Muchas personas con cáncer se sorprenden a diario al escuchar que el ejercicio puede ayudarlas a sentirse mejor. Hasta hace poco, los médicos recomendaban a sus pacientes con cáncer evitar todo tipo de actividades que pudieran acarrear fatiga.
El aviso parecía sensato. Después de todo, la fatiga es un mensaje que envía tu cuerpo cuando siente la necesidad de descansar. Por lo tanto, se pensaba que el ejercicio podría acabar las escasas reservas de energía de una persona enferma.
Los estudios han demostrado, sin embargo, que el exceso de descanso reduce las reservas de energía aún más. A medida que los músculos y los huesos se debilitan, las actividades necesarias para la vida diaria se vuelven mucho más difíciles.
Un simple paseo desde el dormitorio hasta la cocina puede convertirse en una odisea casi imposible de realizar. ¿La solución? Siempre que es posible, las personas con enfermedades crónicas, como el cáncer, deben realizar actividades físicas moderadas para incrementar la fuerza, la resistencia y la energía.
La consulta médica, antes que nada
“¿Debo consultar con mi doctor primero?”, podrías estar preguntándote ahora. Desde luego, debes hacerlo. Cada persona es diferente, de modo que deberías escuchar a tu médico de cabecera decir explícitamente que el ejercicio te será beneficioso.
Considera no sólo las limitaciones impuestas por la enfermedad sino también factores como problemas en rodillas, espalda y otros, que podrían afectar la realización de la actividad física. Busca tantos consejos como puedas encontrar, y pregunta puntualmente qué actividades puedes realizar y qué actividades es conveniente evitar.
Si has tenido una cirugía recientemente, o estás sometiendo a tratamientos de quimioterapia o radiación, asegúrate de obtener instrucciones específicas en cuanto a los ejercicios. Por ejemplo, tú no deberías ejercitar en las 48 horas posteriores a la quimioterapia, ni tampoco hasta que los síntomas de náuseas hayan desaparecido por completo.
Por otra parte, no todos los que padecen cáncer deben ejercitar, y es posible que haya períodos durante el tratamiento en los que sea conveniente descansar. Pregúntale a tu doctor por los signos o síntomas que indicarían que no debes ejercitar, tales como fiebre, incremento del dolor e hinchazón.
Beneficios del ejercicio
Si el doctor te dice que puedes ejercitar, es importante que comiences a hacerlo lentamente y que vayas progresando en forma gradual. Las investigaciones han demostrado que incluso el ejercicio en pequeñas dosis –caminar unos pocos minutos todos los días- puede ayudar a disminuir las sensaciones de fatiga e incrementar los niveles de energía.
La actividad física, asimismo, puede tener repercusiones favorables sobre la calidad del sueño, y se ha visto que ayuda a contrarrestar el insomnio que padecen muchos enfermos de cáncer.
A medida que los músculos y las articulaciones están más fuertes, y tu resistencia mejora, las tareas que impone la rutina diaria comenzarán a parecer más fáciles. Y lo serán. Si el tratamiento te ha provocado pérdida de masa muscular, el ejercicio te ayudará a recobrar algo de la fuerza que has perdido.
Algunas personas reportaron que, a raíz de la actividad física, se han reducido los niveles de estrés, ansiedad y depresión. También muchos afirman que el ejercicio les ayuda a sentirse mejor, más confiados y en control del tratamiento. Finalmente, gran cantidad de enfermos de cáncer destaca que el ejercicio les ayuda a sobrellevar el tratamiento con mucha más entereza.
Ejercicios recomendados
El cáncer abarca a más de 100 enfermedades distintas, cada una con sus propias características y tratamientos recomendados. No hay dos personas con cáncer que sean iguales, y las investigaciones acerca del beneficio del ejercicio en los enfermos de esta patología están recién en sus primeras etapas.
Por lo tanto, hasta el momento, no existen guías de recomendaciones de ejercicios, excepto que todo lo que se haga debe ser hecho moderadamente y en forma gradual, para evitar lesiones y complicaciones inesperadas.
Si has sido intervenido quirúrgicamente hace poco, es posible que estés trabajando con un terapeuta físico en vistas de estirar y fortalecer los músculos alrededor de la zona de la operación.
También es posible que estés caminando cortas distancias para mejorar tu resistencia física. A medida que la recuperación progresa, podrías conseguir, en forma gradual, ejercitar más tiempo y más fuerte.
Trabaja con un terapeuta físico o un profesional deportólogo que tenga experiencia en el tratamiento de personas con cáncer. Incluso, tal vez puedas localizar un grupo específico de personas con tu mismo problema.
La mayor parte de los programas de ejercicios incluyen distintos tipos de actividades. La actividad aeróbica –como caminar, andar en bicicleta o nadar- es recomendada para mejorar la resistencia del paciente.
El levantamiento de pesas y el gimnasio, por su parte, sirven para incrementar la fuerza muscular y articular. El estiramiento es fundamental para lograr flexibilidad. El ejercicio mejorará tu estado físico siempre que le pidas a tu cuerpo que haga un poco más de lo que está acostumbrado a hacer usualmente.
Por ejemplo, si puedes caminar cinco minutos si cansarte, entonces camina seis. Si ya has caminado un kilómetro o más y no experimentas fatiga, apura el paso o prueba recorriendo una distancia mayor.
Ahora ya lo sabes, luchar contra una enfermedad no es sinónimo de acostarse a mirar televisión. Ve en busca del consejo de un profesional y, si tienes su permiso, comienza a ejercitar. Pronto te sentirás más fuerte y animado.
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