Al alcanzar el perro de la casa su estado adulto, ya se trate de un macho o de una hembra, suele despertarse en sus amos un marcado interés por lograr descendencia del mismo.
En estos casos, y tratándose de animales “puros”, deberemos, como es lógico, encontrar el compañero o compañera adecuados, no solo en cuanto a pureza de raza sino también con los caracteres raciales bien manifiestos: temperamentos compatibles, talla y volumen parejos, etcétera.
Parecerá exagerado que hayamos mencionado la compatibilidad de temperamentos, sin embargo no lo es.
Muchas veces, estando la hembra en celo y colocada con un macho normal, esto es, dándose aparentemente las condiciones necesarias para el cruzamiento, el servicio no se produce.
Simplemente porque los animales no congenian o no han tenido tiempo para congeniar. De ahí que resulte aconsejable que macho y hembra se “conozcan” previamente, que hayan tenido oportunidad de jugar juntos y acostumbrarse a la mutua presencia o compañía.
No es extraño que se consulte al veterinario porque una perra de raza, en estado de celo, se niega a todo contacto con un macho seleccionado por sus amos entre los buenos ejemplares de esa misma raza y, en cambio, si se la deja en libertad sale disparando a buscar a un perro vecino, generalmente de los que hemos incluido en la raza "perro", es decir, de raza indefinida, pero con el cual la perra se conoce de la plaza o los paseos.
En estos casos, pese al fastidio de los dueños, poco es lo que el Medico Veterinario puede hacer, como no sea aconsejar en la forma que acabamos de hacer.
El celo
Por "celo" se entiende el estado fisiológico consecuencia de la ovulación, que se presenta periódicamente en las perras con una duración aproximada de 15 a 20 días.
Ocurre por primera vez después de los 6 meses de edad con marcadas variaciones: en algunas perras aparece a los 7 meses; en otras se presenta recién a los 10 ó 12 meses, repitiéndose, a partir de entonces, cada 6 meses. Es decir que habitualmente la hembra entra en "celo" dos veces por año.
Las manifestaciones de este estado son bien evidentes: ciertas perras están nerviosas, excitadas, gimen, muestran inquietud y tratan, en algunos casos, de huir.
Por el contrario, otras perras que normalmente son de mal carácter, en este periodo se vuelven sumamente dóciles y aun cariñosas.
Generalmente dejan de comer, tienen mucha sed, la vulva se presenta hinchada, dejando escapar un Iíquido mucoso sanguinolento, con un olor característico que excita al macho, que lo percibe aún estando a centenares de metros de distancia.
Estas manifestaciones nos están señalando el momento oportuno del servicio, que generalmente la hembra no acepta antes del quinto o sexto día.
El estado de maduración de los óvulos facilitará una rápida fecundación de los mismos, con lo cual se reducirá la duración del celo. Si el celo persistiera, convendría “provocar” un nuevo servicio.
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