Admirado
y despreciado por sus contemporáneos con el mismo exaltado furor, Auguste Rodin
(Paris 1840-Meudon 1917), dotado de una personalidad vitalista y muy
contradictoria, en un momento histórico de energía sobreabundante y contrastes
extremos, consiguió convertirse en el símbolo de la nueva era plástica.
Los
primeros pasos de este artista revolucionario, sin embargo, fueron
convencionales, ya que comenzó trabajando como auxiliar anónimo en el taller,
casi industrial por su amplia y versátil producción, del escultor Albert-Ernst
Carrier-Belleuse.
En 1875 viajó a Italia, e impresionado por los trabajos de
Miguel Ángel y Donatello comenzó a definir un estilo expresivo propio, cuya
primera obra, el yeso El Vencido, tuvo cierto éxito, aunque por su realismo, no
dejó de provocar escándalo en los medios artísticos belgas y en el salón
parisino donde fue expuesta en 1877, con el nombre La Edad de Bronce. Esa obra y
San Juan Bautista Predicando (1878), le dieron un comienzo de renombre como
escultor.
Su
visión del hombre es heroica, pero ya no con el heroísmo de los antiguos
dioses, sino como expresión de una fuerza desgarradora.
Al
margen de esa plasticidad tan expresiva, Rodin supo enfrentarse con los
condicionantes tradicionales de la estatua. Fue así el primero que se atrevió
a prescindir del pedestal, emplazando la figura en el suelo, sin interferencias,
así como concebir el espacio escultórico al margen del lugar.
En este sentido
obras como La Puerta del Infierno, su Balzac o Los Burgueses de Calais, son
hitos para el desarrollo en la escultura posterior.
La
presencia de Rodin en Buenos Aires sobreviene como consecuencia de la misión de
Eduardo Schiaffino (primer Director de este Museo) en 1906, con el encargo de
comprar obras para el Museo de Bellas Artes y para espacios públicos.
Su
elección, ambiciosa, demostró ser particularmente sagaz al seleccionar dos
piezas: un gran Pensador de bronce, como el que acababa de ser inaugurado en
Paris delante del Panteón -lugar especialmente prestigioso- y un mármol de
dimensiones importantes. La Tierra y la Luna, representativo de Rodin de
alrededor de 1900 y que por otra parte, era el tercer ejemplar de la obra.
En
la segunda mitad del siglo XIX, Rodin realizó una ruptura epistemológica que
representó la emancipación de la estatuaria tradicional a la escultura. Rodin
tuvo una gran influencia en la escultura occidental. En Paris, Filadelfia, y
Tokio hay museos especialmente dedicados a su obra.
Pero también se pueden ver
obras suyas en los principales Museos del Mundo, desde el Metropolitan y el
MOMA, en Nueva York hasta la Tate Gallery, en Londres y por suerte en nuestro
Museo.
La
muestra Rodin en Buenos Aires estará integrada por 26 piezas del Museo de
Bellas Artes, junto a 27 esculturas y 3 dibujos del Museo Rodin de Paris.
También
se presentan obras de Louis Barrias, Emile Bourdelle, Albert Carrier-Belleuse,
Jules Desbois, Charles Despiau, Paul Doré, Leon Drivier, Alexandre Falguiere,
Emmanuel Fremiet, Dominique Hughes y Gustavo Michel, entre otros artistas de la
Colección del Museo Nacional de Bellas Artes.
La
muestra ser podrá visitar de martes a viernes de 12.30 a 19.30 y los sábados,
domingos y feriados de 9.30 a 19.30. La entrada es libre.