Dada la importancia del tema los tres amigos fijaron el horario del encuentro
para ese mismo día después de la merienda Los primeros en llegar
permanecieron ocultos debajo de una desmesurada hortensia malva. El lugar era
seguro, allí se escondía Tulio de sus padres, para fumar los “petarditos” que
armaba con yerba envuelta en trocitos de papel de diario. Por momentos un
intenso olor a pis de gatos y azahares se concentraba en aquel ángulo olvidado
del jardín poniendo a prueba la voluntad del encuentro.
–
Caracú
siempre llega tarde –
Fue el único comentario durante la silenciosa espera del tercer convocado, el
que de improviso entro gateando a la guarida
Como habían convenido aporto un ejemplar nuevito del Alma que Canta por
si era necesario material de consulta.
Distraídos del tiempo, los sorprendió la oscuridad callada del atardecer
exponiendo acaloradas coincidencias sobre la culpabilidad del gol en contra
con el que perdieran el último picado. Tulio impulsado por los genes de su
padre; adusto maestro de sexto grado, corto
de cuajo la anécdota, ordenando abocarse al tema que estaba previsto. El flaco
Caracú mentor del movimiento comenzó la exposición de la estrategia que debían
llevar a cabo. Influenciado por los antecedentes de su tío radicheta y
un fallecido abuelo anarquista, arrancó su perorata con un estridente
– ¡Correligionarios y camaradas!
Un puñete de revés en el pecho que le propinó el Negrito y el chistido de
Tulio apaciguaron su vehemencia que ponía en serio riesgo el carácter
secreto del cónclave. Con forzada calma y
cierto enojo Caracú reinició su argumentación.
–Según
dice mi tío Leandro, las letras del tango están prohibidas, ya no podes decir
mina, junar, mangiamento, ni nada, sólo palabras del diccionario.
-¿Y a mí qué? – Le indagó Tulio – si yo no voy a ser cantor de tango.
– No es por eso gil; mi tío dice que los oligarcas nos obligan a hacer lo
que quieren, ahora empezaron con las letras del tango, después nos van a mandar
a la guerra y así con todo…a Catita ya no la dejan hacer de gaita
en la radio.
– ¡Puede ser ! –
Exclamó el Negrito como si descubriera una verdad universal -vieron que
ahora a los rusos en el cole los ponen en otra aula y les enseñan moral.
– !Está bien ellos mataron a Jesús¡
La violencia de Tulio hizo que su brazo disparado al aire arrancara una
lluvia de florcitas de la cúpula de ramas que les brindaba cobijo.
Pasaron varios minutos sin hablarse, el calor de la tierra sobre la que
estaban sentados y el olor seguían aumentando pese a que ya había anochecido.
Conciliador por naturaleza el Negrito se sintió en la obligación de estimular
el reinicio del diálogo trunco.
– Tenemos que hacer algo…
– ¿Con qué?-
– Con las letras del tango, gilun con qué va a ser, o querés que le
pida a la señorita que lo saque a Abraham de la clase de moral y lo lleve
escondido con nosotros a religión.
Los tres se rieron exageradamente olvidando que estaban ocultos.
– El tango es el alma de la ciudad- Recitó Caracú.
– Tenemos que resistir… hay que vencer al Coronel Imbert que controla todo.
– ¡Dale!- afirmaron los tres revoltosos al mismo tiempo.
– A partir de hoy todos los días nos reuniremos a escondidas para cantar
tangos como era antes; mina , junar, fane, todas las palabras, todas.
– Y si nos chapan…
– Joderse, el calavera no chilla.-
sentenció Tulio con tal firmeza que presentar una nueva duda hubiera sido sacar
patente de mariquita
Precavidos y temerosos antes de iniciar sus interpretaciones convencieron a
Tulio para salir de a uno a echar un vistazo controlando que no hubiera
moros en la costa.
– No sea que esté cerca el vigilante de la esquina –
se animó a argumentar el Negrito.
– Con él no hay problema, es un amigo del rrioba ; el despelote lo
vamos a tener si el
coronel en persona anda controlando los barrios…
– ¡Te parece!
– ¡Ah no! Fijate lo que hicieron con el comité de mi tío.
se lo cerraron
Luego de cerciorarse que la justicia estaba ausente o por lo menos lejana,
convinieron en cantar la parte más brava de un tango. Articulada la propuesta le
dieron pase al Negrito que apresurado dio inicio a su aporte aclarando
previamente
– El CIruja; tango canción , mi mamá lo canta desde chiquita y yo me lo sé
todo de
memoria, aunque hoy solo cante el pedazo mas pulenta.
Era un mosaico diquero que yugaba de
quemera
hija de una curandera mechera de
profesión
pero vivía engrupida de un cafiolo
vidalita
y le pasaba la guita que le sacaba al
matón
Tulio a su turno para no ser menos recordó a su abuelo, principal mentor de
sus conocimientos tangueros; dejando asentado que iba a recitar las estrofas
para evitar posibles cargadas.
Percanta que arrepentida de tu juida has vuelto al bulín,
con todos los despechos que vos me has hecho te perdón;
cuantas veces contigo y con mis amigos me encurdele.
y en una noche de atorro, en el cotorro no te encontre.
Caracú cerró aquel primer intento de rebelión entonando algunas estrofas de
Mano a Mano
Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percana
gambeteabas la pobreza en la casa de pensión,
Hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
Los morlacos de otario los tiras a la marchanta,
como juega el gato maula con el mísero ratón.
De improviso y sin acuerdo previo tensos y satisfechos, abandonaron
presurosos el escondite. Impulsados por un temor creciente cruzaron el jardín.
amparados por la sombra de los paraísos que filtraban la luz del alumbrado
público. Llegados a la puerta cancel. con un chau a media voz. se separaron
sin preámbulos. El balance inicial del gran movimiento en salvaguarda de la
lunfardía brindaba un amplio resultado positivo; muchas palabras interdictas
habían sido pronunciadas desafiando las disposiciones del Ministerio. Los tres
conjurados se sentían agrandados como si le hubieran ganado por goleada a
los maletas de la otra cuadra.
Por Pino
Alma “páter” de
www.ventanabuenosaires.com.ar