Necesita de razones para subsistir en un mundo condicionado por la colectividad … El enamoramiento teme la pérdida del ser amado y demanda conductas y respuestas programadas por una sociedad dormida que no comprende los fundamentos del bienestar, la felicidad y el crecimiento.
Esta destinado al fracaso y a la monotonía, al aburrimiento y al desconsuelo propios de seres débiles que no se respetan y que no aceptan la posibilidad del cambio y de la transformación por falta de valor y poca confianza en sí mismos.
Se trata de seres sumisos y conformistas atenidos a las circunstancias. Personas que no aceptan el reto de ser ellas mismas por temor al fracaso y a la soledad. Personas que prefieren atender y satisfacer las expectativas de terceros antes que las propias porque es mas cómodo, más sencillo y aceptado por todos.
Son quienes desde la debilidad, señalan con dedos de fuego a los que se atreven a ser impecables en su amor y congruentes consigo mismos. Son los que juzgan y critican sin piedad a quienes desean abrazar al destino con valor, por amor a la vida, por amor a ellos mismos, por amor a la verdad y que desean con toda la fuerza de su corazón, ser plenos, auténticos y cumplir consigo mismos y en libertad antes que con nadie más…
El verdadero amor, no requiere de sustento alguno, emana de la individualidad, se da en libertad y jamás impone condiciones … es la prueba suprema ante la cual todas las demás se subordinan porque lo da todo sin pedir nada a cambio.
El verdadero amor es ejemplo de valentía y sencillez. El verdadero amor no se subordina a nada ni a nadie y no teme al tiempo, ni a la crítica porque abraza la realidad del momento presente y lo hace suyo para amar. El verdadero amor no ata…, libera. Reconoce la magia de la vida y la celebra momento a momento, como se paladea al buen vino que supo esperar…
El verdadero amor carece de pretensiones y no supone nada a la sombra de pasados confusos e inciertos, o futuros por venir, para el amor verdadero cada instante es nuevo y una oportunidad para perpetuar la espontaneidad de la vida envuelta en el misterio de la ternura y de la comprensión.
El amor verdadero perdona porque se sabe humano y débil frente a los embates del error y acepta desde siempre que también puede fallar. El amor verdadero no elige caminos, los recorre todos… y así como comparte momentos de éxtasis y regocijo, también destina espacios para estar consigo mismo y recrearse en su propia luz porque no sabe de sombras.
El amor verdadero es reflejo de nuestra paz interna y el umbral de nuestra conciencia que sabiéndose una, aspira a conocerse para testimoniar el milagro de la vida e intuir en todo momento a su creador : en la mirada de un niño, en el aroma de una flor, en la suave brisa de una tarde de verano o en la caricia de quien te llama por tu nombre, te espera con luz en el corazón, miradas eternas y un “ te amo…”, en silencio…
El verdadero amor es todo menos miedo a la entrega o lejanía, porque no conoce de distancias en el tiempo ni en el espacio, se renueva a sí mismo en la frescura del encuentro cada vez nuevo, espontáneo y único.
El verdadero amor no se repite, explora caminos nuevos en cada entrega y sabe decir adiós porque uno nunca sabe si será la primera o última vez…. el amor verdadero contempla en silencio, a la luz de una vela o a mil años luz de distancia, entre planetas, cometas y galaxias. …
El verdadero amor no sabe negociar porque no conoce de puntos intermedios… es, o no es del todo… Sabe poner límites y aceptar limitaciones. El amor verdadero no es limosna ni premio… es lo mejor de ti mismo, por eso llega y parte sin aviso.
El silencio es su lenguaje porque dice más con una mirada que con mil palabras. En ocasiones es bueno tomar distancia y desde la lejanía intuir su presencia invisible que canta en solitario…. porque la reflexión en soledad es amiga del corazón sensible y honesto.
A veces no basta con alejarse, en ocasiones es prudente reconstruir en soledad los castillos y jardines de nuestro SER para alegrarlos con flores y tener historias nuevas que contar en el retorno…. En ocasiones deberás cruzar puentes inauditos de FE y de esperanza y recorrer caminos nuevos y ajenos para renovar tu FE en la vida y así, constatar una vez más que el amor no te abandona, que eres tú quien le abandona.
Comprenderás que la paz interna es fuente inagotable de serenidad que emana de tu espíritu. Sabrás que el corazón no tiene dueño ni posesiones, que es libre y que nunca se detiene. Porque la dicha es como una flor al viento que vive para sentir sus caricias al caer la tarde, a la espera de estrellas anunciando paraísos de ternura y comprensión. El verdadero amor no conoce de angustias, ni de miedos, ni de espantos, es pleno y sereno como la luna llena…
Si te hablan de nuestro amor…, no apures conclusiones, no juzgues, no critiques, sé gentil y calla que poco o nada sabes de nuestra historia y tu opinión podría lastimar…
Respeta el monumento al amor que entre nosotros dos construimos en nuestro tiempo y que aún vive… y que está ahí…, contemplándose y contemplándonos en silencio y a la espera del destino para ser fiel a sí mismo, entregarse nuevamente a la luz de la vida y al sueño del reencuentro.
O morir de pie.., como árbol. A la orilla de la orilla del tiempo.., en silencio, sin prisa.., con una estrella en la mirada y muy…, muy lejos del paraíso…
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