Prácticamente estas preguntas se traducen en temas de metodología científica;
¿cómo puede uno desarrollar teorías o modelos que sean mejores que teorías que
rivalizan entre sí?
También constituye uno de los pilares de las nuevas ciencias del conocimiento,
que se desarrollaron a partir del proceso de la información según su
aproximación a la psicología y desde la inteligencia artificial, en un intento
de producir programas de computación que imiten la capacidad humana de utilizar
el conocimiento de una manera inteligente.
Cuando echamos una mirada a la historia de la epistemología, podemos discernir
una clara tendencia , a pesar de la confusión de muchas aparentemente
contradictorias posiciones. Las primeras teorías del conocimiento enfatizaban
su incuestionable carácter permanente, mientras que las últimas teorías ponen
énfasis en su relatividad o dependencia de la circunstancia, su desarrollo o
evolución continua y su activa interferencia con el mundo y sus sujetos y
objetos.
Toda la tendencia se
desplaza desde una vista estática y pasiva del conocimiento hacia una más y más
versátil y activa.
De los griegos
a Kant
Comencemos por los filósofos Griegos. En la visión de Platón el conocimiento es
meramente la conciencia de las Ideas o Marcos absolutos, que existen
independientemente de cualquier tema tratando de captarlo.
Pese a que Aristóteles le
pone más énfasis a los métodos lógicos y prácticos para acopiar conocimiento, el
todavía acepta la perspectiva de que tal conocimiento es una captación de
principios necesarios y universales.
Después del Renacimiento, dos posiciones epistemológicas principales dominaron
a la filosofía: el empirismo, que ve al conocimiento como un producto de la
percepción sensorial y el racionalismo que lo ve como el producto de la
reflexión racional.
La implementación del empirismo en las nuevas ciencias experimentales
recientemente desarrolladas llevó a una visión del conocimiento que todavía es
explícita o implícitamente mantenida por mucha gente en la actualidad: la teoría
de la cavilación-consenso. De acuerdo con esta visión el conocimiento surge de
una especie de mapeo o reflejo de objetos externos a través de nuestros órganos
sensoriales, posiblemente ayudados por distintos instrumentos de observación
para nuestro cerebro o mente.
Pese a que el conocimiento no tiene una existencia a priori (por deducción),
como en la concepción de Platón, sino que debe ser desarrollado por medio de la
observación, es todavía absoluto, en el sentido de que cualquier parte de
conocimiento que se proponga se supone que o bien corresponde verdaderamente a
una parte de la realidad externa, o no.
Bajo ese aspecto, en la
práctica no podremos nunca alcanzar un conocimiento completo o absoluto, pero
tal conocimiento es imaginable de alguna manera como un límite de reflexiones
sobre la realidad siempre más precisa.
La importante teoría que sigue, desarrollada en ese periodo es la síntesis
Kantiana del racionalismo y el empirismo.
De acuerdo con Kant el
conocimiento resulta de la organización de los datos percibidos sobre las bases
de estructuras cognitivas congénitas , a las que el denomina “categorías” .
Las Categorías incluyen al
espacio, al tiempo los objetos y la causalidad.
Esta Epistemología acepta la subjetividad de los conceptos básicos, como el
espacio y el tiempo y la imposibilidad de alcanzar representaciones puramente
objetivas de cosas-en-sí mismas. A pesar de eso las categorías a-priori
(deducibles) todavía son estáticas o dadas.
La epistemología pragmática
La próxima etapa de desarrollo de la epistemología puede ser llamada
pragmática. Partes de ella pueden ser encontradas en los enfoques del siglo 20,
como el positivismo lógico, el convencionalismo y la “Interpretación de
Copenhagen” de la mecánica cuántica.
Esa filosofía todavía domina la mayor parte de los trabajos actuales en las
ciencias del conocimiento y de la inteligencia artificial.
De acuerdo a la
epistemología pragmática, el conocimiento consiste en modelos que intentan
representar al entorno de tal manera que se obtenga una máxima simplificación
solucionadora de problemas.
Se asume que nunca ningún
modelo podrá esperar capturar toda la información relevante y aunque semejante
modelo tan completo existiera, sería demasiado complicado usarlo de cualquier
forma práctica. Por consiguiente deberemos aceptar la existencia paralela de
diferentes modelos, aunque ellos parezcan contradictorios.
El modelo a elegir depende del problema a resolverse. El criterio básico es que
el modelo produzca predicciones (que puedan ser probadas) correctas (o
aproximadas) o situaciones–con-soluciones y sean tan simples como sea posible.
Las preguntas ulteriores sobre el “Ding and Sich” (Repetir y cambiar) o la
realidad final detrás del modelo, son absurdas. La epistemología pragmática no
proporciona una respuesta clara a la pregunta – de donde provienen el
conocimiento o los modelos?
Hay una suposición implícita de que los modelos son construidos con partes de
otros modelos y datos empíricos sobre la base de prueba y error complementado
con algunos métodos heuristícos (de investigación) o intuición para buscar la
solución al problema. Un punto de partida más extremo es ofrecido por el
constructivismo. Este asume que todo conocimiento es construido desde el
principio bajo el control de algo que es conocido.
No hay cosas que se dan por descontadas ni tampoco datos o hechos objetivos, ni
categorías congénitas o estructuras cognitivas. La idea de una correspondencia o
reflejo con la realidad externa es rechazada.
A causa de esta carencia de una conexión entre los modelos y las cosas que
representan, el peligro del constructivismo es que puede conducir al
relativismo, a la idea de que cualquier modelo construido por un sujeto es tan
bueno como cualquier otro y que no hay manera de distinguir al conocimiento
“verdadero” o adecuado del inadecuado o “falso”. Podemos distinguir dos
enfoques que traten de evitar tal “relativismo absoluto”.
El constructivismo
Podemos distinguir dos enfoques que tratan de evitar semejante “relativismo
absoluto”. El primero podría llamarse constructivismo individual y asume que un
individuo intenta lograr coherencia entre los diferentes segmentos del
conocimiento. Las estructuras que son inconsistentes con la parte principal de
otro conocimiento del que el individuo tiene deseo, tiende a ser rechazado. Las
estructuras que tienen éxito en integrar partes previamente inconexas serán
conservadas.
La segunda que llamaremos constructivismo social, percibe unanimidad entre
diferentes sujetos como el criterio final para juzgar al conocimiento.
La “verdad” o “realidad”
será conferida solamente a aquellas construcciones sobre las cuales está de
acuerdo la mayoría de la gente de un grupo social. En esas filosofías , el
conocimiento es visto como ampliamente independiente de un ámbito o “realidad
externa” hipotéticos. Como los constructivistas “fanáticos” Maturana y Varela
argumentan que el sistema nervioso de un organismo no puede de ninguna manera
absoluta distinguir entre una percepción (causada por un fenómeno externo) y una
alucinación (un evento netamente interno).
El único criterio básico es que diferentes entidades mentales o procesos dentro
o entre individuos, debería alcanzar alguna clase de equilibrio.
Pese a que esos enfoques
constructivistas ponen mucho más énfasis en el cambio y el carácter relativo del
conocimiento, todavía ellos son absolutistas en la primacía que dan tanto al
consenso social o a la coherencia interna y su descripción del proceso de
construcción que es bastante vaga e incompleta.
La epistemología evolucionista
Una perspectiva más amplia o sintética es ofrecida por varias formas de
epistemología evolucionista. Aquí es asumido que el conocimiento es construido
por el sujeto o grupo de sujetos, con el propósito de adaptarse a su ambiente en
un sentido amplio.
Esa construcción es un proceso en marcha a diferentes niveles; biológico así
como también como psicológico o social. La estructura surge a través de un
ajuste ciego de partes existentes del conocimiento y la retención selectiva de
esas nuevas combinaciones que de alguna manera contribuyen lo más a la
supervivencia y reproducción de los sujeto(s) dentro de su ambiente determinado.
Por lo tanto vemos que el “mundo externo” entra nuevamente en el cuadro, aunque
no sea asumida una reflexión o correspondencia objetiva, solamente un equilibrio
entre los productos de la variación interna y criterio (interno o externo) de
diferente selección. Cualquier forma de absolutismo o permanencia ha
desaparecido en este enfoque, pero el conocimiento es todavía básicamente un
instrumento pasivo desarrollado por organismos con el objeto de ayudarlos en su
búsqueda para sobrevivir.
La
memética
En un muy reciente y quizás
más radical enfoque, se amplía esta visión evolucionista con el objeto de hacer
que el conocimiento persiga activamente objetivos propios.
Este enfoque, que todavía
no ha tenido tiempo de desarrollar su propia epistemología, puede ser denominado
memética (transmisión de prácticas culturales). Se nota que el conocimiento
puede ser transmitido de un sujeto a otro y por consiguiente pierde su
dependencia de cualquier individuo único.
Una parte del conocimiento que puede ser transmitida o copiada de semejante
manera es llamada un “meme”. La muerte de un individuo que carga un determinado
meme, no implica más ahora, la eliminación de ese trozo de conocimiento, como
asumiría la epistemología evolucionista. En tanto que un meme se difunda más
rápido hacia nuevos portadores que el tiempo en que se mueran sus portadores
actuales, el meme crecerá abundantemente aunque el conocimiento que motive en
cualquier portador individual pueda resultar totalmente inadecuado y hasta
peligroso para la supervivencia.
En este enfoque, una pieza de conocimiento puede ser exitosa (en el sentido de
que sea común o que tenga muchos portadores) aunque sus pronósticos pueden ser
completamente erróneos, mientras sean suficientemente “convincentes” para nuevos
transportadores.
Aquí vemos un cuadro donde
hasta el sujeto del conocimiento ha perdido su primacía y el conocimiento se
convierte en una fuerza propia, con objetivos propios y maneras para
desarrollarse a si mismo.
Que esto es real puede ser ilustrado por las muchas supersticiones y creencias
irracionales de moda que se han desparramado por el mundo, a veces a una
velocidad aterradora.
Como el constructivismo
social, la memética atrae la atención sobre la comunicación y los procesos
sociales en el desarrollo del conocimiento, pero en lugar de ver al mismo como
construido por el sistema social, más bien ve al sistema social como construido
por los procesos del conocimiento.
Ciertamente, un grupo social puede ser definido por el hecho de que todos sus
miembros comparten al mismo meme (Heylighen, 1992). Hasta el concepto de “ego”,
ese quien distingue una persona como un individuo, puede ser considerado un
pedazo de conocimiento construido a través de un proceso social (HarrŽ, 19) y
por lo tanto un resultado de la evolución memética.
Desde un enfoque
constructivista, donde el conocimiento es construido por individuos o la
sociedad, nos hemos movido hacia un enfoque memético , que ve a la sociedad y
hasta a la individualidad como subproductos construídos por una evolucion en
curso de fragmentos independientes de conocimiento compitiendo por su dominio.
El peligro del relativismo
Ciertamente, hemos llegado muy lejos desde las Ideas inmutables y absolutas de
Platón que residían en un reino abstracto lejos de los objetos concretos o
individuos o del ingenuo realismo de la teoría del reflejo-correspondencia,
donde el conocimiento es simplemente una imagen de objetos externos y sus
relaciones.
En esta etapa la tentación sería fuerte para caer en una actitud puramente
anarquista o relativista , declarando que “todo se acepta” y que seria imposible
formular cualquier criterio confiable general para distinguir los “buenos” o
adecuados trozos de conocimiento de los “malos” o inadecuados.
No obstante eso en la mayor parte de las situaciones prácticas, nuestra
intuición nos ayuda a distinguir las percepciones de sueños o alucinaciones y
predicciones no confiables (“Yo me voy a ganar la lotería”) de las que pueden
ser confiables ( “ El sol saldrá mañana a la mañana”). Y una teoría
evolucionista todavía asume una selección natural que puede ser comprendida
hasta cierto grado.
Por lo tanto podemos asumir que es posible identificar un criterio de selección,
pero una de las lecciones de esta visión general histórica será de que
deberíamos evitar de formular rápidamente un criterio absoluto. Ni
correspondencia ni coherencia o consenso e incluso tampoco la supervivencia son
suficientes para basar una teoría del conocimiento.
En este momento solo podemos
esperar encontrar criterios múltiples, independientes y a veces
contradictorios, cuyos juicios pueden volverse rápidamente obsoletos. No
obstante eso, si tuviésemos éxito en formular claramente ese criterio, dentro de
un simple y general marco conceptual, tendríamos una epistemología que sintetiza
y extiende todo lo de las filosofías tradicionales y menos tradicionales de más
arriba.