Muchas de las plantas que abundan en prados, jardines y bosques han sido
consideradas altamente afrodisíacas o estimulantes sexuales si se preparan sabia
y sanamente con los condimentos de las comidas.
Ciertamente, los
tres reinos de la naturaleza han proporcionado numerosos materiales y sustancias
para la elaboración de recetas sexuales.
Antiguamente se
preparaban añadiendo hierbas o drogas a un vino y dejándolas un tiempo en
maceración.
De este modo se
obtenían pomadas, ungüentos, colirios, electuarios (medicamentos edulcorados) y
brebajes mágicos, algunos de tan mal olor como repugnante sabor.
El objetivo de estas
practica era forzar la voluntad de una persona para conseguir manipular sus
deseos voluptuosos o su amor.
Hasta no hace tanto,
se ha venido creyendo en la eficacia de estos filtros fabricados, sobre todo, en
base a plantas solanáceas, algunas de cuyas especies producen efectos
alucinógenos.
Alcanzaron su mayor auge en la Edad Media y en el
Renacimiento
Entre las plantas
que eran utilizadas con el fin de reforzar la potencia sexual, se pueden citar,
entre otras, el muérdago, la ortiga (emblema de la lujuria), la albahaca, el
azafrán, el orégano, el cilantro, el lúpulo, el narciso, la valeriana, el
pensamiento (el filtro amoroso de las hadas).
Unas tenían mayor
eficacia que otras.
Pero, entre todas
ellas, el ajenjo y la cebolla merecen un lugar destacado.
El ajenjo
Uno de los
componentes del ajenjo, la abstintina, tiene efectos narcóticos y afrodisíacos.
Su uso era habitual
entre los personajes celebres de la bohemia francesa del siglo XIX, como el
pintor Van Gogh, quien era un bebedor empedernido de ajenjo, y esto, junto con
otros factores, pudo desencadenar los ataques de locura de sus últimas etapas.
En aquella época era
frecuente ingerir una bebida llamada absenta o pastis que solía prepararse con
ajenjo, anís y mejorana.
La cebolla
La cebolla ha sido
utilizada desde la antigüedad con fines afrodisíacos y tenía dos óptimas
ventajas: Era fácil de encontrar y muy barata.
En un clásico de la
literatura erótica de tradición arábiga, como es “El jardín perfumado” (1535),
el protagonista había permanecido treinta días en erección sin desfallecer un
instante porque "había tomado cebollas”.
Frecuente debía ser
el uso de esta hortaliza que, según la tradición centroeuropea, acrecienta el
esperma, ofusca la razón y magnifica los sentidos.
La cebolla, además
de lo dicho, posee un fuerte poder cicatrizante. Es muy eficaz contra las
lastimaduras que causa el calzado y, también, limpia la sangre de cualquier
impureza.
La Lex Cornelia
A pesar de que sus prácticas fueron perseguidos por la
Inquisición, cuando realmente corrieron peligro los adictos a los filtros de
amor fue -siglos antes de la Inquisición- con la legislación de Justiniano
(siglo VI), cuando los filtros de amor y las artes mágicas se incluyeron dentro
de una misma categoría, para aplicarles la Lex Cornelia: el reo convicto y
confeso de hechicería amatoria era crucificado o arrojado a las fieras en caso
de pertenecer al populacho.
Si el culpable tenía la suerte de ser de la clase alta, era
ejecutado por el verdugo.
Con el tiempo, los castigos se fueron suavizando, y en el
siglo XIII, el emperador Federico II promulgó una ley que castigaba solamente
con prisión la venta o administración de filtros eróticos.
Esta tradición de los filtros amorosos estuvo muy extendida
en todo el mundo, y aún hoy continúa en bastantes países orientales, pero a
partir del siglo XVIII cayó en desuso, calificada de superchería.
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