El déficit de
hierro, es común en la mujer en período de reproducción, principalmente porque
la selección de alimentos con contenido del mineral es pobre y es baja la
biodisponibilidad.
Este déficit es
considerado como el problema nutricional más relevante en las mujeres
embarazadas, pues afecta la salud de la madre y del recién nacido.
Estudios recientes realizados en Perú,
aseguran que la carencia de hierro no sólo afecta al peso del bebé al nacer y
al estado inmunológico materno sino que aumenta el riesgo de muerte durante el
embarazo y el parto.
La prevalencia de
anemia en el embarazo, promedia entre el 35- 75% en diferentes regiones del
mundo, siendo del 55% en Estados Unidos.
Esta deficiencia también
afecta al 43 %, aproximadamente, de las mujeres no embarazadas en los países en desarrollo, con cifras menores como el
12 % en los países desarrollados y el 30 % en América Latina.
Alrededor del
primer trimestre del embarazo los requerimientos son menores, pero a partir del
segundo trimestre hay un aumento considerable del volumen sanguíneo materno.
Las principales modificaciones en el metabolismo del hierro que ocurren durante
el embarazo, incluyen la cesación de las menstruaciones, un aumento de la masa
de glóbulos rojos y el depósito de importantes cantidades de hierro en el feto
y en la placenta.
Esto determina un
aumento notable en los requerimientos.
La necesidad de
hierro se va incrementando hasta el final del embarazo, aunque el aumento de la masa sanguínea es hasta la décima
semana de embarazo, durante el tercer trimestre
aumenta la eritropoyesis, la placenta acumula hierro y aumentan los depósitos
en el feto.
Se considera que
el total de hierro requerido durante el embarazo es de 840 mg aproximadamente,
de esto, 350 mg se transfiere al feto y a la placenta, 250 mg se pierden como
sangre durante el parto y 240 mg son pérdidas basales. Además, 450
mg son empleados en la expansión de la masa eritrocitaria circulante y
contribuye a la depleción de los depósitos de hierro durante la gestación.
Algunos autores
determinan que el total de hierro requerido durante todo el embarazo es de 1070
mg con una distribución similar a la anteriormente señalada.
Cada embarazada
debe ser sometida a un examen completo de sangre y repetido cada trimestre para
detectar fallas que deberán corregirse.
Se cree que son
necesarios cerca de 5,6 mg de hierro absorbido por día durante el segundo y
tercer trimestre, o sea 4,2 mg por día más que en las mujeres no embarazadas.
La eficiencia de
absorción de hierro en cada trimestre, es bastante controvertida, pues se
utilizaron diferentes metodologías para estudiar el tema por ejemplo: si el
hierro fue dado o no con las comidas, las dosis de hierro, la biodisponibilidad
del hierro dado con las comidas y el método empleado para establecer la
absorción de hierro.
Cabe mencionar
que otros estudios consultados manifiestan una serie de factores que
interfieren en la absorción de dicho mineral.
Es importante destacar: el comportamiento
de la mucosa intestinal, la cantidad de hierro ingerido y la composición de las
comidas.
Estudios
realizados identificaron como componentes del “ pool” no hemínico a saber:
hierro de los vegetales, huevos, leche y derivados de la leche y compuestos de
hierro solubles, férrico y ferroso.
Este hierro es inhibido por varios compuestos presentes en los
alimentos vegetales: fitatos, polifenoles y fibras. Los principales inhibidores
son los fitatos contenidos en los cereales y leguminosas y los polifenoles que
están en alta concentración en el té y el café.
Durante la digestión, además
de los inhibidores antes mencionados existen otros compuestos que estimulan la
absorción del hierro por ejemplo: proteínas de las carnes y vísceras,
aminoácidos (cisteína especialmente), polipéptidos conteniendo cisteína, ácido
ascórbico, ácido cítrico, ácido oxálico,
fructosa, EDTA-Fe-Na, alcohol y comidas acidificadas.
El “ pool” de
hierro hemínico está integrado por los músculos de los animales como: vaca,
cerdo, aves, pescado y la hemoglobina. Su absorción es de 3-5 veces mas elevado
que el “pool” del hierro no- hemínico.
El ácido
ascórbico al ser agregado a los alimentos, puede incrementar varias veces la
absorción del hierro natural de los alimentos.
Teniendo en
cuenta que los suplementos de hierro pueden causar náuseas o estreñimiento, es
necesario recomendar a la mujer embarazada que consuma el suplemento de hierro
después de los alimentos, junto con fuentes adecuadas de vitamina C y que
no lo tome con té o café, pues estas bebidas (como dijimos anteriormente) inhiben la
absorción del nutrimento.
Según la Academia Nacional de Ciencias, es
recomendable para todas las mujeres embarazadas con una dieta bien balanceada,
el aporte de 30 mg de Sulfato Ferroso suplementado por día, durante el segundo
y tercer trimestre.
Y si quieres aprender los secretos para
vivir más y mejor a través de la comida, inscríbete ahora en nuestro curso
gratis de Nutrición saludable, haciendo clic
aquí.