El
autocuidado es una actitud permanente, una disciplina que se debe
“aprender” a utilizar en todo momento. En el ámbito de la seguridad
personal, debe servirnos como instrumento para lograr dominarnos a nosotros
mismos, y solo se adquiere conociendo y poniendo en práctica en forma diaria
algunos conceptos básicos
En la vida real las situaciones son imprevisibles, los riesgos y eventuales
ataques no siguen modelos establecidos. Si no somos capaces de generar
respuestas lúcidas y serenas centradas en el autocontrol ante situaciones de
riesgo, es posible que en lugar de controlarlo, lo incrementemos.
Estrategias de autocuidado
Reconocer el
miedo ante situaciones de riesgo
¿Cómo
nos damos cuenta de que tenemos miedo?
•
Sentimos frío y transpiramos.
•
El estomago se nos contrae.
•
El pulso se acelera.
•
La respiración parece detenerse.
• Las pupilas se dilatan y el oído
se agudiza.
Buenas señales, pero hay que saber aprovecharlas.
¿Cuál es
la función del miedo?
• Es una señal que nos conecta
con la atención para controlar y superar sucesos de riesgo.
• En algunas circunstancias el
miedo es útil. Nos puede otorgar prudencia.
• No debemos permitir que
el miedo nos paralice.
• Debemos transformar
en atención el miedo que surge, de lo contrario crea dudas y
puede disminuir nuestra capacidad de apreciación.
En estas
situaciones es importante decirnos interiormente:
• Reconozco mi miedo, incremento mi atención y logro
serenidad.
¿Cómo lo manejamos?
Mediante
el control de uno mismo:
* La atención nos
permitirá conectamos con los recursos individuales de la intuición y la
percepción, componentes básicos de cualquier acción “lúcida”.
* Haga que la
relajación sea su aliada. Se sentirá más vigoroso. Lo ayudara a mantener la
calma en situaciones de riesgo. Le dará seguridad.
* Respire exhalando
el aire lenta y profundamente; este es un procedimiento eficaz para
centrarse en uno e incrementar la atención.
En situaciones de riesgo es preciso aclarar sus ideas serenando la mente. Para
ello, res
pire hondo y hable para sus adentros. Al inhalar el aire, dígase a si mismo
silenciosamente y con voz calma: “estoy consiguiendo…”, y concluya
al exhalar, diciendo: “… autocontrolarme cada vez mas”.
* Respirar de esta manera le ayudara a controlar el miedo.
‘Seremos entonces capaces de generar un poder disuasivo
fundamental, el de la “presencia”. El oponente entrará en duda y
nuestra actitud evitara que él se descontrole.
*
Su postura, su actitud, dicen mucho más que las palabras.
No se apresure, no actúe impulsivamente
* No tiene objeto
para el delincuente atacar a alguien totalmente seguro de si mismo y
en calma.
* Hay situaciones en las que no hacer nada, esperar y
vigilar es la forma de actuar más
apropiada.
*
No nos atemoricemos ante las amenazas o desbordes gestuales de violencia. Ante
ellos
es fundamental conservar la calma a pesar de la presión, actuar con eficacia
sacando provecho de las condiciones cambiantes y ayudas eventuales que puedan
surgir.
* Intente que su tono de voz acompañe su actitud y refuerce su mensaje de
fuerza, relajación y tranquilidad.
* Cuanto mas próximos estemos emocionalmente al o a los
oponentes, tanto mayores serán las posibilidades de control. Si
el asaltante es un niño menor de 15 anos, es conveniente tutearlo con respeto
pero sin emplear tonos familiares o paternalistas. Si es/son mayor/es tratemoslo/s
de Ud. Expresemos real respeto y asegurémosle/s en ambos casos, que no
ejerceremos violencia contra ellos y aceptara -en tanto sean
“razonables”- nuestras exigencias.
* No consideremos al delincuente como a un enemigo. Ello
nos conduce al esquema de vi-
da o muerte y puede descontrolamos, llevándonos a conductas de alto riesgo. Si
lo consideramos un oponente y conservamos la calma, podremos controlar la
situación a través del esquema: disuasión-vida, desde donde la negociación o
atenuación de riesgos es posible.
* Buscar venganza o
estrategias autojusticieras solo lo desviara de su autentico objetivo: preservar
su vida o proteger la de otros.
* La actitud serena, el autocontrol que mostremos en “presencia
activa” puede disuadir
al oponente o al menos no Ie “disparará” o incrementará su
descontrol. Una actitud de profunda calma influirá en los oponentes, mejorando
su disposición para no entrar en peligrosas escaladas de violencia.
^ Mucho más importante que la fuerza física es la fuerza
de nuestra mente. La agilidad mental es la clave del éxito en momentos de presión.
* Es necesario mantener la mente en calma.
* No es necesario
prever de antemano una situación peligrosa. Prever las cosas que pueden suceder
“después” es lo que Ie hace comenzar a sentir miedo
“ahora”.
* Evite la confrontación
física. No es necesario demostrar nada.
* Para controlar la
situación conflictiva o de riesgo que se nos plantee, hay que empezar
por saber controlarse uno mismo.
* El conflicto ciega a menudo a los adversarios.
* Cuando el estado de
animo es violento, se buscan conflictos en todas partes. Se empuja
y se espera ser empujado.
* Una vez inmersos en
una situación conflictiva o critica, no podemos ver qué estamos
haciendo.
* Si no nos dejamos
llevar por las emociones, estaremos mas relajados para comunicarnos con claridad
y eficacia.
* Aunque lo estén amenazando, no habrá agravamiento del conflicto mientras
usted no
oponga resistencia y ofrezca “comprensión de la situación”.
* La mente debe
permanecer clara, consciente y abierta, de modo que no deje ningún resquicio
por donde pueda ser sorprendido por su oponente.
* No
reconocer nuestros puntos débiles puede hacernos mas vulnerable frente a
ataques
para los que no estemos preparados. Si los conoce, conservara el dominio de
cualquier
situación.
Fuente: Adaptado (con autorización del autor) de “Violencia, prevención y
autocuidado”, de Arturo Emilio Sala