¿En
qué consisten las pequeñas perturbaciones que alteran el orden íntimo?
¿Cómo
observar dentro de uno mismo el mundo tremendo que nos rodea?
¿Por
qué descendemos a la oscuridad de la angustia
y del
sufrimiento?
¿Cómo
se confiesan nuestras imperfecciones?
¿Cómo
se aclara y se oscurece el conocimiento de sí mismo?
¿De
qué modo ciertos encuentros aumentan o disminuyen nuestra capacidad de pensar?
¿Acaso
la vida cae siempre en un pozo demasiado oscuro del que es cada vez más difícil
salir?
Un
fondo oscuro envuelve cada vida. Sin
embargo nadie se resigna cuando es cuestión de proyectarse algo de luz
y aclarar lo oscuro.
Se
trata de un largo ejercicio sobre sí mismo que tiene las características de
desarrollarse en un subsuelo donde entra muy poca luz.
Y para obtener ese mínimo de luz nadie fracasa tanto como cree, aunque
la luz a veces se paga con lágrimas de sangre.
Ese esfuerzo va llevando la mirada hacia adentro, hacia una profundidad
nueva, en la que nada queda sin confesar ni verse.
Edipo REY tal vez sea una de esas vidas cuya mirada hacia adentro lo fue
llevando a sí mismo hasta acabar en ese instante crítico y sublime en que se
quitó los ojos para terminar de ver y gritó: