Preparación de la tierra
El primer paso es la preparación de la tierra. Se debe puntear a fondo, a la profundidad de una pala, desmalezar, y dejar descansar. Adicionarle estiércol de caballo si fuera densa, y de vaca si fuera suelta, siempre muy estacionado, viejo.
Mezclar bien. Nivelar, rastrillar y volver a desmalezar. Esta última es una tarea que será necesario seguir haciendo hasta que la superficie esté cubierta de césped, y aun después, aunque ya más espaciadamente, pues al tupirse el césped, los yuyos tienen menos oportunidades.
Conviene desyuyar regularmente mientas crezca el césped, para permitirle desarrollarse bien, sin interferencias. Después, será más difícil para los yuyos enseñorearse del terreno.
Cómo plantar el césped
Como segunda medida, resolver si se hará por panes, estolones o semillas. La elección depende de las necesidades y gustos.
Los tepes o panes, de gramillón, son recomendables sólo en el caso de que hubiera que usar inmediatamente el césped y se tuvieran niños o animales domésticos con urgencia de jugar en él. Pueden utilizarse en cualquier época del año.
De lo contrario, lo mejor es formarlo por estolones o gajos de gramillón, que tiene muchas virtudes y una sola desventaja: lo mismo que los panes, amarillea y ratea en invierno. La mejor forma de evitarlo es no cortarlo demasiado al ras, sino levantando la altura de las cuchillas de la máquina para dejarlo más alto y proteger sus raíces de las heladas.
La siembra y plantación de estolones puede hacerse hasta mediados de otoño, para que arraiguen con sus raíces, pero empezará a prosperar en primavera. Sembrados o plantados a fines de la primavera, cubrirán rápidamente y, para principios del verano, se verá una superficie compacta y pareja.
El "kikuyo", que se siembra también por estolones, tiene el inconveniente decrecer con vigor y hay que cortarlo mucho más seguido, pues sus puntas se levantan, dando una impresión de desprolijidad. Aunque tiene a su favor su color verde intenso, brillante, sano, que se conserva en invierno también.
La siembra por semilla es igualmente aconsejable, aunque en general es mucho menos resistente al pisoteo. Hay mezclas que se venden ya preparadas en los comercios especializados, adaptables al sol o a la media sombra.
Para la sombra, aunque también prospera al sol, sembrar semillas de dichondra, comúnmente llamada "orejita de ratón" por ser redonda y chiquita. Es de un tonito verde brillante y tupe bien.
También tiene la ventaja de no necesitar cortes semanales. Sembrada en otoño, tarda hasta dos meses en brotar. Debe dársele riego moderado y regular, pero el suelo deberá tener muy buen drenaje, para evitar que se pudran sus raíces.
De más está decir que la semilla deberá ser fresca para que germine.
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