Don Ramón de Almagro

Conozca las poesías del “Poeta del subte”, uno de los personajes más entrañables de Buenos Aires.

Disculpe


Por la vieja costumbre de comer,
que nos hace salir cada mañana
con mis versos golpeo su ventana,
disculpe, ¿qué otra cosa puedo hacer?

Mi poesía es simple, es sencilla,
con palabras comunes, ya lo ve,
que esto mío no será una maravilla,
aunque dicen que tiene "no sé qué".

Será por que hablo de las cosas
que nos tocan a todos y tal vez
se sorprenda al ver que no son pocas
coincidencias, las que tengo con Ud.

Yo no soy un Benedetti o un Darío,
de pensarlo, ya sería un desatino,
pero me honra decir: soy argentino
y lo que hago, no es mucho, pero es mío.

Y me voy siguiendo el recorrido,
quedan muchas ventanas por golpear
y al seguir cada cual por su camino
solo espero… me sepa… disculpar.

Tu espalda (Soneto I)


Tu espalda es mi descanso, mi sosiego,
es la calma después de haber amado,
tu espalda es un refugio donde llego
a lamer mis heridas angustiado.

Tu espalda es taller de mi poesía
en las noches que paso desvelado,
tu espalda tiene el fin de cada día,
con el sueño y un beso ya cansado.

Y si todo se me hace cuesta arriba,
si la vida se ensaña con mi vida,
más que nunca, tu espalda es necesaria,

Pues si es dura la mano del destino,
tu espalda es el altar donde me inclino
para elevar a Dios… una plegaria.

Se lo dediqué a mi esposa Doña Elsa,
desde entonces, me espera con vino fresco.

Mi Poema de Abril


Picoteando la cáscara
de algún viejo recuerdo
con la lluvia de Abril
nacerá mi poema
le pondré mis colores
los más puros y claros
una música tenue
y un perfume de nardos.

Como una luciérnaga
brillará titilando
y se irá por los aires
escapando de mi alma
se estirarán mis manos
sin poder alcanzarlo,
se quedarán mis labios
como siempre rogando:

Que una estrella lo guíe
que lo acerque a tu lado,
pues si tú lo encontraras,
y llegas a escucharlo
mi poema de Abril
quizá viva… hasta Mayo.

El Velero Blanco


Desde que era niño siempre tuvo el sueño,
que le dio un barquito hecho de papel,
y fue desde entonces que quiso ser dueño
del velero blanco y bogar en él,
no por los paisajes de cielos lejano
tampoco por islas de hermoso coral
él solo soñaba sentarse en su barco
y por una brisa dejarse llevar.

Al pasar el tiempo se quedó en un sueño
como tantos sueños, su sueño de mar
nunca dijo nada, pues siempre temía
que si alguien sabía se fuera a burlar.

Hoy que ya está viejo, y nadie le ofrece
por sus pocas fuerzas un trozo de pan,
agarra la silla, esa que se mece,
y se va hasta el patio, buscando soñar,
en la vieja silla se siente en el barco,
cerrando los ojos escucha la mar
y hasta hay una brisa…
que baja a sus labios
olas muy pequeñas…
con sabor…
a sal…

Me Pregunto (Soneto II )


Que se dirán, amor, esas veredas
Que nos vieron pasar juntos del brazo
Que se dirán, amor, hoy que nos queda
Llevar entre los dos nuestro fracaso.

Que se dirán, amor, aquellos árboles
Que marcamos con tantos juramentos
Que se dirán si oyen nuestras voces
Discutiendo llevadas por el viento.

Que se dirán, amor, esas estrellas
Que se dirán al ver nuestras querellas
Que se dirán, ya sé… no dirán nada.

Amores tan deshechos como el nuestro
Se ven tantos, amor, que por supuesto,
Las estrellas ya están… acostumbradas