Dos caminos para una mujer invisible

¿Te has convertido en una mujer invisible, ante tu pareja?

Hermana
terráquea, si tu pareja nunca te mira, desayuna detrás del periódico y cena con
el control remoto en la mano,  y cuando le hablás te contesta de mal modo con
oraciones de dos palabras como Tarzán, alpiste perdiste, te has
convertido en la mujer invisible, y él pasó a ser uno de esos tipos que
no abandonan a la esposa con tal  de no tener que darle el beso de despedida.

Ahora
bien, ante una Eva que se precie, malherida en su narcisismo, se abren dos
caminos. El primero sirve si quiere  volverse comestible ante los ojos de
tu congelado Adán, y para eso hay varias opciones que pueden enumerarse de mayor
a menor según su costo de realización. Veamos:

1)       
Hacerse un transplante de cara (como Isabelle Dinoire en Paris). El problema es
que debería ser el rostro de una finada, y no cualquiera, ya que para
despertar la atención de tu bello durmiente necesitas algo bien fuerte,  por lo
tanto tienes que esperar que alguna modelo internacional famosa contrate al ex
chofer de Lady Di para escapar de los periodistas y …todo lo demás son
trámites.

2)       
Algo menos eventual puede ser intentar un operativo de reciclaje local rápido:
por ejemplo, un combo que comprenda “lolas” más grandes, estiramiento de
pómulos, inyección de colágeno en los labios, y cirugía de nariz para dejarla
pequeña y respingadita.  En nuestro país hay médicos excelentes que en unas
horas pueden transformar La Gioconda en Amira Yoma.

3)       
Para quienes le temen al cuchillo existen los tratamientos faciales y
corporales, el drenaje linfático, los masajes con piedras calientes, el
peeling
, la dermopigmentación, la permanente de pestañas, la terapia
del arco iris y la tintura para el cabello.  Eso sí, vas a tener que renovar la
cédula porque ni tus hijos te van a reconocer cuando vuelvas.

4)       
Otro detalle importante es renovar el carácter: la mujer deseable (acorde a las
fantasías sexuales masculinas) es como Luciana Salazar en las fotografías, está
siempre insinuante, dispuesta, maquillada, con poca ropa, y sobre todo, callada.

Ahora
bien, también existe la posibilidad de intentar otro camino. Esto ocurre cuando
una mujer se da cuenta que ella misma sostiene con la mano el hilo que la ata. 
En ese caso las variantes a seguir pueden ser distintas.  Veamos:

1)    

Dar un
shot
 en el trasero al marido embalsamado y que el botox se lo agarre
él comiendo canelones en lata cuando nadie le prepare ni un té con limón.

2)    

Una vez
libre del cadáver insepulto, la cosa pinta para que Julieta cumpla sus
asignaturas pendientes, todo lo que dejó de hacer por esa media naranja que se
transformó en perejil. Esto le devolverá la sonrisa perpetua y una luz al rostro
que encandilará a todos, y sin dudas, pronto se le acercará el Romeo que la
atienda como corresponde.

Así es,
mujer invisible, los caminos son dos, ya que como afirma una famosa frase,
envejecer es inevitable, pero crecer es opcional. ¿Vos cuál elegirías?

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