Estos son los más frecuentes y que deben ponernos sobre aviso para iniciar un tratamiento adecuado de inmediato:
Pérdida parcial de las hojas
Le sucede por lo general a las plantas de origen tropical, que son llevadas a zonas templadas. Abrir bruscamente todas las ventanas provocando corrientes de aire es el error más habitual, en un acto desesperado para vivificarlas.
Al cambiar violentamente la temperatura ambiente, la reacción de las plantas es la de desprender sus hojas, en una especie de mecanismo de defensa.
El exceso de riego o de fertilizantes también provoca la muerte del follaje.
Uso incorrecto de plaguicidas
Los plaguicidas están "de moda". Y las plantas que se pierden por su uso indebido son muchísimas.
Los helechos serrucho, culantrillos y la mayoría de las especies florales son terriblemente sensibles a los pesticidas. Entonces, lo que debe hacerse es llevar el nombre correcto de la planta o una hoja enferma a un especialista y solicitar la recomendación de un producto adecuado para el caso.
Quemaduras de las hojas
Cuando se riega en verano durante las primeras horas del día, suelen quedar algunas gotitas sobre las hojas que actúan como pequeñas lentes y concentran los rayos solares, provocando un moteado.
Para evitar este inconveniente, debe regarse durante la noche en verano y durante las primeras horas de la mañana en invierno. Si las quemaduras aparecen en el borde de las hojas, es señal de que falta algún elemento de nutrición.
Dificultades en el crecimiento
Si bien es cierto que durante el invierno las plantas "se toman un descanso" en su crecimiento, es necesario observar —para atacar el problema— la velocidad con que crecen en esa estación.
Un crecimiento pobre obedece generalmente a falta de luz o al exceso de riego. Vale la pena recordar que las plantas ubicadas en lugares muy sombríos y fríos desarrollan hojas reducidas y tallos delgados y débiles.
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