Aceite de clavo
El aceite
de clavo es un muy potente aceite esencial, que tiene propiedades purificantes.
En su forma pura es muy irritante, por lo que deberá ser combinado con otro
aceite más amistoso con la piel (como el aceite de semilla de uva. Algunos
fanáticos se atreven a utilizarlo como un
tratamiento
localizado para el acné persistente, pero esto no suele ser algo recomendado
por los profesionales de la salud. Cuando se lo diluye, el aceite de clavo puede
ser aplicado sobre la piel para tratar brotes inminentes o ya existentes. Es un
aceite muy fuerte y actúa en forma rápida. No debe ser usado en su concentración
máxima sin el consentimiento de un homeópata licenciado.
Aceite de lavanda
El aceite
de lavanda es bien conocido por sus propiedades antibacterianas y relajantes. Es
excelente para los tratamientos preventivos contra el acné, y es capaz de
detener eficazmente brotes futuros mientras que limpia las manchas tan comunes
en las pieles con tendencia al acné. El aceite de lavanda es muy fuerte y debe
ser diluido antes de aplicarse sobre la piel. No debe ser usado en su
concentración máxima sin el consentimiento de un homeópata licenciado.
Aceite de palo de rosa
Este
aceite esencial es altamente aromático y es excelente para personas de piel
aceitosa. Cuando se lo aplica en forma tópica ayuda a reducir la producción de
cebo. En consecuencia, disminuyen los brotes asociados a la piel aceitosa. No es
recomendado para aquellos con pieles muy secas o sensibles. Sus propiedades
poderosas lo hacen ideal para el tratamiento de los barros y puede ser aplicado
en reiteradas ocasiones sobre las áreas afectadas.