fueron compañeros de banco allá en la escuela,
Que quizá
por sus venas, corra la misma sangre,
Pero, los
odios ciegos, ignoran la hermandad,
Irrespetan los lazos, no aceptan diferencias,
Aplastan
al contrario, sin ninguna piedad.
Por eso,
¡ haced silencio!… Respetad nuestro luto.
La
profunda tristeza de huérfanos, de amantes,
De madres
y de padres que lloran doloridos,
Que en
esta tierra abundan sin el menor rubor.
Enferma
está la patria, de tristeza y de muerte….
¡Es hora
del silencio, de la desolación!…..
¡Detengamos la guerra!
Por
Ricardo Almaviva
Que
callen los morteros, que paren los misiles,
Que más
nunca haya gente, pasto para las guerras,
Que ya no
haya más hombres que sufran y que mueran,
Que no
aumente la afrenta del mundo posmoderno,
Que
invierte sus dineros, sus esfuerzos, sus sueños
En
construir aleve más máquinas de muerte.
Ayer vi
muchos niños mutilados, sangrando
Sin
lágrimas sus ojos ocultaban su llanto,
Dejando
ver en cambio, muñones pavorosos,
Colgajos
de sus carnes, de sus cuerpos despojos
Gemidos
desgarrados, que duelen en el alma.
¿Qué
pensarán los hombres que inventan estas guerras?….
¿ qué
sentirán aquellos que con su inteligencia
han
creado presurosos la refinada técnica,
para que
nada falle, que se logre al instante,
más dolor
y miseria, más destrucción y sangre?….
¡Por
Dios, que pare la locura!…
que pare
este diabólico, frenético e insensato
vórtice
de pasiones, de rencores sin nombre,
no haya
más mutilados, ni huérfanos, ni viudas,
vuelva a
ser nuestro mundo, un remanso de paz.
De nuevo
un paraíso de ríos cantarinos
De
pájaros de flores, de sueños y de amores
Que sean
los hombres rectos, justos y bondadosos,
Y que
unidos disfruten de la inmensa belleza,
De la
naturaleza, que el Creador nos legó.
Señor… ¡
que callen los fusiles!
Que se
acaben las bombas, que cese la metralla,
Que no
haya ya más aviones, ni tanques destructores,
Que
mutilen y que dejen sangrantes a más hombres.
¡ Acaben
ya esas máquinas que la vida arrebatan,
y que
reine en el mundo, el signo de Tu amor!.
LA MUERTE NO DESCANSA
La muerte
no descansa
Y siente
ya mellada
Su
amenazante y torva
Guadaña
de pavor.
La hiende
con locura
En el
confuso mundo,
Cobrando
vidas nuevas,
De niños
que aterrados,
Ignoran
las razones
De este
injusto dolor.
En el
cielo una cohorte
De
arcángeles pregunta,
Al buen
Dios por la causa
De esta
desolación,
Quiere
traer respuestas
Y alivio
a los infantes
Que
inocentes imploran
Buscando
al Padre Bueno,
Que les
de su consuelo
En su
intenso dolor.
Dios al
mirar al mundo,
No sale
de su asombro,
Descubre
que el demonio,
Del
engaño, arquitecto,
Es la
causa primera,
Del dolor
que en la tierra
Sufre la
humanidad,
Que le
promete dichas,
Poderes
posesiones,
Fama,
glorias y honores,
Enseñándola a odiar.
La
envidia le coopera,
Predisponiendo al hombre.
Siembra
en sus corazones,
La duda y
el rencor,
Como es
mal consejera,
Engendra
tempestades,
Induce a
la barbarie
Y viene
la agresión.
La guerra
entra en escena,
Esparciendo el horror.
El Padre
Eterno dice
A su
legión de arcángeles,
“ la
libertad del hombre,
no puedo
arrebatar,
después
de esta barbarie,
llegarán
nuevos tiempos,
de paz y
de bonanza,
y la
guadaña infame
de la
muerte incesante,
tendrá
que descansar”.
LA ESCUELA SE HAYA EN GUERRA
Al recreo
oigo gritos de los niños que juegan,
Y
angustiado me asomo
Y
descubro entre las sombras que la maleza deja,
A Luis,
que de la escuela es el aventajado
Y que
ahora simula, estar atrincherado.
Al otro
lado, Jorge, el de los ojos claros,
A veces
se me duerme en clase de sociales
Y cuado
es escritura refunfuña rebelde,
Y evade
su trabajo.
Pero,
ahora lo veo entusiasmado,
Empuñando
arrogante como fusil calado
El palo
de una escoba.
Más atrás
perseguidos, escapan “ los muchachos”,
Son
Pedro, Antonio, José, Roberto y Julio,
Los niños
que más tristes se muestran en el curso,
Se les ve
desganados, flacos y paliduchos.
A veces
me confiesan, que no han desayunado,
Les “
adelanto” entonces, muy triste su “colada”,
Con un
pan, o una arepa o con un simple calado.
Roberto
es el huérfano. Relatan que su padre,
Murió
siendo muy joven, algunos años ha,
Que cayó
“ baleado”, explicación, no hay más.
Muy
triste a veces cuenta su duro desamparo,
Sus
angustias, sus hambres, su miseria y su llanto,
Entonces
lo acaricia y me besa la mano.
¿ Y
quiénes los persiguen?
William,
Rodolfo, Carlos, son los niños de al lado,
Porque,
según les gritan, robaron su ganado,
Y quieren
fusilarlos, para que no hagan daño,
Para que
haya escarmiento en la vereda entera,
Para que
en adelante, los ricos nada pierdan.
Miro a
Jorge que apunta a donde Luis está,
Me doy
perfecta cuenta que su fusil apresta,
Esperando
un descuido, de su amigo entrañable.
Que salga
de su escondite, para que alevemente
Lo pueda
acribillar.
Hay
ahora… ¡ sorpresa!… un simulado ruido,
Gritan: ¡
Viene el avión de guerra!
Y otros,
“ a tierra todos” … y empiezan a caer,
Naranjas
verdes, limones, mamoncillos,
Seguidos
de los gritos: “!caen las bombas chinos,
A las
trincheras ya”.!
De pronto
veo que un grupo a otro ata las manos,
¡ que son
los prisioneros que acaban de caer!
Simulan
dar de palos, de puños de patadas,
Algunos
gritan ¡ muerte !… no merecen vivir.
Otro
cruza azorado y me empuja con furia,
Corre
escapando raudo de aquel fuego cerrado,
Mientras
una pelota llena de tinta roja
Lo
alcanza de costado…. Y cae moribundo,
En un
charco de sangre…
¡Horror!… ahora me encuentro en medio de la guerra,
y vivo
sus miserias con escenas reales,
con sus
protagonistas, mis alumnos amados,
a quienes
diariamente les hablo de justicia,
de paz,
de mansedumbre, de amor a los hermanos.
Tal vez
mis enseñanzas no sean como sus vidas,
Tan
entusiastas, reales, dinámicas y claras,
Dicen que
son iguales , como la misma guerra,
Que así
son en la tele,
Que Juan
el otro día las vio desde su casa,
Entre un
grupo de “muchachos”, contra otro de “paracos”.
¡SILENCIO!
¡Haya
piedad, por Dios haya silencio!
Nadie se
atreva ahora a romper los crespones,
Del
mutismo de muerte que al lugar acompaña,
Ni
siquiera interrumpa el aura que circunda,
Esta
anchurosa casa, donde el un día vivió.
Todos
respeten píos, este vértigo eterno,
Fruto de
su imposible y temprana partida.
Dejemos
que el latido de nuestros corazones,
Transidos
por su ausencia inmensa, inevitable,
Muiste en
el silencio, la oración vesperal…
Era un
mancebo apuesto de apenas veinte años,
Vigoroso
y osado, destinado a triunfar,
Con un
caudal inmenso de sueños y esperanzas,
y un amor
sin reservas que lo esperaba ansioso,
para
juntar sus vidas, pronto, frente al altar.
Pero, la
guerra absurda que lo trastorna todo,
Lo enroló
en el ejercito de su amada nación,
Lo llevó
pronto al frente, a luchar según dicen,
“ a
defender su suelo, su heredad y sus glorias,
por la
ley, la justicia, por la paz y el honor.”
¿ Quiénes
lo asesinaron?… que sus paisanos fueron,
sindican
a un muchacho de la misma región,
que desde
el otro bando, pelea por una insignia,
que tiene
la guerrilla, que el mismo no comprende,
pero a la
cual defiende, con todo el corazón….
Que
fueron compañeros de banco allá en la escuela,
Que quizá
por sus venas, corra la misma sangre,
Pero, los
odios ciegos, ignoran la hermandad,
Irrespetan los lazos, no aceptan diferencias,
Aplastan
al contrario, sin ninguna piedad.
Por eso,
¡ haced silencio!… Respetad nuestro luto.
La
profunda tristeza de huérfanos, de amantes,
De madres
y de padres que lloran doloridos,
Que en
esta tierra abundan sin el menor rubor.
Enferma
está la patria, de tristeza y de muerte….
¡Es hora
del silencio, de la desolación!…..
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