Cómo combatir la inseguridad sexual
Por Lic. Verónica Kenigstein
Sexóloga holística - Corporalista
Consultas personales y a distancia
Tantra (individuos, parejas y grupos)
Buenos Aires, Argentina • (011) 4586-1070
Una de las mayores fuentes de
la inseguridad sexual se relaciona con las expectativas y los mandatos de la
cultura relativos a lo que “debería suceder” durante el sexo o cómo “tienen que
ser las cosas”.
La publicidad y los medios en general nos bombardean con mensajes que nos
indican cómo “debe ser” el cuerpo de una mujer o de un hombre para ser
atractivos y deseables. Cómo es una relación sexual “perfecta”.
Cualquier alternativa que no se adapte específicamente a dichas características
es socialmente rechazada. Esta presión social es una de las causas más
importantes de las dudas y las inseguridades.
Además de las altas expectativas que depositamos sobre nuestro funcionamiento y
las relaciones.
Pero además, hay otra causa muy importante, que tiene que ver con una dificultad
para respetar los ritmos naturales de los procesos y de los vínculos.
Muchos hombres creen que deben tener relaciones sexuales con cualquier mujer
disponible aunque no esté demasiado seguro de que le guste.
Lógicamente, es posible que su cuerpo no responda como a él le gustaría,
entonces se produce la anticipación de las dificultades en la erección, porque
no sabe si funcionará y si todo estará bien y eso genera un círculo vicioso cada
vez más difícil de resolver: efectivamente no tiene la erección esperada y eso
lo deprime y luego se siente inseguro de que vuelva a sucederle, y así entra en
un surco difícil de abandonar.
Las mujeres, por su parte, por el miedo a perder a un hombre, pueden hacer dos
cosas: o se apuran en tener relaciones sexuales completas, cuando su cuerpo aún
les dice que no es momento, que necesita más tiempo para conocerlo y estar
segura de que le gusta y eso produce que su cuerpo se cierre y entonces “no
sienten” (no se excitan o no logran conectarse con sus orgasmos).
O temen que el varón las considere “poco femeninas o demasiado lanzadas” y
entonces se vuelven pasivas y estáticas en sus relaciones sexuales.
Además, no se dan el tiempo de conocerse, de explorar juntos qué sucede en ESE
encuentro, con esos cuerpos, con las cosas que pasan ese día.
Otra de las causas fundamentales de las inseguridades es la falta de
comunicación. Muchas parejas (estables u ocasionales) no suelen hablar de sexo,
de sus necesidades, de sus fantasías.
Y esperan que el otro adivine lo que quieren o lo que les gusta. Y el otro, que
todavía no encontró la bola de cristal, hace lo que puede. Y la primera persona
piensa “pero ¿por qué no me acaricia donde yo quiero?” y se frustra porque no le
gusta y la otra persona percibe el disgusto y cree que hizo algo mal.
Tanto hombres como mujeres pueden aprender que hablar de las necesidades tanto
sexuales, como emocionales o de otra índole, puede ayudar a satisfacerlas, sin
necesidad de sentir que porque el otro le dice cómo, es que él o ella hace algo
mal.
Cada persona es única y le gustan cosas distintas. El juego en pareja se trata
de conocerse y disfrutarse. Hay que hablar, sin herir ni descalificar.
¿Cuáles son los principales motivos de inseguridad sexual que recibe un el
consultorio?
En general, las inseguridades se relacionan con el “rendimiento sexual”: tener
una erección cuando se la espera, alcanzar el orgasmo, los tiempos que dura la
relación sexual, la forma de relacionarse con el compañero (el miedo a “es
aburrido o mecánico” o “no toma nunca la iniciativa”).
Esto incluye tanto la eyaculación precoz (“tengo miedo de no satisfacerla y que
se busque a otro”), como la eyaculación retardada (“me asusta que piense que no
me excita lo suficiente”), como los tiempos mayores que las mujeres necesitamos
para la excitación y el orgasmo (no sé qué hacer para satisfacerlo y tener un
orgasmo “para él”).
A veces estas mujeres incluso llegan a fingir sus orgasmos para que su compañero
no se sienta mal. Y ellos sienten que hacen algo mal si ella no alcanza el
orgasmo.
Además, otro de los motivos presentes en las consultas es la diferencia de
necesidades de frecuencia sexual en las parejas.
Uno de los dos quiere tener relaciones más seguido o más veces que el otro y eso
produce muchas inseguridades en ambos.
El que quiere mucho porque siente (o teme) que al otro no le gusta tanto y el
que quiere menos, el miedo de que el otro vaya a buscarse otro/a compañero/a
sexual.
Otro motivo importante de consulta son los celos.
¿Una persona que tiene una pareja estable siente las mismas inseguridades que
una persona que tiene relaciones ocasionales?
Las inseguridades suelen acompañar a la persona, independientemente de su estado
civil o su situación de pareja, a menos que comience a trabajarlas en un proceso
terapéutico o de autoconocimiento.
Una inseguridad es una carencia, una situación específica en la que sentimos que
no tenemos los recursos para satisfacer ciertas expectativas, propias o de la
otra persona.
Cuando una persona está en pareja, estas inseguridades mutuas comienzan a jugar
en una danza de relación entre ellas. Se genera una especie de equilibrio (no
siempre saludable) en el que la inseguridad de uno se ve potenciada o suavizada
por la seguridad o inseguridad del otro.
Si ambas ven lo que está sucediendo, es posible cambiar el patrón de relación.
Pero si no, puede convertirse en un círculo vicioso.
Entre las parejas, los celos suelen ser un motivo bastante frecuente de
inseguridad. En realidad, los celos representan la manifestación de una
inseguridad interna, que reflejamos en la persona que tenemos al lado.
En cuanto a las personas con vínculos ocasionales, cada vez que comienza una
relación tiene que empezar de nuevo, a conocer a esa persona, y ver quién es y
cómo se relaciona con sus propias inseguridades.
Este desconocimiento puede generar una inseguridad adicional (“no sé cómo el
otro tomará mis propias inseguridades y si me aceptará como soy”). Entre estas
personas otro motivo de inseguridad, al no conocerse, es “¿volveremos a
vernos?”, “¿le habrá gustado?”.
Esto solamente puede disminuirse con el tiempo y el conocimiento o bien
potenciarse con la inseguridad del otro, si no se trabajan.
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