El protocolo de Kioto cobra fuerza

Una conferencia de 10 días en Montreal evaluó los avances en el control de emisiones de gases invernadero, mientras los críticos del Protocolo de Kioto calificaron sus logros como escasos y tardíos

El Protocolo de Kioto (o Kyoto) 

Aunque el Protocolo de Kyoto ha sido ratificado ya por 157 países, algunas importantes naciones como EE.UU. y Australia se han resistido a ratificarlo, alegando que “frena su desarrollo”. Peor todavía, en los ocho años preparatorios hasta que entrara en vigor en febrero del 2005 –gracias al reciente ingreso de Rusia al mismo-  la mayoría de las naciones firmantes no contribuyeron mucho a su implementación.  

En este conflictivo contexto, la reciente Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, que concluyó esta semana en Montreal, fue importante no sólo por recordar al mundo que el Protocolo de Kioto (Protocolo de Kyoto) está legalmente en vigor a partir de este año –con sanciones económicas para los que no cumplan- sino por enfatizar el hecho de que falta muchísimo por hacer y no se puede ser complacientes.  

Asimismo, en la conferencia se aprobó finalmente la reglamentación de Protocolo de Kyoto, algo que tomó varios años en lograr y cuya ausencia era una excusa para no cumplir las metas.  

Mientras se reunían los expertos, en las gélidas calles de Montreal se escenificaron grandes manifestaciones de ecologistas a favor del Protocolo de Kyoto -encabezados por funcionarios del gobierno de Québec- entregándose luego un documento crítico con 600.000 firmas en el consulado de EE.UU. para recordar a este país su desprecio por el protocolo.  

Protocolo de Kioto: logros modestos y optimismo cauteloso  

En la Conferencia se ha podido constatar cuantitativamente el progreso principal logrado hasta la fecha, o sea que desde la firma del Protocolo de Kyoto las naciones participantes ya han registrado conjuntamente hasta 2003 una reducción del 6% de las emisiones de CO2, comparado con los niveles de 1990.  

Incluso, la Unión Europea –región líder en materia ecológica- aseguró que ha superado con creces la esa cifra y afirman no tener problemas en cumplir las metas fijadas por el Protocolo de Kyoto para el período 2008-2012. Buenas noticia en vista de que los 25 países del bloque europeo tienen –en conjunto-  una actividad industrial y parque automotor comparables con los de EE.UU., la nación que más contribuye con gases de invernadero, con su 25% de aporte en términos de toneladas de CO2 echadas a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles. 

Aunque en la Conferencia de Montreal se decidió seguir adelante a pesar de la posición algo egoísta de EE.UU., también se resaltó la incongruencia de que naciones con poblaciones gigantescas como las de China, India y Brasil –y que conjuntamente contaminan tanto como EE.UU. o la UE- todavía no están sujetas al protocolo por el simple hecho de que se les considera “países en desarrollo”, y por ende pueden seguir contaminando sin restricción alguna.  

Mientras tanto, desde este año son cortejadas por naciones desarrolladas en busca de “créditos de carbono”, que les permita reducir sus obligaciones en términos de CO2 a medida que invierten en proyectos de “desarrollo sostenible” en esos países.  

Estas contradicciones no hacen sino resaltar las múltiples fallas el Protocolo de Kyoto, que sigue siendo considerado  como un acuerdo timorato e insuficiente, cuyos logros algunos han resumido con la lapidaria frase “demasiado poco y demasiado tarde”, a la cual otros contraponen -con cierta razón- la sentencia conformista de que “es mejor que nada”.  

Los huracanes, oportuno recordatorio de la importancia del Protocolo de Kioto 

Los desastres naturales ocurridos durante el último año en muchas partes del mundo –desarrollado o no- subrayaron dramáticamente los efectos nocivos del calentamiento global, que se atribuye a los gases producidos por la combustión del carbón y derivados del petróleo.  

En efecto, durante el 2005 muchas naciones -EE.UU. y China entre ellas- han sido particularmente golpeadas por inundaciones producidas por huracanes y desborde de ríos, registrándose miles de muertos y daños considerables a sus economías, que las están haciendo recapacitar sobre su propia actividad contaminante.  

Sin embargo, no han demostrado todavía mucha voluntad política, ya que  -a pesar de la creciente evidencia-  algunos científicos siguen asegurando que todavía no hay datos  concluyentes que prueben la nociva relación entre gases de  invernadero y calentamiento global, o de este último fenómeno con el cambio climático, lo que constituye una cómoda excusa para la inacción y la indiferencia. 

En la conferencia de Montreal se resaltó un hecho bastante trascendente y que facilitará el cumplimiento del Protocolo de Kyoto, que fue la virtual duplicación de los precios del petróleo en 2005, lo cual seguramente incidirá en un menor uso de los vehículos en todo el mundo, la preferencia de autos compactos o con motores híbridos además de un aprovechamiento más racional de la energía derivada del petróleo y el carbón, junto con un desarrollo acelerado de energías renovables, todo lo cual muchos esperan que se traducirá en una reducción significativa de gases invernadero a mediano y largo plazo.  

Así, aún con esa noticia negativa en términos de inflación y crecimiento económico, la reunión de Montreal terminó con un toque de optimismo para un planeta cada vez más caluroso, húmedo y contaminado. 

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