Cuando nos hallamos bajo una presión intensa, el cerebro recurre a mecanismos de defensa primitivos e instintivos, comunes a muchos de nuestros hermanos de la escala zoológica. Este reflejo es inevitable, nos invade, se apodera de nosotros y es, a la vez, la respuesta a un estímulo.
El cuerpo se prepara para defenderse, la huída o la pelea son las dos opciones que siguen, y una gran cantidad de adrenalina es liberada por nuestro organismo.
Si los estímulos y la respuesta son recurrentes, o frecuentes, sobreviene el stress, o agotamiento que se manifiesta a través de múltiples señales. Irritabilidad, trastornos en la conducta, el sueño, y la alimentación, y respuestas inadecuadas.
Trabajo y stress son casi sinónimos. La cantidad de horas que pasamos en la oficina y la mezcla de responsabilidades y relaciones interpersonales hacen del trabajo, el ámbito en el que más frecuentemente estamos sometidos a situaciones estresantes.
Y perder los estribos en la oficina, reaccionar airadamente o con enojo, pueden significar la negativa a una promoción o directamente un despido.
Sin embargo, tenemos forma de detenernos antes de perder la cabeza, frenando el flujo de adrenalina y evitando que la irracionalidad ocupe el lugar del intercambio amable y firme pero civilizado.
El truco es mantener una distancia prudente entre las situaciones de tensión que nos tienen como protagonistas y nosotros.
A continuación ilustraremos con una serie de ejemplos, modos de cambiar nuestros impulsos en respuestas adecuadas.
¿Cuál es la pesadilla de todos quienes están expuestos a los medios o al público?
Políticos y hombres de negocios temen ser sorprendidos frente a un auditorio por una pregunta para la cual no tienen una respuesta pensada de antemano. Y podría pasarnos a nosotros. ¿Cuáles, en este caso, son las respuestas posibles?.
En primer lugar las convenciones obligan al auditorio a ser respetuoso con quienes disertan o hacen una exposición y adherirán al curso de la presentación, y Ud. debe recordar que tiene el control de su discurso.
Si somos sorprendidos por una pregunta fuera de programa, el pánico puede apoderarse de nosotros, y nos sentiremos, además, presionados a disimular el tartamudeo o el sudor nervioso.
Dígale a la persona que la pregunta es interesante y que le gustaría abordar la respuesta si tuviera un tiempo del que no dispone en esta oportunidad. Ganará tiempo y podrá idear una respuesta.
Si la pregunta es relevante, puede también humildemente admitir que no tiene una respuesta para ella, pero si quien le formula la pregunta le concede un tiempo suficiente, Ud. Tratará de responderle lo antes posible. Finalmente somos seres humanos y no tenemos porqué saberlo todo.
Ha sido una jornada larga. Ud y el equipo del que forma parte están abocados a llevar adelante un proyecto que está en el inicio. Uno de sus compañeros, inesperadamente, lo acusa de que Ud.
Toma por momentos el lugar del jefe, cosa que lo irrita muchísimo, y si no ¿qué significa este mail que Ud. le envió?, lo acusa de “mandonearlo”.
Ud. siente que es atacado y debe defenderse. Su respuesta es que el proyecto es exigente y aconseja con sorna a su compañero que deje de lado la sensiblería, que no hay tiempo para eso.
La discusión escala, la tensión aumenta provocándole a Ud. Y a las personas alrededor un stress mayor. No hay visos de entendimiento.¿Y qué ha ocurrido aquí?.
Al adoptar una actitud defensiva Ud. Acepta la hostilidad de su acusador. Es tiempo de detenerse, respirar profundamente y contestar, por ejemplo :”Entiendo que te sientas de esa manera, estamos todos expuestos a una situación de gran stress, te pido disculpas si te ofendí”.
La amabilidad desarmará a su oponente quien esperaba un intercambio agresivo. La animosidad se disipará en el aire y Ud. Comprobará que a veces es mejor ser inteligente que tener la razón.
Supongamos ahora que Ud. Se entera de que alguien en la oficina está haciendo comentarios o esparce chismes sobre Ud. Cosa que ocurre a menudo en el ámbito laboral. Lo peor que podemos hacer es esperar a que el asunto desaparezca como por encanto.
La estrategia es abordar a la persona en cuestión en algún momento en que los dos se encuentren solos.:”Me enteré de que dijiste ésto,¿ hay alguna cosa que quieras decirme?.
Cualquiera sea la respuesta, mantenga la calma y no se muestre ofendido, llévelo a su propio terreno, háblele de algo que tengan en común, la antipatía por un cliente o jefe, o la necesidad de que el proyecto en el que están trabajando resulte exitoso.
Desvíe la atención de Ud. Mencionando el bien común :”Si dejáramos de lados nuestras diferencias podríamos obtener excelentes resultados, cosas como éstas socavan la moral del grupo”.
El tono amable desarmará al chismoso, que deberá cerrar la boca. Si esto no ocurre, hágale saber, conservando siempre la calma, que de continuar con su conducta, lo reportará a sus superiores.
Por último, hay una tarea que debe realizarse a más tardar en una fecha cercana. Ud. Teme que no llegará, los clientes esperan, la situación lo desborda.
No pierda la calma ni se abandone a la desesperanza o a la ansiedad. Ponga el foco sobre la tarea que debe realizar y no sobre la fecha, empezando con aquellos trabajos que necesitan la supervisión o el visto bueno de otros, a fin de evitar contratiempos de último momento.
Evite las distracciones, el teléfono, Internet. Delegue trabajo si tiene la oportunidad de hacerlo. Puede dividir las tareas en pasos y asignarle un tiempo a cada una y ocurra lo que ocurra, mantenga el foco sobre el trabajo.
El stress en el ámbito laboral afecta a todos por igual, jefes y subalternos. Debemos aprender a trabajar con obstáculos y en momentos críticos, sin entregarnos al instinto que nos urge a explotar.
La satisfacción que provoca tener el control de una situación hará que Ud. Haga milagros.
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