A MANERA DE INTRODUCCIÓN
El 20 de
enero de 1993, por Resolución 27/93, la Secretaría de Turismo de la Nación firmó
un Convenio con la Sociedad Argentina de Agencias de Viajes y Turismo (A. A. A.
V. y T.) con el fin de ampliar los mecanismos puestos en funcionamiento con la
creación del Registro de Idóneos que maneja esa corporación.
En los considerandos de aquella Resolución que revalidaba ese Convenio se afirmaba que
el mismo posibilitaría “ordenar y proveer al buen funcionamiento de las
Agencias de Viajes (…) proteger al turista a través de un desenvolvimiento de
alta responsabilidad, honestidad e idoneidad técnica y operativa que aseguraran
una eficiente prestación de los servicios”.
En su momento – 10 de febrero de
1999 -, comenté públicamente que a mi modesto entender (durante años ejercí
funciones en la Secretaría de Turismo), ese convenio fue algo así como inventar
una bicicleta… con marcha atrás.
Entre la picardía empresarial y la credibilidad
Seguramente se preguntarán por qué tarde
seis años en formular ese comentario. Es que en por aquel entonces escribía para
“Radio Show”, un programa conducido por Pablo Ramírez en la
1030 Del Plata. Mi nota se propaló poco después que se produjera el
sonado affaire de “Turismo Babel” (febrero de 1999), la E. V. T.
que dejó varados a muchos argentinos en la zona del Caribe.
Asimismo, ese día
puntualicé otras viles estafas producidas por poderosas empresas llamadas
“Sol Jet” (1995), “Guamatur” (1996), “Queen” (1996),
“Mágnum Travel” (enero de1999). Las agencias cerraron, los titulares fueron
procesados, aunque quedaron sueltos porque integraban firmas legales que
quebraron, y los frustrados turistas jamás vieron un solo peso…
La Secretaría de Turismo,
según la ley 18829 y su Decreto Reglamentario 2182/72, inició sumarios, aplicó
multas y las cobró hasta cubrir el monto de los seguros de caución emitidos a
su favor ($ 47.730.- por cada una de las empresas). Pero ese dinero – por
ley – fue a parar a las arcas del Ministerio de Economía, el único ganancioso
con estos entuertos.
Las normas y convenios heredados del menemismo no han
impedido una nueva estafa: la que “Zaiga Travel” concretó en el ámbito
del turismo juvenil. Como en otras ocasiones – ¿recuerdan a los chicos tucumanos
abandonados por “5 Cinco Zonas” en Bariloche en enero pasado? -, decenas
de jóvenes (y sus padres, que aportaron los morlacos) confiaron en una agencia
de viajes para que, contrato mediante, les cumplimentara lo que se dio en
llamar “Turismo Estudiantil”.
Esto es, que los jovencitos
celebraran con un “tour” a San Carlos de Bariloche la culminación de sus
estudios secundarios. El acuerdo se llevó a cabo mediante el sistema
“pague ahora y viaje después” ( como solía decir mi abuelo Isidro en
ciertas ocasiones: ¡Si Mandinga lo permite!).
Puedo afirmar enfáticamente que los
damnificados por esa empresa, propiedad de Tours & Travel S. R. L., firma
integrada por Marcelo Fabián Rollandi y Osvaldo Oscar Rollandi,
jamás obtendrán resarcimiento alguno, ni moral ni económico. No lo
lograrán en los estrados judiciales, donde seguramente recurrirán, ni tampoco
en la Secretaría de Turismo donde interpusieron sus quejas.
El organismo rector
que dirige Carlos Enrique Meyer carece de facultades para paliar en
alguna medida el daño cometido y posibilitar que los jóvenes tengan su viaje a
Bariloche.
¿Hay culpables? Sí, los que cometieron el
ilícito. ¿Hay responsables? Por supuesto: quienes se comprometieron a “ordenar
y proveer al buen funcionamiento de las Agencias de Viajes”. Ese fue un
compromiso tácito que oportunamente asumió la A. A. A. V. y T. Un
compromiso que nunca pudo concretar (más arriba detallé los antecedentes),
porque siempre careció de una estructura funcional para hacerlo.
Para la
mencionada asociación debe ser más que preocupante la bribonada cometida por
“Zaiga Travel”, ya que la empresa transgresora era una de sus 900
afiliadas a través de la regional AVIABUE…
En lo que hace al Estado
propiamente dicho, la Secretaría se limitará, como siempre, a formular una
denuncia penal contra ”Zaiga Travel”, sustanciarle el Sumario
Administrativo de rigor y clausurarle los locales en que operaba (además de la
sede central en la Av. Cabildo, contaba con tres sucursales en el Gran Buenos
Aires), los que seguramente ya han sido vaciados.
El
monto de las multas
que aplique, serán para el Ministerio de la señora Felisa Miceli.
Lamentablemente la Secretaría de Turismo carece de potestades para resarcir
económicamente a los estafados.
En mi humilde opinión, la única
solución efectiva es que, paralelamente al Seguro de Caución obligatorio, se
lleve a la práctica un “Seguro para Viajeros”. Esa idea germinó en el
cerebro de funcionarios no políticos de la Secretaría de Turismo, entre los que
yo me contaba.
Era una propuesta en extremo sensata. Sin embargo, las
organizaciones que agrupan a los agentes de viaje siempre aducían que llevarla
a la práctica era algo en extremo oneroso para sus asociados. Aparentemente la
vieja idea ha tomado un nuevo impulso y es posible que, a pesar de las
oposiciones, prosperará… su priva la sensatez.
En la introducción de este artículo
destaqué puntos sobresalientes que, como declaración de principios, se enfatizan
en los considerando de una Resolución-Convenio pergeñada, entre gallos y
medianoche, por los geniales cráneotecos menemistas de Francisco
“Paco” Mayorga, los que obraron de consuno con las aláteres de Ramón
Di Giambattista, por entonces empresario y presidente de la A. A. A. V. y
T.
Creo – así lo dije en su momento -, que se subestimó el intelecto de
mucha gente. Hubiera sido más apropiado. Como en los cuentos de hadas, iniciar
el primer considerando con el clásico “Había una vez…”, y
concluir el resolutivo Art. 2º con el no menos clásico “Colorín
colorado…”.
Así las cosas, y pese a la
Resolución-Convenio vigente, “Zaiga Travel” dejó muchas frustraciones,
bolsillos vacíos, un viaje de fin de curso deshecho, sueños tronchados,
descrédito para las autoridades gubernamentales y aún mayor para las no
gubernamentales.
Esa norma legal me recordó siempre
una frase de Shang Tzu, quien decía que “los pícaros crean las leyes y los
ingenuos son burlados por ellas”.