Luego de sufrir un ataque al corazón es necesario cambiar muchos de nuestros hábitos, si queremos evitar el riesgo de padecer otro más, normalmente mucho más grave. Entre los hábitos que necesitan de estas modificaciones se encuentran los programas de ejercicio.
Ahora bien, es un error creer que un problema cardiaco de estas características nos reduce las posibilidades de hacer ejercicios. Es cierto, indudablemente, que las modifica, ya que no el estado de nuestro organismo ha cambiado y es necesario que nos adaptemos a estos cambios, principalmente para no arriesgarnos a tener algún tipo de complicación extra. Pero no hay que dejar el gimnasio totalmente de lado. Más bien todo lo contrario.
Es sabido que el ejercicio puede ayudar a prevenir los problemas cardiacos cuando el cuerpo todavía está sano, que el trabajo que el corazón realiza cuando nuestro cuerpo está en movimiento le permite ganar fuerza y que, como todo músculo, cuanto más fuerte está mejor puede realizar su trabajo.
Pero mucha gente supone que una vez que ya ha sufrido el ataque al corazón el ejercicio se vuelve contraproducente o, al menos, deja de tener ese valor de prevención que tenía anteriormente. Esto es un error en el que se cae con bastante facilidad.
En realidad, sucede todo lo contrario. El conocimiento con el que contamos actualmente nos permite plantear que el ejercicio puede ayudar a prevenir el riesgo de tener otro ataque al corazón en aquellas personas que ya han sufrido un ataque.
Por supuesto, estamos hablando de un programa de ejercicios bien planeado y realizado de forma regular, con los cuidados y precauciones que son lógicos en estos casos.
Los cuidados necesarios
Hay un par de consejos simples que tenemos que tener en cuenta antes de comenzar a pensar en la rutina que vamos a llevar a cabo luego de haber sufrido de este problema cardiaco:
– Consultar al médico: No se puede comenzar un programa de ejercicios sin consultar al médico. Esto es prácticamente una ley. Y es aun más importante en el caso de una persona con una condición de salud particular como esta de la que estamos hablando en este momento.
– Atención con los síntomas: Puede ser que no hayamos tenido un ataque al corazón formalmente declarado, pero que hayamos sufrido de algunos síntomas que puedan hacernos pensar en esta posibilidad. En estos casos también tendríamos que tener cuidado especialmente a la hora de comenzar a planear la rutina.
– El programa: Para fortalecer el corazón sin arriesgarnos a sufrir daños aun mayores por causa del exceso de ejercicio (algo que es posible) tenemos que tener un programa adecuado para nuestro estado de salud y físico particular.
Los síntomas
Hay una serie de síntomas de problemas cardiacos a los que tendríamos que prestarle atención, por lo que decíamos anteriormente cuando dábamos los consejos:
– Molestias en el pecho, con dolor, sensación de estarse quemando, pesadez, presión anormal, etc…
– Atontamiento repentino
– Falta de aliento
– Transpiración
– Debilidad
– Palpitaciones
– Latidos del corazón irregulares
– Dolor o sensaciones molestas en el estomago, cuello, mandíbula, espalda o brazos. Estos síntomas se deben a que el corazón no está recibiendo suficiente oxigeno y no está pudiendo trabajar de forma normal
Lo que es siempre muy importante recordar es que sí cualquiera de estos síntomas que hemos estado repasando en este último apartado comienza durante la ejercitación es necesario detener la rutina y buscar inmediatamente la ayuda de un médico calificado que pueda decirnos que está sucediendo con nuestro cuerpo y hasta que punto podemos seguir forzándolo a trabajar de la manera que lo estábamos haciendo.
Por supuesto, este mismo profesional de la salud seguramente nos podrá indicarnos que tipos de tratamiento tenemos que seguir y cuales son los caminos que tenemos que seguir para dejar cualquier riesgo de lado.
La respuesta es el ejercicio
Como vimos a lo largo de este artículo, el ejercicio es una de las grandes ayudas que tenemos para permitirnos una mejor vida luego de algo tan difícil de superar como es un ataque al corazón.
Teniendo esto en cuenta podremos superar, al menos en parte, los miedos de sufrir un problema aun mayor.
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