Según el sitio de Internet Badoo, el 51,2 por ciento de las españolas
encuestadas expresan orgullo por su padre. Más del 30 por ciento de estas
mujeres asegura que pasa junto a su padre todo el tiempo posible.
Los realizadores del estudio, han tenido en cuenta las apreciaciones de mil
mujeres.
Entre lo que más valoran estas mujeres de sus padres es que ellos siempre están
dispuestos a ayudarlas (36,2 por ciento), las apoyan sin juzgarlas, (18,9 por
ciento), que les prestan dinero cuando necesitan (15,6 por ciento), que saben
escuchar y aconsejar (12,8 por ciento) y que tienen soluciones para todo, (16,4
por ciento).
Más allá de estas cifras, el resto de las mujeres ha contestado que se
avergüenzan de sus padres, que no las entienden ni ayudan cuando es necesario y
que no sienten afecto ni cariño por ellos. ¿De qué modo es posible revertir esta
realidad?
“Nadie está libre de cometer faltas. Hay padres que han estado ausentes en
épocas muy delicadas. Un hijo necesita de sus padres durante toda la vida, pero
hay edades que son más sensibles que otras y que necesitan de la atención
constante de una figura materna y paterna.
Cuando uno de los dos padres se encarga de suplir al otro, es mala señal y si
esta situación se da en la niñez y adolescencia es probable que cuando adulto,
ese hijo solamente sienta resentimiento e ira por el padre que la ha abandonado.
Hay casos y casos y cada uno hay que analizarlo de modo particular, pero lo
que está claro es que si luego un padre hace lo posible para acompañar a su
hijo, éste no tiene que rechazarlo y demostrar grandeza de su parte.
Es una relación para toda la vida y siempre es mejor que sea saludable a una
que esté llena de rencor. Los hijos no están exentos de cometer equivocaciones
cuando sean padres y deben tener en mente los esfuerzos hechos y perdonar.
El perdón es necesario para salir adelante y poder vivir plenamente con los
miembros de una familia”, revela la psicóloga española Rosa María Pérez
Aguilar, especialista en disfunciones familiares.
Ambas partes deben demostrar buena predisposición para limar asperezas. “Los
adolescentes y los jóvenes que ya han superado esa etapa, pero aún no consiguen
obtener una verdadera madurez emocional y profesional, son más proclives a
desaprovechar oportunidades.
Por más distintas que sean las personalidades del
padre y la hija, hay que
hacer lo posible para acortar las distancias, comunicarse con sensatez y
plantear todo aquello que molesta del otro, pero no para lastimarse sino para
exponer lo que hace daño y poder encontrar una cura. La paciencia y comprensión
mutuas son claves para lograr un resultado positivo”, revela la
especialista.
Todo hijo siente afecto por sus padres, “estamos hablando de los casos
habituales en donde existen discusiones típicas dentro del ámbito familiar.
Lo que ocurre es que a los hijos no les gusta la palabra “no”, no se adaptan a
los límites, siempre quieren más y llega un momento que por el bien de ellos hay
que reaccionar de una manera que ellos consideran negativa.
De ahí que muchas hijas digan que sus padres no las entiende, no las apoyan o no
les dan dinero.
Otra cosa es que realmente el padre se esté comportando mal, por eso, cada caso
es particular y hay que analizarlo a fondo, pero nunca hay que escuchar un solo
lado del problema ya que en la mayoría de las oportunidades, la falta de
comunicación lo que logra es instalar malos entendidos”, finaliza explicando la
profesional.
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