Dos mujeres debatían sobre economía en un afamado programa de televisión. Una de ellas estaba vestida de manera similar al entrevistador, en un traje de negocios atractivo, con peinado y maquillaje al día.
La otra llevaba remera rosada de mangas cortas, un corte de pelo voluminoso -propio de los años ochenta- y nada de maquillaje. ¿Puedes adivinar quién obtuvo mayor tiempo de aire?
Sí, en efecto, la del traje estuvo más tiempo en cámara. De hecho, fue un espectáculo fascinante de observar. Dado que el reportero y la cámara mantuvieron mayor atención sobre la mujer del traje, la mujer de la remera rosada terminó gritando y haciendo objeciones mordaces para captar la atención del resto.
Tanto su vestimenta como su apariencia recordaban a un niño de tres años en medio de un ataque de rabia. ¿Se supone que alguien podía tomar en serio a esa mujer? Es una pregunta difícil de contestar.
El periodista la había presentado como una “experta” en el campo de las ciencias económicas al inicio del segmento, pero ella jamás pareció una experta, y realmente quedaron muchas dudas sobre sus conocimientos de economía.
El reportero y el director de noticias debieron pensar lo mismo, y esa es la razón por la cual la otra mujer obtuvo el mayor tiempo de aire. La mujer de remera rosada no sólo mostró una imagen tonta con su actitud, sino que hizo ver al programa periodístico como algo poco serio simplemente por el hecho de llevarla.
El punto es que este tipo de incidentes es menos inusual de lo que piensas. Si prestas un poco de atención, puedes ver ocurrir este tipo de errores de vestimenta todo el tiempo, aunque generalmente no se dan ante semejantes audiencias.
Desde salas de reuniones, clases, encuentros de asociaciones hasta reuniones de padres, puedes ver personas mostrándose en atuendos inapropiados que, no obstante, pretenden ser tratados como gurúes o como si lo supieran todo.
Pero si ni siquiera saben cómo vestirse en forma correcta, ¿cuánto pueden saber de otras cosas en verdad? Esta parece ser la pregunta del millón; la pregunta que ha sido capaz de detener el ascenso de tantos profesionales prometedores.
Se suele hablar de “El Traje del Poder” porque el traje evoca un sentimiento de poder y hace que quien lo usa se sienta poderoso. Desde ya, no es apropiado para cualquier lugar de trabajo o cada situación, pero es imposible negar el respeto que emana un traje de estilo clásico bien llevado.
Y, sobre todo, es imposible negarlo si se lo compara con una remera rosada. ¿Por qué? Bien, piensa algunas de las cualidades que describen a un buen líder. Tu lista podría incluir:
· Fuerza
· Firmeza
· Imparcialidad
· Organización
· Buena comunicación
· Decisión
· Comprensión
Ahora piensa en las prendas de vestir capaces de comunicar estos mismos valores:
· Tela sólida
· Línea rectas
· Cortes marcados
· Calce apropiado
· Apariencia recatada
Algunas de las prendas que pueden venir a tu mente, en consecuencia, son:
· Traje
· Chaqueta
· Camisa Oxford
· Camisa Polo
· Chaleco
· Pantalones rectos
· Pollera tubo
Las líneas fuertes y decisivas de la vestimenta estructurada repiten las cualidades que buscamos en un líder. De hecho, aquellos que comúnmente están al mando de grandes grupos de personas (países, grandes empresas), con frecuencia, visten ropas estructuradas.
Por lo tanto, si estás buscando una posición de liderazgo, como capataz o gerente de ventas, por ejemplo, alcanzarás tus objetivos en forma más rápida usando prendas y elementos de vestir (collares, telas sólidas, colores oscuros) que se correspondan con tus objetivos.
Entonces, ¿qué tipos de vestimentas son capaces de descarrilar tus aspiraciones de liderazgo? Los estilos juveniles o los elementos que te hacen ver más inocente que experimentado, como ser:
· Delantales
· Jerseys
· Overoles
· Blusones
· Grandes nudos
· Grandes flores
· Personajes de dibujos animados
Estas opciones son excelentes para pequeñas mujercitas, pero de ningún modo son apropiadas a la hora de competir por una posición de liderazgo.
Entonces, ¿cómo vestirse para cada ocasión?
Si quieres hacer que te vean como un líder, ya sea que estés intentando convencer a la opinión pública en una cadena de televisión o enseñando a un grupo de niños de tres años a aplaudir al ritmo del compás, tú debes vestirte como tal.
Equipara tu atuendo a la formalidad requerida por la situación, desde luego, pero también incorpora elementos que se asemejen a la percepción fuerte y firme de la persona que está a cargo.
Sí, puede ser un poco complicado en un principio, pero una vez que veas lo efectivo que es, encontrarás que vale la pena el esfuerzo. Como habrá aprendido la mujer de la remera rosa, una vestimenta adecuada evitará que seas ignorada.
Por último, podríamos resumir todo en la siguiente frase: “si quieres que te reconozcan como una reina, no te vistas como uno de sus lacayos”.
Prueba y verás la diferencia…
¿Crees que esa barriguita bien cultivada hará que ninguna prenda te vuelva a sentar apropiadamente? ¿Te sientes rara cada vez que te miras al espejo y ves que el 80% de tu cuerpo son “piernas”?
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