Hasta el momento, existía
la sensación generalizada de que el ser humano estaba alcanzando el máximo de su
expectativa de vida. Razones no faltaban para esta presunción, ya que diversos
estudios concluían que el promedio de las personas no podían superar los 85 años
de vida.
Sin embargo, -según un
estudio llevado a cabo por científicos del Grupo Cambridge para la Historia de
la Población y Estructura Social, junto a otros del Centro de Investigación
Demográfica del Instituto Max Planck-, no existen razones para no creer que en
el futuro, las personas de los pueblos más longevos podrán tener una expectativa
de vida promedio de 100 años.
En el Estudio, se analizó
la evolución de la expectativa de vida mundial a lo largo de dieciséis décadas,
lo que arrojó como resultado que cada año se posee una mayor expectativa de
vida, por lo que, en sesenta años, la gran mayoría de los seres humanos de los
países con poblaciones más longevas, podrían llegar sin problemas a soplar las
cien velitas.
Para llegar a estas
cifras, los investigadores tuvieron en cuenta que, durante los últimos 160 años,
la expectativa de vida de las mujeres subió, de forma continua, tres meses por
cada año que pasaba. Así, en 1840 las mujeres más longevas eran las suecas, que
llegaban a vivir 45 años, pero hoy en día no es extraño que en muchas partes del
mundo lleguen a superar los 80 años. Como la diferencia en las edades de
mortalidad del hombre y la mujer varió con cierta proporción con respecto
crecimiento de las expectativas de vida, también se espera que los hombres
puedan vivir más.
Y como no creen ver que
haya causas evidentes que limiten este progreso, los investigadores piensan que
en seis décadas una gran parte de los seres humanos podrá llegar a los cien
años, aunque admiten que es posible (pero no imposible, basta recordar como se
equivocaron otros estudios) que allí sí se esté en el punto más longevo que
pueda alcanzar un ser humano medio.
Un beneficio que también es un problema
La gran pregunta que se
formulan ahora muchos expertos, es como se adecuarán las sociedades a este
cambio de expectativas. ¿Quienes serán las personas que sustenten las
jubilaciones, pensiones, y seguros de esta franja de ciudadanos, que cada vez
será mayor?
Es posible que nuevas
reglas y leyes deban ser incorporadas en la sociedad para afrontar el cambio,
posiblemente aumentando la edad promedio de jubilación (hoy de 65 años) para que
la clase pasiva no iguale o supere a la activa.
Lo cierto, es que las
nuevas expectativas de vida no solo cambiaran la organización y vida de cada
individuo, sino también de sociedades enteras, y es por eso imprescindible que
las nuevas generaciones de políticos, si es que son más honestas y eficientes,
puedan trazar el bosquejo de un nuevo tipo de sociedad, cambiando para siempre
el concepto de vejez.