La lluvia, el parque y otras cosas
> Por: CIDCAMPEADOR
> 15:42 Hs, Miércoles, 13 de Junio 2007
Desde anoche llueve sobre Santiago. Las últimas hojas anaranjadas de los liquidámbares caen al suelo, para fundirse nuevamente con la misma tierra que les dio la vida (¿metáfora de la humanidad?). Seres humeantes emergen desde las bocas del Metro, y paraguas multicolores se agolpan en los paraderos del Transantiago. Al mediodía, los estudiantes salen alegres a la libertad del mundo enfundados en sus parkas azules, y se van a sus casas conversando y riendo, algunos tomados de la mano, otros comiendo una sopaipilla comprada en un puesto callejero. Un perro empapado los mira, esperando alguna migaja. Yo, por mi parte, he aprovechado el prosaico momento de ir a hacer un trámite al Banco, y lo he sublimado, dándome el gusto de caminar bajo mi paraguas por el parque cercano a mi oficina, sintiendo el crujir del maicillo bajo mis pies y observando la prisa ciudadana de los demás. En ese momento, me siento sólo ciudadano de la vida. Estoy en la hora de almuerzo, ya de regreso, y en vez de mi habitual ensalada de esta hora, he decidido bajar al casino atraído por el olor de una rica y humeante cazuela de cerdo con chuchoca, ideal para el día y para componer cualquier mal semblante. Mientras, desde afuera, a través de los ventanales me mira la lluvia, que a esta hora es muy suave. Al igual que Asiri, me gusta la lluvia, pero me gusta tanto como un atardecer en el mar, en pleno verano.



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