Cómo evitar que nos roben la tarjeta de crédito en Internet
Aunque
seamos muy cuidadosos existen varias formas muy simples de robarnos nuestro nro.
de cuenta y pin.
El atacante, también conocido como phisher envía un mail a miles de correos
electrónicos de una base de datos que normalmente se compra por Internet. El
mismo posee el logo, el color y casi la estructura de un mail oficial de su
Banco.
En este mail le indica que su cuenta tiene algún problema, o que si usted no
realizo un movimiento entre cuentas hace unos días por favor llame al
08106664545 o miles de pretextos más para que realice la llamada.
Estos mail son tan bien redactados y engañosos, hasta nos dicen que por
seguridad no ingrese nunca su pin en ningún sitio web o haga clic en ningún
enlace.
Como la mayoría somos súper despistados, usamos ese teléfono y llamamos sin
fijarnos que sea el del Banco, en ese momento nos atiende un operador, nos pide
nuestros datos, nosotros le damos muy felices y en ese momento se corta la
comunicación, nos dice que el sistema no puede procesar los datos o simplemente
que espere hasta que le pase con una operadora, que nunca llega.
Listo, ya tiene nuestros datos y en ese momento con dos clic hacen el pase de
nuestros ahorros a una cuenta fantasma… así de simple.
Esta es solo una forma, existe miles como el uso de mensajes de texto
solicitando información que luego sutilmente usarán y nos harán creer que son
empleados del banco.
Otra forma es por ejemplo: nuestro banco posee un sitio que es www.mibanco.com,
ellos crean un sitio que es clon de www.mibanco.com y lo publican en www.mi-banco.com
o www.mibanco.com.otrodominio.com por ejemplo.
En él, nosotros ponemos nuestros datos para ingresar al área de clientes y nos
da un error pidiendo que entremos más tarde… listo, ya es tarde para darse
cuenta que nos robaron nuestros datos.
A este tipo de robo de información confidencial se lo denomina phishing, y
dentro de este existe el Smishing y vishing que usando mensajes de textos y voip
logran engañarnos, como les comentaba arriba.
Por Guadalupe Cano León