¡Ah, derek!, es que usted no sabe: hay un mar salado brillante que se desborda en luna, en estrella, en espejo, que tiene rejas y candados, pañuelos para enjugar y despedir recuerdos y para saludar coqueteando al porvenir. Sí, es de una hierbabuena azulosa, fragante, congelada, de la que amanece en el invierno en la maceta del patio tiritando de frío y que al salir el sol, suelta en gotas, estrellas sobre la tierra.
¿Qué tal una botana de hierbabuena y aceitunas? Probaré, ¿con hielo frapé? Mmmm… suena delicioso.
No, que no se lleve esos mares el c... que se murió, ¿yo con qué me quedo? y menos en el pantalón azul, que se los lleve en la memoria. GRACIAS, DEREK.
CON AFECTO:
TEGUNA.
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