Sexualidad femenina: mitos que se niegan a desaparecer
Tendría yo unos 8 ó 10 años, cuando un día veo a mi abuela poner la escoba detrás de la puerta de la calle. Sorprendida, le pregunto por qué la colocaba ahí si ese no era su puesto. Caminando, con aquel balanceo tan típico en ella, me contesta:”Déjala, no la toques. Hoy no quiero que venga visita. Tengo la cabeza mala.”
Un tiempo después, voy a casa de mi tía Naty, una mujer que entonces me parecía entrada en años –hoy seguro que no–, y observo en su cuarto la imagen de San Antonio, puesto de cabeza. “Tía, pobre santo”, le digo. Ella, un tanto molesta, detiene su mirada en aquella imagen de yeso y arremete:”Así tiene que estar, a ver si me acaba de conseguir un marido ¡ urgente¡
Ah…¡ el universo de los mitos ¡ Esas falsas creencias, transmitidas de boca en boca y que, asombrosamente, muchas de ellas siguen sentadas en el trono de las grandes verdades. A veces, la gente se las apropia como una especie de consuelo, como es el caso de mi tía quien se pasó años con el trajín de San Antonio. Al fin, se vino a casar cerca de los 40, mucho después que la vieja imagen se había hecho añicos de tanto estar colgada.
Cientos de mitos le dan la vuelta al planeta y, en alguna parte de este mundo, alguien cree en ellos. Muchos, han caído en desuso debido, en particular, al avance de la ciencia y la técnica y al desarrollo educacional e informativo de las personas. Pero otros aún encuentran oídos receptores. Quizás una de las áreas donde ha existido y existe un fuerte entramado de mitos es en la esfera de la sexualidad humana.
Veamos algunos de los que aún hoy tienen gran público:
Frigidez
q La mujer es más “fría” que el hombre. Le interesa menos la relación sexual.
Tal errónea creencia se escucha no sólo en boca de hombres, sino en boca de las propias mujeres quienes realmente piensan que ellas tienen menos necesidades sexuales . Tan dañino supuesto perjudica, obviamente, el desarrollo y el disfrute de la sexualidad, así como una relación de pareja mucho más enriquecedora.
Como ya dijimos anteriormente, lo único que resulta distinta es la respuesta sexual de mujeres y hombres. Pero nada tiene que ver con el nivel de excitación, la frecuencia y las necesidades sexuales que sí son las mismas.
Tener más o menos capacidad erótica responde a las distintas características educativas, personales y sociales y no a diferencias de sexo.
Deseo, aléjate de mi
q La mujer no debe ser quien pida o inicie el acto sexual. Tampoco debe mostrarse demasiado ardorosa.
¿ Qué quiere decir esto ? Años, siglos de desigualdad y sumisión han metido en las mentes humanas que la mujer debe esperar por la iniciativa del varón y asumir en la relación sexual una actitud más bien pasiva o de complacencia. Tengo un amigo querido, colega y joven por demás, que me ha dicho que en la cama, a él le gusta marcar la pauta, ser el puntero, el miembro activo, y no soporta que sea de otra manera.
Cuando una mujer asume desinhibidamente un estilo audaz en el sexo, puede ser mal visto por su pareja. Hay varones que piensan que esa manera desenfadada es propia de promiscúas o con demasiada experiencia en el lecho, y esto no resulta de su agrado.
Es parte del honor, de la autoestima del macho, varón, masculino creer que en la cama saben más y son más diestros que las mujeres. A veces, cuando una mujer le demuestra que pasa lo contrario, no pocas veces surgen “caritas” o también criterios agraviantes, como el de catalogarla con adjetivos nada pulcros o insinuarle burlonamente que padece de “fuego uterino”.
Conversando con un grupo de varones de 18 y 19 años sobre este tema tan controversial, se produjo un interesante debate marcado por las diferencias de género. Una parte asumía como “normal” que una chica tuviera mayores experiencias sexuales que los varones; otros, no veían el asunto de esa manera y gustaban de muchachas a las que ellos pudieran enseñar las artes eróticas.
Sin embargo, la mayoría coincidió en que para una “relación seria y estable”, más bien “oficial”, como dicen, prefieren a una chica que no importa que sea virgen o no, pero que no tenga experiencia; no más que ellos, por Dios.
Sin embargo, en general, se ve como una gracia –o admiración— tanto por mujeres como por varones, a un hombre que se cataloga a sí mismo (o lo cataloga su compañera sexual o su grupo de amigos) de gran ardor erótico y rendimiento sexual.
Con la creencia de este injusto mito muchas mujeres, aunque deseosas de tomar la iniciativa, no se atreven por lo que se puede pensar de ellas.
Sin embargo, las parejas asertivas y desprejuiciadas, que asumen la sexualidad sin mitos ni tabúes, donde indistintamente uno u otra toma la iniciativa o recrea el encuentro de manera espontánea, eliminan en el hombre esa expectativa-presión que significa que él siempre tiene que llevar la voz cantante.
¿Importa el tamaño del pene?
q La satisfacción de la mujer depende del tamaño del pene.
Este mito está muy difundido y no son pocos los varones que así lo creen, como pudieron apreciar en la investigación que aparece en este mismo capítulo. Sin embargo, numerosas encuestas de diversas latitudes demuestran que las mujeres les interesa más un amante cariñoso que la longitud del miembro masculino.
Menopausia, ¿tumba del deseo?
q La sexualidad termina con la menopausia.
La pérdida de la menstruación solamente marca el fin de la vida fértil. A partir de entonces, ya no se puede tener hijos, pero de ninguna manera, marca la terminación del deseo y necesidades sexuales.
En investigaciones recientes, realizadas en Cuba y en otros países, se ha comprobado que muchas mujeres, por el contrario, disfrutan más sus encuentros sexuales que antes cuando eran fértiles, y entre las razones de peso se encuentra la tranquilidad de saber que ya no quedará embarazada.
q Sólo en la juventud se goza de una buena sexualidad.
El gran prejuicio de nuestra cultura impide aceptar que la mujer madura y añosa es sexualmente tan aceptable y deseable como la mujer joven, afirma en su libro “Hacerse mujer”, María Luisa Lerer, una especialista del tema.
Y agrega que los medios de comunicación tienen su porción de responsabilidad en esto, al presentar siempre a la sexualidad-genitalidad unida a cuerpos jóvenes y hermosos. Así van convenciendo a la mujer que el placer sexual es propiedad de los físicos privilegiados.
Con tales condicionamientos no es difícil que la mujer mayor crea que el erotismo, ya para ella, es algo vergonzante. Que, sencillamente, pasó su tiempo.
Sin embargo, añade la especialista, lo que resulta sexualmente atractivo y estimulante a los varones maduros es aquella mujer que se mueve con sensualidad y seguridad dentro de su propia piel. No hay nada más seductor que la mujer que se ama a sí misma.
Y termina diciendo algo muy cierto: no existen patrones para medir el atractivo sexual porque en ese mundo, para gustos se han hecho colores…
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