El acto de escribir supone una acción inconsciente en la cual el sistema nervioso, por intermedio de la mano, imprime en el papel nuestra personalidad.
A partir de allí, el Grafólogo deberá interpretar este rompecabezas en el que se esconden todos nuestros deseos más profundos, nuestras necesidades, nuestros temores, todo aquello que no nos deja seguir avanzando, como así también las potencialidades que todavía no asomaron en nuestra vida y tal vez no podemos ver.
¿Quien guía nuestro proceder, los mandatos a los cuales todavía nos seguimos rebelando o por los cuales no actuamos por miedo?, ¿los impulsos que nos hacen actuar como niños que no pueden esperar y quieren todo ya?
¿O ya nos pudimos desprender de nuestra infancia y empezamos a recorrer nuestro propio camino, concientes de lo que queremos y actuando en consecuencia?
El conocimiento de uno mismo nos lleva al camino del crecimiento personal y por consiguiente a sentirnos más a gusto con nuestra vida.
Suponemos que pasamos una sola vez por esta vida, tratemos de conocernos para lograr los objetivos que ansiamos profundamente. El camino del crecimiento es una serie de peldaños y el primero es el autoconocimiento, para lo cual a veces necesitamos una ayuda. La Grafología puede ser una opción.
Por Gabriela Tiscornia
Grafólogo Público
Mat. Nº 61325
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